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Descubrir los secretos del viento

 

 

Parece evidente saber de dónde viene el viento y cuánto sopla...  Sin embargo, ser fino e intuir lo que pasa a nuestro alrededor requiere experiencia y aprendizaje.

 

Mirar al viento para determinar su dirección relativa y su intensidad, puede parecer fácil, aunque tiene muchos matices.

 

pero conocer lo que hace el viento a nuestro alrededor, se prende con trucos y pequeñas técnicas fruto de la experiencia.

Cuando volaba en ala delta, nos decíamos que menos mal que el viento no se puede ver, pues si así fuera, nos lo pensaríamos más antes de lanzarnos al vacío. Y es que, aunque no se vea el viento, su dinámica es intensa y muy caótica. Cuando la brisa es suave

y ligera, siempre se muestra caprichosa y cambiante... Pero el viento deja huellas que podemos aprender a "leer".

Los buenos navegantes no tiene necesidad de consultar la instrumentación electrónica,  para conocer y saber al instante de forma aproximada, lo que van a leer en los instrumentos. Además el experimentado navegante conocerá muchos más datos inaccesibles a la electrónica. Las rachas dejan una impronta en la superficie del mar, los cambios de dirección o intensidad también dejan su “huella” alrededor de nuestro barco. Así, podemos anticiparnos y navegar con mayor seguridad, con mejor rendimiento y con mayor comodidad.

 

Encararse al viento mientras observamos los signos a nuestro alrededor, es casi un arte que requiere aprendizaje y nos llena de satisfacción. La vista ayuda tanto como el oído y el tacto del aire en nuestra cara. Por ello es bueno llevar unas gafas con cristales polarizados, que mejoran la visión a nuestro alrededor, al eliminar los reflejos de luz innecesarios. Buscaremos zonas en donde se formen ondulaciones sobre la superficie del agua.

 

Hay que "Oler" el viento desde la parte más alta de la cubierta, para tener una mejor observación. Debemos estudiar durante unos pocos segundos cada sector angular a nuestro alrededor. Mirar a lo lejos zona por zona, como si buscásemos a un aliado invisible. Empezaremos oteando cada sección a una distancia de unas 10 a 15 esloras por delante y poco a poco adelantaremos el punto de atención, más allá hasta una distancia de una milla. Observamos el comportamiento de la superficie del agua, que aunque tenga olas, mostrará diferencias sobre sus crestas.

 

Las diferencias de tonalidad también nos hablan. Una mancha más oscura y rizada delata un incremento de viento en esa zona. Mientras tanto, miraremos con atención la forma de nuestras velas, que nos indican lo que está haciendo el viento alrededor de nuestro velero.

Los barcos que pudieran navegar a nuestro alrededor son auténticas veletas locales, que nos ayudarán a interpretar lo que hace el viento en esas situaciones. Si un barco que navega a mismo rumbo bien por delante nuestro hace un cambio de trayectoria, ya sabremos lo que nos espera en unos minutos. Cuando el viento cambia de dirección, a veces es solo una racha de mayor intensidad, y debemos estar preparados para ello, especialmente si navegamos cerca de la costa en donde la orografía manda.

Recuerdo navegar despistado al sur de Ibiza cerca de “Es Vedrá” con solo 10 o 15 nudos de viento y de repente pasar, en solo unos pocos segundos, a más de 30 nudos. Un susto y tumbada con todo el trapo desplegado, que de no haber ido distraído, debiéramos haber “visto” en la superficie del mar y haber previsto, debido al embudo que hace la costa con el perfil de la isla de Es Vedrá.

 

 

Cerca de la costa, también podemos fijarnos en banderas y árboles para adelantarnos a los cambios del viento. El humo de alguna chimenea y fogatas, es un perfecto chivato sobre lo que hace el viento en ese lugar. Los barcos fondeados también son buenos marcadores, al fijarnos en su orientación como enormes veletas a nuestra disposición, aunque en este caso las corrientes locales les pueden afecta y equivocarnos. El vuelo de los pájaros también puede ser un indicador a tener en cuenta, ya que siempre despegan contra el viento y muchas veces vuelan hacia él para generar sustentación.

 

 

Si navegamos en alta mar con vientos flojos, las nubes también nos cuentan muchas cosas. Debemos arrumbar hacia ellas, si no se alejan mucho de nuestra derrota, pues en sus cercanías tenemos posibilidad de coger más viento. En estas condiciones los efectos térmicos y la evaporación se hacen notar en la atmósfera circundante.

Por supuesto que debemos aprovecharnos al máximo de la tecnología de comunicaciones y bajar todos los partes meteo que estén a nuestro alcance. En alta mar, es muy buena idea hacerse con una cuenta en “Predict-Wind” (con Iridium), con la que descargar todos los días el parte meteorológico de la zona en la que navegamos y en la que pretendemos navegar al día siguiente. Si tenemos acceso a Internet, por ejemplo mediante Starlink, debemos consultar Windy que ofrece información muy detallada, o también SailFlow, Meteo France, o el National Weather Service. Varias fuentes de información nos permiten contrastar datos y valorar mejor lo que nos espera para las siguientes horas.

 

 

 

 

 

 

 

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