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La bárbara exploración petrolífera

 

 

En 2010 una exploración submarina tras un estudio sísmico en un pozo de petróleo acabó con la vida de 11 tripulantes del Deepwater Horizon y originó una bola de fuego visible hasta 64 kilómetros de distancia en la costa de Estados Unidos. El pozo se hundió y generó el mayor escape de chapapote de la historia norteamericana.

Los pozos de petróleo en alta mar son muy peligrosos para el medio ambiente marino y por descontado para los trabajadores. La mera prospección para descubrir nuevos yacimientos es una total barbarie

para el medioambiente marino. Para cartografiar el subsuelo del lecho marino, los ingenieros recurren a explosiones submarinas generadas por "bombazos" de aire a presión que descargan una brutal potencia sonora en forma de onda de choque de 250 decibélios, cuyos ecos tras rebotar en las capas del subsuelo son analizados por hidrófonos. Así se consigue conocer las capas de sedimentación geológica y deducir si pueden encontrarse bolsas de gas o de petróleo.

 

Hasta aquí todo parece "excelente", pero la realidad es oscura, imprevisible, peligrosa y terriblemente dañina para los animales marinos. Tuve personalmente la suerte, o la desgracia, de experimentar lo que se siente en un bombazo submarino durante una inmersión de buceo en Indonesia, donde algunos pescadores desaprensivos siguen practicando el "fish bombing". Es simplemente aterrador y potencialmente mortal si te pilla un poco más cerca del epicentro explosivo. El cuerpo te retumba, sientes un estruendo fortísimo y seco sin ninguna reverberación, la caja torácica se te aplasta y sales a superficie asustado por la brutal experiencia. ¿Los ingenieros geológicos hablan de ello? De la catástrofe implícita en la exploración petrolera en el mar? ¿De las muertes de las que son culpables?

 

¿Cómo se mapea el fondo marino?

Las pruebas sísmicas que permiten mapear el fondo marino para tratar (que no asegurar) de saber si hay o no petróleo escondido susceptible de ser entonces perforado y extraído, consisten en explosiones generadas por bombazos de aire a presión emitidos por pistolas neumáticas que producen una potentísimo "boom" submarino. La onda viaja hasta el fondo y hace una primera reflexión sonora. Parte de la energía del bombazo penetra en el lecho marino y comienza a producir otras nuevas reflexiones sonaras en diferentes tiempos, dependiendo del espesor y distancias a las que se encuentren las capas de sedimentación.

¡Y este horror cada 10 segundos durante las 24 horas del día durante varias semanas seguidas! La pregunta no es si estas prospecciones pueden alterar la vida de los cetáceos, y todo tipo de pelágicos y vida marina. La pregunta que esconden las petroleras es cuánta vida están destruyendo en el mar.

En un informe del "Canadian Journal of Zoology" se analiza que los nuevos equipos de prospección sísmica han doblado la potencia sonora y que el impacto sobre la vida marina es muy preocupante. Si la explosión no es mortal por encontrarse la vida alejada de la explosión, se anula la comunicación entre cetáceos, se alteran o estropean los órganos que les permiten navegar por el océano y localizar la comida, se destruyen los huevos de los peces, las larvas que se convertirían en animales adultos mueren, se revientan las vejigas natatorias de los peces y en general ocurre la aniquilación de la vida y la migración de las especies a otras áreas no afectadas.

Según este mismo estudio el comportamiento de focas pasa a ser extraño, quizás sordas, incapaces de alimentarse. Tortugas incapaces de oír a barcos por destrucción de sus tímpanos, y cambios drásticos en la vida marina desde una distancia de 500 metros hasta varios kilómetros a la redonda. Por debajo del radio de 500 metros es todo destrucción. El zooplancton que está en la base de la cadena alimenticia se ve especialmente dañado y muere en un radio hasta 1,2 kilómetros de las explosiones.

Ballenas y delfines que necesitan de su sofisticado sistema de eco-localización no pueden vivir en las zonas afectadas y acaban manadas completas varadas y muertas en las playas.

El sonido se transmite muy bien debajo del agua y por ello las explosiones se escuchan nítidamente incluso a centenares de kilómetros. Durante una inmersión de buceo en el arrecife de Tubattaha en las Filipinas, puede también escuchar explosiones con su característico sonido seco y mate. Cuando lo comentamos a los guardas y Rangers de la zona protegida teóricamente por la UNESCO, nos comentaron que eran pescadores piratas norcoreanos, pero debido a la extensión del parque natural y los pocos medios de protección, siguen aniquilando la vida marina a sus anchas.

 

 

 

La barbarie sísmica afecta a las costas africanas

En los próximos meses del año 2.020 la empresa Rosgueo tiene previsto cartografiar por un presupuesto de 400 millones de dólares, 4.000 kilómetros cuadrados a base de explosiones, para registrar los datos sísmicos del fondo marino en Mozambique y la costa Este de África. Pero nadie habla de lo que esto va a suponer para el medio marino. Solo interesan los hidrocarburos y el posible beneficio económico derivado de su explotación. Y no hablamos en estas líneas de las consecuencias de seguir incrementando a nivel global de CO2 por el consumo de más hidrocarburos...

