Todo el
mundo lo habrá podido leer en muchos libros, algunos incluso
ilustrados por dibujos nada tranquilizadores. Son solo mitos. En
situaciones de mares enormes y olas pavorosas el aceite no sirve
para nada.
Sin embargo el efecto es muy real, y se debe a la tensión
superficial creada por la película de aceite, gasóleo o jabón que
hayamos lanzado por la borda. Cuando pasa la ola esta extiende la
película perdiendo una pequeña parte de su energía, que es disipada
en forma de calor por rozamiento. La alta tensión superficial hace
más lisa la superficie del agua. Cuando las olas son de tamaño
medio, también se observa una disminución en el número de olas
rompientes conocidas como ‘borregos’.
Pero cuando el estado de la mar es verdaderamente malo, todo lo
dicho hasta ahora no vale para nada. La perdida de energía debido al
aumento de la tensión superficial es despreciable frente a la
monstruosa energía de una cresta rompiéndose. En una mar en temporal
con fuertes rompientes, ni llevar aceite por cientos de litros
resultaría solución ni tan siquiera para aguantar un poco, mientras
esperáramos una mejora de las condiciones.
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