En Filipinas la
pesca con dinamita sigue siendo practicada por unos 70.000
pescadores (12% del total de los pescadores filipinos). Pero también
se practica en las costas de África e incluso en determinados puntos
del Mar Egeo. En las
lonjas de Makassar en Indonesia, entre un 10% y un 40% del pescado
se obtiene de esta forma. El beneficio rápido, así como las capturas
fáciles y en ocasiones la apatía o la corrupción de las autoridades
legales hace muy difícil la lucha contra esta lacra destructiva.
La explosión bajo el agua
La onda de choque produce un efecto destructivo inmediato
en el entorno 5 veces más fuerte que una bomba detonada en superficie. Muchos peces
alejados del punto de explosión quedan atontados mientras que otros
muchos mueren al reventar sus vejigas natatorias con las que ajustan
su flotabilidad. Un pequeño número de peces quedan flotando en la
superficie y son recogidos muertos por los pescadores, pero la
mayoría de los peces quedan muertos en el fondo del mar. La
explosión destroza indiscriminadamente todas las formas de vida
afectadas por la onda explosiva acabando con el entorno marino y por
tanto con la posibilidad de regeneración.
Los biólogos marinos consideran que la pesca con dinamita
y el cambio climático, representa las peores amenazas al ecosistema coralino pues convierte los
arrecifes llenos de vida en escombreras muertas. Una explosión
submarina en el arrecife coralino necesitará entre 5 y 10 años para
su recuperación, pero un bombardeo reiterado, como frecuentemente es
el caso, produce una destrucción definitiva del hábitat submarino.
Educar las poblaciones
locales
La mejor forma de
luchar contra esta masacre es mediante la
educación a los aldeanos locales. En Tanzania se ha trabajado con
campañas locales de información junto con los comités de los pueblos
costeros, se han creado
patrullas locales que ayudan a informar
detalladamente sobre las nefastas consecuencias de estas prácticas.
El resultado ha sido excelente, reduciéndose
drásticamente la pesca con bombas. En Filipinas
e Indonesia también se han conseguido reducciones importantes
basadas en el diálogo y la explicación de los resultados de estas prácticas.
Mediante un
sistema de triangulación mediante micrófonos submarinos separados un
metro entre sí, montado en un barco de
patrulla, es posible conocer con buena exactitud de 0,2º de arco, la
zona en donde se produce la explosión. Esta precisión permite
conocer el punto de explosión con una exactitud de 30 metros a una
distancia de 10 kilómetros. El objetivo es poder ayudar a las
patrullas de protección para que puedan acudir a las zonas donde se
producen estos actos delictivos.
Pesca con dinamita
practicada en España
En Galicia se han
dado recientes casos de pesca con dinamita y otros explosivos
durante la captura de las sardinas. Los peces aturdidos por las
detonaciones se concentran cerca de la
superficie en donde se convierten en fácil
presa de las redes.
A
pesar de la prohibición, los dinamiteros siguen practicando la pesca
fácil. Los explosivos son escondidos en boyas localizables por GPS
para esquivar los controles de la guardia civil en los puertos. La
explosión destroza los órganos blandos de los peces, sus oídos, sus
vidas. La salvaje onda de presión arrasa los huevos de las sardinas
imposibilitando su reproducción. La explosión acaba con el
fitoplancton y el zooplancton rompiendo la
cadena trófica…. Un desastre.
En España la pesca con dinamita ha sido una práctica que
ha esquilmado los mares y contra la que es difícil luchar. En cuanto
los pesqueros ilegales ven la patrullera de la guardia civil, arrojan todo por la borda
para deshacerse de las pruebas incriminatorias.
Tras un continuado "fish
bombing" el arrecife queda destrozado y arrasado convertido en una
escombrera submarina. Los restos de coral muerto son el mudo
recuerdo de la vida aniquilada, de la biodiversidad perdida.
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