Los icebergs son bloques de un glaciar polar que se desprenden y
comienzan un viaje a la deriva que lo llevará hasta latitudes
inferiores en los que se fundirán hasta desaparecer. No están hechos
de hielo como se podría pensar en principio.
Son grandes acumulaciones de nieve apelmazada. Por esta razón son
blancos y no transparentes como el hielo. Y como es bien sabido, la
parte emergida (que se ve) es muy pequeña respecto al tamaño total
del iceberg. A veces su masa es absolutamente enorme pudiéndose
comparar con la de una pequeña montaña.
El agua de mar
hiela a la temperatura de -1,8 ºC debido a su concentración de sal,
y cuando lo hace la sal es expulsada de la estructura cristalina, lo
que hace que el hielo en el mar sea casi puro. La congelación
comienza por pequeños cristales de hielo de poco más de un milímetro
formados sobre la superficie y que dan al mar un aspecto aceitoso.
Estos acaban por juntarse en pequeños fragmentos de 30 cm a 1 metro
con espesor de unos 10 centímetros creando una superficie rugosa
blanquecina y helada. Si la temperatura sigue descendiendo y gracias
a la fuerza del viento y las olas, estos bloques chocan entre sí y
se sueldan unos a otros formando la banquisa.
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