Nuestro
planeta sigue siendo un paraíso magnífico, aunque ya dañado, pero
sobre todo frágil, y nuestras sociedades deben cambiar y aprender a
ser más prudentes si queremos perdurar.
Sorprende que
en esta sociedad de la información en la que vivimos la gente esté
totalmente desinformada y despreocupada a pesar de los hechos que
continuamente manifiestan cómo será nuestro futuro a no ser que
cambiemos… y pronto.
Hagamos lo que
hagamos, los continentes seguirán derivando, y nacerán nuevos
océanos mientras por ejemplo nuestro Mediterráneo desaparecerá sin
remedio en un plazo de tiempo breve a escala geológica.
Desaparecerán especies y surgirán otras nuevas. Pero lo que ahora
nos concierne es nuestra historia como especie humana, ya que el
cambio del que hablamos tiene lugar como un chispazo en la historia
de la tierra, en sólo unos decenios. Nos concierne por la vida de
nuestros propios hijos de nuestra descendencia más directa, de
nuestro futuro casi inmediato.
Hablar de lo
que está ocurriendo en los mares es hablar de lo que está ocurriendo
en todo el planeta ya que en la naturaleza todo está interconectado
y los fenómenos nunca son aislados. Hablar de las tormentas marinas
sin precedentes que ocurren recientemente es hablar también de las
sequías brutales y en definitiva de enormes desajustes en los
sistemas del clima que desconocemos. Nos vemos obligados a hablar de
la desertización de los mares, tanto como de la desertización de
enormes regiones en China como consecuencia de la sobre explotación
de los recursos naturales.
Sólo ahora estamos empezando a entender
las sutiles relaciones que hacen funcionar a nuestro ecosistema. Los
animales que desaparecen tienen un papel fundamental en el
equilibrio de cualquier ecosistema y por tanto no sólo se trata del
daño intelectual que supone su pérdida. La pérdida de la masa
forestal es mucho más grave de lo que la televisión nos pretende
hacer creer. Los bosques crean oxigeno pero más importante es su
capacidad de retención de agua. Sin ellos tendremos inundaciones y
sequías seguidas por desertizaciones.
En el valle de Yang-Tsé en
China la tala brutal ha hecho desaparecer el 85% de todos los
árboles y ha dado como consecuencia las mayores inundaciones de la
historia conocida. La inundación de 1998 no tiene precedentes. Desde
entonces el gobierno Chino ha echado números y promulga que un árbol
vivo produce en unos años 3 veces su valor talado, pues evita los
costes económicos de las catástrofes, regenera y enriquece el suelo
y mejora la polución de la atmósfera. Pero por ahora, al ritmo neto
actual de deforestación, pasaremos de 0,56 hectáreas por habitante a
0,38 hectáreas dentro de unos 40 años.
El hombre
habita la tierra desde tiempos inmemoriales. Hace 400 mil años
dominamos el fuego y hace sólo unos 10 mil años empezamos a
exterminar enormes manadas de búfalos habiendo logrado hacer
desaparecer algunas especies. Pero cuando realmente el hombre
empezó a dejar huella en la tierra fue con el comienzo de la
agricultura en los últimos miles de años. El problema de la sostenibilidad no es nuevo y sólo cambia el factor de escalas. Hace
5.000 años la civilización de entonces más importante, los Sumerios,
inventaron las ciudades y la escritura sintiéndose probablemente tan
contentos y orgullosos de ello como nosotros lo estamos ahora de
Internet y las tecnologías de comunicaciones. Sin embargo una
civilización tan avanzada desapareció en algunos cientos de años por
la mala administración de sus recursos hídricos. Construyeron diques
y canales que hacían de su agricultura una riqueza sin par, pero con
el tiempo el agua fue infiltrándose en los regadíos disolviendo las
sales de las rocas y haciendo estériles sus tierras de cultivo. La salinización destruyó en pocos años toda la civilización Sumeria. No
es una historia aislada, también ocurrió algo parecido con los mayas.
