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El juego de los Delfines

 

Cualquiera que haya navegado unos cuantos cientos de millas habrá tenido encuentro con delfines y habrá observado como son ellos los que nos localizan a nosotros y no nosotros a ellos. En  muchos casos aparecen justo en la proa de nuestro barco dando saltos y haciendo piruetas.

Al observar los delfines constatamos que muchos de ellos juegan. Quizás a los más jóvenes les valga de aprendizaje, pero la verdad es que juegan y parecen pasárselo en grande...  En numerosas ocasiones he podido observar al delfín listado (que debe ser uno de los más juguetones) como venían en mitad del mar a nuestro encuentro y se desviaban de su ruta.  Sin más, se ponen a bailar sobre su cola sacando todo su cuerpo fuera del agua, a veces 5 ó más segundos seguidos, como para presumir y alardear de sus habilidades. Es fantástico.

Determinadas personas de pensamiento encorsetado, afirman que nadan cerca del barco para tratar de ahorrar energía en sus desplazamientos de manada….. Simple ignorancia. En casi todos los casos en los que hemos tenido encuentros con delfines, las manadas cambian su rumbo para durante unos minutos decidir navegar junto a nosotros.

Además de nadar junto a la proa, se alejan varias decenas de metros del barco para regalarnos auténticas peripecias circenses de baile que desde luego les cansa y les hace consumir mucha energía.  Cuando nadan junto a nuestra amura y nosotros nos descolgamos impresionados para verlos, en muchos casos se les ve claramente nadando de lado para mirarnos a nosotros con la misma curiosidad con que nosotros nos congratulamos en observarles.

Algunas personas poco sensitivas no son capaces de entender que el mar no nos pertenece, y que simplemente la compartimos con otras muchas formas de vida, igualmente bellas y con el mismo derecho que nosotros para disfrutarlo.  Muy al contrario, nuestra capacidad e inteligencia consciente, nos debería hacer ver que debemos respetar y hacer respetar todos sus derechos animales, de la misma manera que cuidamos a nuestros más indefensos en nuestra sociedad.

¿A estas caducas visiones antropocéntricas tan difíciles les resulta admitir que no sólo el hombre juega? Cuanto más nos acerquemos y conozcamos la naturaleza, más nos asombraremos de ella. Es claro que los animales, lejos de comportarse por meros instintos (cómo se han empeñado en enseñarnos), muchos de ellos sienten, piensan y juegan. Justo como nosotros.

 

 

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