Los peligros del
remolque
Amarrar un
cabo a una de las cornamusas de popa para tirar de otro barco puede
acabar en una rotura de la cornamusa, de la sujeción del barco
remolcado, en un peligroso latigazo si el cabo se partiera. Pero
incluso podríamos llegar a hundir la embarcación remolcadora, al
aumentar de forma muy seria el asiento hasta hacer que la popa
embarque agua.
La tensión del
cabo de remolque puede cambiar con mucha rapidez su tensión
generando ondas de tensión en el mismo cabo que podrían hacernos
mucho daño si nos llegara a golpear. En muchos casos lo suyo es
tirar desde un punto central que pasara más o menos sobre el eje de
crujía y en la zona de la popa, haciendo para ello un arco mediante
un cabo amarrado a las dos cornamusas de popa.
También
debemos tener cuidado con el cabo de arrastre para que este no
pueda, en ningún momento, ser cogido por la hélice del barco
remolcador. Con mala mar u oleaje el cabo puede perder la tensión
durante unos segundos entre ola y ola quedando semihundido y con
peligro de ser pillado por la hélice.
Cómo llevar a cabo
el remolque
Una de las
claves está en la forma de amarrar ambos barcos y en la velocidad de
remolcado que será más lenta cuanto peor sea el estado de la mar.
Como ya hemos
dicho el punto de tiro deberá estar lo más centrado posible. Si
tiramos desde una de las cornamusas de la banda se generan pares de
fuerzas que tienden a desestabilizar la ruta del barco que tira
remolcando. El efecto es muy notable y podemos vernos dando bandazos
que también afectan al barco remolcado viéndonos finalmente en una
ruta en zigzag de lo más molesta y desquiciada.
Este
indeseable efecto se atenúa si utilizamos una longitud de cabo
importante. Lo suyo es utilizar un cabo de al menos 50 metros y
naturalmente utilizar un aparejo que permita el tiro de forma
centrada. En este sentido podemos montar una pata de gallo o buscar
un punto de anclaje centrado en el eje del barco. Al aumentar la
longitud del cabo aumenta la capacidad de este para absorber los
tirones que pueden llegar a ser muy violentos cuando las fuerzas del
barco remolcado y remolcador son opuestas tras el paso de alguna ola
irregular.
Debemos
recordar que cuanto más alto sea el punto de tiro del barco
remolcador, mayor será el par generador de cambio de asiento que
tiende a hundir la popa del barco remolcador. Por esta razón
intentaremos sujetar la pata de gallo lo más abajo posible o lo más
avanzado que se pueda.
La velocidad
del remolcador debe ser lenta y constante para evitar los tirones.
Al disminuir la velocidad se reducen las fuerzas de tensión y así el
riesgo de rotura del cabo de remolque. En cualquier caso lo suyo es
llevar siempre un tripulante en popa mirando hacia el barco
remolcado y controlando la maniobra. Si el cabo pierde tensión el
objetivo es volver a tensarlo pero con la mínima brusquedad. Para
ello si llevamos muy poca arrancada, avanzaremos lentamente hasta
que el cabo se tense y sólo entonces iremos metiendo motor de forma
progresiva. El ayudante de popa que vigila la maniobra debe
avisarnos de forma instantánea si el cabo corriera peligro de ser
cogido por la hélice. Con la pata de gallo este riesgo es pequeño
pero sigue existiendo.
Cuando
remolcamos un velero sin gobierno por haber roto o perdido el timón,
este puede llevar el motor en marcha a velocidad mínima de forma que
ayude a quitar tensión al cabo de remolque, pero siempre de tal
manera que la velocidad conseguida por el velero sea menos de la
mitad de la velocidad del barco remolcador.
Es evidente,
pero la VHF del barco remolcado y remolcador deben estar siempre
encendidas en un canal no reservado, para que podamos intercambiar
cualquier comentario o petición entre ambos barcos.
Cuidado con los
barcos varados
Si el barco
que recibe ayuda está varado y tratamos de socorrerlo tirando de él,
podría ocurrir que en el arrastre contra el fondo arranquemos una
toma de fondo o hagamos un agujero en el casco, pasando de tener un
barco varado a un barco que se hunde. Por ello actúe con prudencia y
siempre muy poco a poco. En caso de intentar arrastrar un barco
varado, lo suyo es esperar la pleamar si la hubiera, y si es el
Mediterraneo sin mareas, aligerar al máximo la carga del barco
encallado, desembarcando a todo el mundo y vaciando los tanque y
depósitos de agua. La disminución de peso enseguida se nota y hará
que el barco gane flotabilidad.
En algunos
casos de varadas complicadas, lo mejor es acercarnos al barco que
necesita ayuda y asegurarnos de que todo el mundo está bien y sin
lesiones y que llevan puestos sus chalecos salvavidas. Si
necesitaran alguno más, déjele los suyos y pregunte si han llamado a
salvamento marítimo y si se ha solicitado un servicio de
remolque. Lo malo es que un servicio de remolque profesional
cuesta mucho dinero.
Si nos
viéramos comprometidos al intentar dar ayuda, nos quedaremos cerca
de la embarcación con problemas hasta que aparezca la embarcación de
salvamento marítimo o un barco de remolque profesional. Así nos
aseguramos de dar cobertura a la embarcación con problemas que se
tranquilizará con nuestra presencia y evitaremos posibles problemas
a nuestra tripulación y a nuestra embarcación.
El material de
remolque
En muchas
ocasiones los aficionados utilizan el cabo de fondeo para intentar
el remolque, sin ser el cabo más adecuado. Los cabos de remolque
están formados por una combinación de fibras sintéticas que los hace
del orden de un 10% elásticos y deben ser de gran resistencia a la
rotura. Es mejor utilizar un cabo de amarre de sección
importante y bastante
largo para que pueda absorber los tirones.
En un remolque profesional
utilizaremos una luz estroboscópica para indicar a otros barcos que
llevamos un remolque entre manos lo cual puede ser fundamental en
aguas muy concurridas o con escasa o nula visibilidad y naturalmente
por la noche.
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