En el mar, aunque se producen rayos que descargan desde la
superficie, es más normal que estos salten entre nubes. La
proporción de rayos respecto a los que se producen en tierra es
mucho menor.
Las tormentas se
producen principalmente en tierra firme. Para que se forme una
tormenta hace falta una gran masa de aire inestable y húmedo, pero
también es necesario un elemento que actúe como desencadenante de
los movimientos ascendentes.
En tierra esto puede darse como
consecuencia de una pequeña ascendencia térmica, una colina que
empuje el viento hacia arriba, u otras circunstancias debidas a la
orografía. En cuanto el fenómeno se activa, la formación del cumulonimbus es cuestión de horas.
En el mar este elemento desencadenante solo puede originarse si
convergen varios vientos de forma que en el cruce estos se desvíen
hacia arriba empujados los unos por los otros. Así ocurre con
frecuencia en la zona de convergencia de los alisios de ambos
hemisferios.
En el mar las tormentas suelen ser más frecuentes en las zona de
islas tropicales y en golfos en los que entra aire cargado de
humedad desde el mar como por ejemplo en el golfo de México, o en el
golfo de Guinea en África central.
Aún con todo, existen tormentas eléctricas en el mar, y los rayos
caen en los barcos, especialmente en los veleros, debido al largo
mástil conductor de la electricidad.
Y ahora las malas
noticias... Si un velero ‘vive’ (bien
cuidado) más de 20 años, y conociendo la media de rayos que caen en
los barcos, todo indica que con probabilidad un rayo golpeará su
embarcación de lleno, en algún momento de su vida útil. Las
estadísticas no mienten, de modo que ojalá le pille en puerto y
fuera del barco.
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