Los griegos en la antigüedad, talaron tanto sus bosques para hacer barcos, que
consiguieron degradar sus paisajes hasta los semidesérticos de la
Grecia actual. El suelo nutre las plantas y estas crean más riqueza
y suelo en una relación de simbiosis y justo equilibrio.
Algo parecido
empieza ahora a ocurrir en Rusia, y en donde hace unos años (1980)
se conseguían 7 toneladas de grano por cada hectárea de terreno,
ahora sólo llegan a 900 kilos debido a la desertización forzada por
la sobre explotación, que los abonos no pueden sustituir. En el norte
de China el viento arrastra la tierra suelta privada de su manto
vegetal debido a la sobre explotación ganadera de más de 350
millones de cabezas de ganado. Las fuertes tempestades arrastran
tanta tierra que hasta en Japón o USA caen lluvias de arena
procedentes del terreno perdido en China. En Pekín existen graves
problemas de salud pública e incluso hay que cerrar varias veces al
año el aeropuerto por falta de visibilidad. No se trata de un fenómeno
aislado como ocurría hace apenas 20 años. El espesor de la nube de
polvo llega a alcanzar los 6 kilómetros de grosor. Siempre hubo
tormentas de polvo, pero jamás con esta intensidad y con esta
frecuencia de repetición. Se pierde el suelo a mayor velocidad con
el que se crea y regenera.
La
urbanización del planeta es tan extensa que puede ser observada
desde el espacio. Ha ocupado las mejores tierras y con recursos de
agua que poco a poco se están contaminando debido al uso masivo de
abonos pesticidas y nitratos. El transito del agua en las capas
freáticas es de unos mil cuatrocientos años de media, de modo que
los acuíferos que quedan contaminados no tienen posibilidad de
recuperarse ni a largo plazo. Las aguas subterráneas de muchos
lugares del mundo empiezan a estar envenenadas.
Los mares
siguen absorbiendo las mareas negras que periódicamente generan los
petroleros siniestrados como el famoso Prestige, así como infinidad
de basura tóxica que es arrojada a los mares sin más miramiento. La
pesca intensiva nos desafía frente a otro problema más que evidente.
Desde 1950 a 1997 hemos pasado de pescar 19 millones de toneladas al
año a los actuales 90 millones de toneladas al año, siendo opinión
de prácticamente la totalidad de científicos y biólogos que estamos
frente al límite máximo de extracción de los mares.
A modo de
ejemplo el atún rojo ya escasea en el Mediterráneo. Los antaño
extensos parques de ostras en la bahía de Chesapeake están
prácticamente agotados. Muchos, antaño denominados caladeros
inagotables, ya no son ni caladeros de pesca, el pez espada casi está
agotado, y si tiene cierto tamaño es mejor que no lo coma pues
durante su vida en la mar ha estado acumulando demasiados metales
pesados debido a la contaminación de los mares, que a la larga le
envenenarán a usted mismo.
La acción del
hombre tiene frecuentemente efectos nefastos. En Rusia se desviaron
hace sólo unos años los ríos Amu-Daria y Syr-Daria para irrigar una
enorme extensión de algodonales. Consecuencia: El mar de Aral que
producía unos 40 millones de peces al año simplemente ha
desaparecido convertido en un minúsculo pantano salobre y muerto. Lo
que es peor; la sal seca del Aral, es llevada por el viento que a su
vez ha quemado las plantas hasta en un centenar de kilómetros de
distancia. De Chernobil y su devastada provincia radioactiva no hace
falta decir más.
Somos 6.000
millones de seres humanos y estamos a punto de conseguir acabar con
el rinoceronte por supuestas benefactoras pociones afrodisíacas de su
cuerno. La caza furtiva y el afán coleccionista tienen en
jaque al gorila, al tigre y a otros bellos animales. Pero como en
nuestras ciudades seguimos viendo gatos, perros y palomas, pensamos
que todo está bien. Sin embargo ya han desaparecido para siempre el
11% de las especies de pájaros registrados, el 25% de los mamíferos
existentes en la tierra y el 34% de las especies de peces. Una
perdida injustificada ya que ni siquiera podemos imaginar,
desde un punto de vista meramente egoísta, los descubrimientos y sus
positivas consecuencias que de ellos se conseguirían.
