El Océano Ártico
dejó de ser el objetivo de valientes exploradores y expediciones
para convertirse recientemente en motivo de disputas debido a las
riquezas naturales que esconden sus fondos.
En la carrera por
su dominación participan Rusia, Dinamarca, Canadá, USA, y Noruega.
¿El objetivo? Lograr expandir aún más si cabe las zonas de soberanía
sobre el mar.
Triste pero
conocida historia en la que el expolio a la naturaleza sustituye al
más noble espíritu por la aventura.
En 1.827 se
iniciaba la carrera por alcanzar el polo norte. El explorador Inglés
Parry, logró alcanzar el paralelo 82. Mucho más tarde, el Noruego
Nansen navegó en 1.895 con su barco el "Fram" hasta el
paralelo 84, y desde allí subió todavía más al norte en trineo hasta
alcanzar el paralelo 86. Pero finalmente es el Norteamericano Peary
quien llega al Polo Norte el 6 de abril de 1.909.
El hijo de un
pequeño armador Noruego llamado Roald Amundsen descubre el pasaje
que conecta el Atlántico y el Pacífico. Para realizar esta aventura
compra el "Gjoa", un velero de 22 metros que le permite
partir de Oslo en 1.903, y con el que permanecería prisionero de los
hielos durante dos inviernos seguidos. En 1.905 consigue navegar
conectando los dos océanos entre sí.
¿Pero porqué esta fiebre por
controlar el Polo Norte?
Fácil. En el Polo
Norte se esconden la cuarta parte de todas las reservas de petróleo
y gas natural que quedan por descubrir en nuestro planeta. El Polo
significa también la posibilidad de navegar con una nueva vía
marítima que une los dos océanos más importantes del planeta sin
tener que pasar por el canal de Panamá. Bien es sabido que debido al
cambio climático es posible navegar por el Polo Norte cada vez
durante más meses al año. Esta nueva ruta marítima une Europa y los
países Asiáticos permitiendo reducir en un tercio las millas
navegadas. Enormes ahorros de coste de transporte.
Todos los países
cercanos al Polo Norte intentan reivindicar frente a Naciones Unidas
su derecho a explotar estos futuros recursos mediante la extensión
de las ya de por sí anchas 200 millas desde la costa, mediante
artimañas como son la extensión de la plataforma continental
(aprobada en una triste convención de naciones unidas en 1.982)
Por ello la
dorsal submarina de Lomonossov permanece en pleno conflicto entre
Dinamarca, Rusia y Canadá. Los Daneses consideran que esta
cordillera submarina que va desde Groenlandia hasta las islas de
Siberia forman parte de la extensión del territorio Danés de
Groenlandia. Los Rusos por su parte la consideran como prolongación
de Siberia. Y los Canadienses estiman que se trata de una zona
ramificada de su plataforma continental.
En una reciente
expedición con batiscafos, los Rusos afirman incluso haber plantado
su bandera en el fondo oceánico a más de 4.000 metros de
profundidad. Parece ser que el acto simbólico podría ser además de
una “broma reivindicativa” un fraude con video-montaje (ver noticia
"Batiscafos").
Y los Canadienses
no se quedan a la zaga. El pasado 10 de Agosto el primer ministro
del Canadá, Stephen Harper, anunciaba la construcción de un puerto
en Nanisvik en la punta norte de la isla Baffin situada bien al
norte. También prevén la instalación de una base militar en la isla
de Cornwallis en mitad del paso Noroeste de los dos océanos.
En el fondo de la
cuestión está otra vez el maldito petróleo que tantas guerras y
atrocidades genera. Y la ONU acepta sin más estas “Rifas” sobre la
propiedad de los mares, sin tener la valentía de proclamar que el
mar sencillamente no pertenece a nadie. Mientras tanto las futuras
extracciones de crudo aumentarán la contaminación y degradación del
medio ambiente ártico… ¿Hasta cuando?. ¿Dejaremos que la codicia
humana se convierta en locura?. ¿Locura por destruir nuestro entorno
que nos sustenta?
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