Existe un manifiesto firmado por las empresas petroleras según el cual, se obligan a si mismas a proteger el entorno natural en beneficio de las generaciones futuras y para asegurar la sostenibilidad y la ecología en el desarrollo de la explotación de los recursos petroleros. Este acta Act28-2002 “Mineral and Petroleum Resources Development” es sencillamente papel mojado. Un repertorio de buenos propósitos que en teoría deberían hacer cumplir todos los gobiernos de todos los estados del mundo.

La petrolera PetroSA reconoce incluso en su página web el potencial peligro del impacto que acompaña a estos informes sísmicos y de la necesidad de realizar consultoría medioambiental. De nuevo un lavado de cara que apunta a la necesidad de crear zonas de protección medioambiental, dando a entender que el resto es masacrable y explotable. También es necesario que a bordo del barco que lleva a cabo los estudios sísmicos se encuentre un observador (Trained Marine Mammal Observer) y que el área sea observada al menos 30 minutos antes de las explosiones para determinar si hay cetáceos en la zona y poder posponer el trabajo. Además se indica en la norma, la obligatoriedad de comenzar con explosiones menores para dar tiempo a los animales para que huyan…

El dilema es mayúsculo pero está decidido de antemano por los políticos, pues el valor del petróleo que puede esconder las costas de Sudáfrica es de 177.000 millones de dólares y generar decenas de miles de puestos de trabajo. Sin embargo hay denuncias locales que alertan sobre los efectos adversos a estas decisiones.

• La actividad sísmica impacta la vulnerabilidad de las especies marinas incluyendo a los mamíferos marinos, en un área mucho mayor a la incluida en la concesión de actividad extractora de recursos petrolíferos.

• Los stocks de pesca y los trabajos de pesca artesanal serán casi destruidos o se verán muy afectados.

• Los puestos de trabajo prometidos irán directamente a empresas petroleras y no producirá empleos locales. Los beneficios no generarán inversiones locales en las costas afectadas.

• Las consecuencias de este proyecto afectarán mucho más allá de las fronteras de la concesión y alcanzará el parque marino de Bazaruto National Park.

Por su parte, la empresa SASOL quiere llevar a cabo un estudio sísmico en las provincias de Sofala y Inhambane con el objetivo de encontrar posibles bolsas de gas natural en las hasta ahora prístinas costas de Mozambique.

 

Detener los estudio sísmicos

Recientemente, el National Resource Defense Council, la organización Oceana, EarthJustice, el Organism Center for Biological Diversity, Defenders of Wildlife, y toda otra serie de grupos locales, lograron en el estado de Carolina del Sur en EEUU, la aprobación de una ley que prohíbe los bombazos de aire comprimido en el océano Atlántico.

Sin embargo, y gracias los cambios en la administración Trump, 5 empresas petroleras tienen luz verde para seguir con las explosiones sísmicas y buscar yacimientos de gas y de petróleo desde las costas de New Jersey hasta las aguas de Florida.

Y así sigue la guerra entre las asociaciones de protección del mar y los senadores que por intereses económicos se empeñan en destruir el medio ambiente y el mar. En una reciente revisión de la "National Oceanic Atmospheric Administration", o sea la famosa NOAA, se ha "concluido" y rectificado de forma sorprendente, empujada por intereses y presiones, publicando que las explosiones puede ser efectuadas sin significativos daños a la vida marina y sin poner en peligro a especies protegidas o en vías desaparición.

Y para justificarse de alguna manera, la NOAA ha sentenciado que tales explosiones quedan prohibidas durante los meses de Noviembre a Abril, en algunas regiones del Atlántico rutas de migración de las escasas 450 ballenas que cruzan sus aguas. También será necesario que en los barcos de análisis sísmicos, viaje un observador validado por la NOAA para comprobar lo que ocurra. Es decir, acabemos con la vida en los océanos, pero eso si... documentándolo.

Y lo que ocurre es evidente. No importa lo que pase, estamos acabando con la vida en el mar a una velocidad hasta ahora desconocida. Los biólogos de la NOAA indican que no serán posible las explosiones si se detecta una ballena de especie protegida en 56 millas a la redondo, mientras que Diane Hoskins desde Oceana asegura que tal distancia es del todo insuficiente. Las explosiones son de tal potencia que se pueden llegar a registrar a 2.000 millas náuticas del punto de la explosión.

Y todo ello es sólo el aperitivo de este pastel envenenado, pues la cartografía del lecho marino abre las puertas a la explotación, perforación y extracción petrolífera, con los grandes peligros medioambientales que todo ello conlleva.

Mientras tanto, el estado de Florida, que ya ha tenido que lidiar con derrames desastrosos en el golfo de México, ha prohibido las perforaciones offshore.

Vivir para ver… De algo podemos estar seguros. Los mares mueren. La duda está en saber la fecha de defunción.

 

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