Pero el agua
dulce representa en términos globales el problema más importante.
Desde que hemos inventado potentes bombas de extracción, sacamos de
los acuíferos muchas más agua de la que estos recargan por las
lluvias. Consecuencia: Por ejemplo en China se abandonan unos 1000
pozos secos al año pinchándose muchos más que tienen lógicamente
menor caudal al estar siendo secada la capa freática. En Pekín el
nivel de agua freática ha bajado desde 1965 unos sesenta metros. ¿Se
imaginan lo que harán 1.300 millones de chinos sin agua para
subsistir?
El problema es
la agricultura ya que de cada 100 litros gastados, 70 son utilizados
en la agricultura y de forma subvencionada por los estados, 20
litros por las fábricas, y solo unos 10 litros para beber y las
labores domésticas. China ahora es muy rica y su balanza económica
muy positiva (+100 mil millones de dólares) de modo que si le falta
agua lo que hará es importar grano haciendo que los precios de los
cereales suba espectacularmente al ser mayor la demanda que la
oferta. Los números lo dicen. Hay países, muchos musulmanes y muy
pobres, que simplemente no podrían pagar el grano a precios más
altos generando tensiones políticas y terrorismo.
Y a todo esto
se suma el calentamiento global que es indiscutible salvo para los
pocos manipulados que pretenden hacernos creer lo contrario. El Co2
está en aumento, como consecuencia de la combustión del petróleo, y
esto al final genera incremento en la temperatura de la tierra
debido al conocido efecto invernadero. El calentamiento global está
fundiendo los glaciares y además el agua más caliente se dilata y
ocupa más, contribuyendo notablemente al crecimiento en la altura de
los mares. Es posible que para el año 2100 tengamos de 20
centímetros a un metro más de altura en los mares. 20% de la
población mundial vive a menos de 3 metros de altura del nivel del
mar y países como Bangladesh se verían muy afectados. En los últimos
10 años, el grosor de hielo en la Antártida ha decrecido hasta la
mitad, por todas partes, los Alpes, Canadá, los Andes, África, y
hasta en el Himalaya están desaparecido los glaciares. Y ésto tiene
repercusiones muy negativas, ya que los glaciares sirven como
fuentes de agua durante las estaciones de verano. Cuando se acaben
los glaciares, se acabó el agua en verano en muchos lugares del
planeta. Se pierde otro equilibrio, otro elemento de estabilización.
Asía se quedará seca en verano y con graves inundaciones en invierno
al hacerse más drástica la climatología. El imponente río Indo ha
batido recientemente el triste record con el nivel más bajo jamás
registrado. La ecuación es sencilla. Con 100 metros cúbicos de agua
podemos obtener una cosecha de una tonelada de trigo por valor de
unos 200 euros. Ese mismo agua en la industria es capaz de poner en
marcha fábricas que generen valor por unos 15.000 Euros.
Pero no
todo son desastres irreparables, el problema del agujero en la capa
de ozono está en vías de solución mediante la prohibición total de
los CFC y las últimas mediciones indican que al menos este ha dejado
de aumentar.
Es seguro que se van a producir necesariamente cambios
en las derrochadoras costumbres a las que estamos acostumbrados pues
a medio plazo la situación simplemente no es sostenible. Finalizará
la cultura de lo desechable pues no tiene salida. El precio de las
cosas es irreal ya que no tiene en cuenta los daños que
implícitamente genera su producción a la naturaleza y que
necesariamente deberemos asumir antes o después. Existen maneras de
afrontar todos los problemas, pero este reto que nos ha tocado vivir
debe ser afrontado sin más demora. Y un día nuestros nietos
recordarán el siglo XX, como una época oscura en la que imperaba una
economía irreal, un modelo social trasnochado que se pudo superar.
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