Sorprendentes océanos de vida! En ellos coexisten los más extraños
animales. De entre ellos, destaca una pequeña medusa de menos de 1
centímetro que tiene la increíble característica de ser …inmortal!.
La pequeña
Turritopsis nutricula
lleva siendo investigada una decena de años.
Cuanto más
conocemos las formas de vida que pueblan los mares de la tierra más
asombros nos llevamos. En el caso de las medusas la sorpresa es aún
mayor. Algunas tiene el veneno más rápido jamás conocido, como es el
caso de la medusa avispa marina. Hace poco se descubrió otra pequeña
medusa con un neurotóxico mortal y cuyo “picotazo” pasa casi
desapercibido! Y ahora aparece una medusa que nunca se hace vieja,
pues cuando ya es mayor vuelve a rejuvenecer a su estado de larva
para volver a crecer y desarrollarse engañando de esta forma a la
muerte.
Así, y gracias a
los viajes transoceánicos que hace en las bodegas lastradas de agua
de los barcos mercantes que viajan por todas las rutas del mundo, la
pequeña medusita está invadiendo a marchas forzadas todos los mares
del planeta. A esta rápida expansión se suma la falta de
depredadores naturales como la tortuga marina cazada
indiscriminadamente en las horribles redes de deriva que barren las
aguas de todos los rincones del planeta.
Nuestros biólogos
aún no acaban de comprender el fenómeno conocido como
transdiferenciación por el cual pasado un tiempo, el animal sufre
una regresión y retorna a su más tierna infancia, justo al momento
cercano que la vio nacer. Así repite su ciclo vital esquivando la
muerte hasta el infinito. La pequeña medusa es capaz de conseguir
esta proeza porque ha descubierto la manera de modificar sus células
una vez éstas se han diferenciado. Pasada una parte de su vida, las
hace retroceder a fases anteriores a su especialización.
En pruebas de
laboratorio, todas las medusas inmortales analizadas han madurado y
vuelto a la juventud decenas de veces sin perder en esos cambios ni
una sola de sus características o capacidades. Los investigadores
tuvieron que llegar a la conclusión de que la muerte orgánica es
algo que en esta especie, sencillamente, no sucede. El cien por cien
de los ejemplares estudiados maduraron y volvieron a la juventud en
decenas de ocasiones. Lo que es capaz de hacer esta medusa, afirma
la investigadora, «equivale a una mariposa que pudiera volver a
convertirse en una oruga». En sus análisis, Miglietta comparó el ADN
mitocondrial de ejemplares de Turritopsis recogidos en Florida y
Panamá con otros procedentes de otros lugares del mundo y que habían
sido recolectados durante investigaciones anteriores.
Y fue al hacer
esta comparación cuando se encontró con la sorpresa de que
determinadas secuencias genéticas se repetían en ejemplares
obtenidos desde Panamá hasta Japón. La existencia de este patrón
implica una extraordinaria facilidad de movimiento. Y los
investigadores creen que esa facilidad, igual que la de muchas
especies marinas invasoras, procede de las bodegas y los tanques de
lastre de los barcos que navegan por esas aguas.
Los genetistas se
rompen ahora la cabeza en intentar descubrir el procedimiento
genético por el cual estos animales son capaces de llevar a cabo
esta singular proeza de mantenerse ilimitadamente vivas. Pero el
secreto de su inmortalidad aún sigue siendo un velado misterio. ¿Se
imagina usted una vez llegado a los 90 años, ya aburridos de tener
un cuerpo viejo y estropeado que comenzáramos a rejuvenecer hasta
recuperar la vitalidad y el vigor de la niñez?
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