A
medio plazo en sólo unos pocos decenios nos jugamos el mayor
desastre mundial que jamás hubiéramos podido imaginar. Leon McCarron
de National Geographics comenta “He notado en mis viajes que
cuanto más desconectadas están las personas con el medio ambiente,
menor es el deseo por protegerlo y por ello es crucial educar a las
nuevas generaciones sobre el entorno para que lo puedan entender y
activen todos los recursos para protegerlo”.
Ken
Yeang pionero en arquitectura sostenible y el mayor especialista
mundial en instalaciones bioclimáticas lo deja aún más claro
“hemos sobrepasado el punto de no-retorno por nuestra actividad
industrial y esto nos lleva directo a grandes desastres
medioambientales”.
Los
efectos del cambio climático se están materializando mucho más
rápido de lo esperado. Se ha producido un incremento fuerte en las
temperaturas durante los últimos 10 ó 15 años. Las emisiones de CO2
han pasado de 40.000 a 50.000 millones de toneladas al año. El
Ártico se funde a mayor velocidad de lo estimado. Los glaciales se
deshacen y vierten al mar, y se registran fenómenos meteorológicos
de extrema intensidad.
Nuestra continuada dependencia del petróleo no es muy diferente a la
de los fumadores que por mucho que lean en las cajetillas que el
tabaco es cancerígeno y mata, no dejan por ello de fumar…
LOVE can change everything… Incluso el cambio climático.
Así
se manifiesta Michael AW. La compasión es un sentimiento inestable
y es necesario traducirlo en acciones, pues en caso contrario se
implanta la apatía, la desgana y la depresión.
Debemos explicar y dar a conocer la fantástica belleza de la
naturaleza. Es necesario enseñar a todos lo conmovedor que es nadar
al lado de un delfín, la enriquecedora conexión que se puede
experimentar interactuando con mamíferos marinos, descubrir la
majestuosidad de las mantas oceánicas, apreciar la perfección de los
tiburones, sorprenderse ante la sinuosa e hipnótica natación de una
raya, descubrir la fascinante inteligencia de los pulpos, la
insuperable y admirable capacidad de mimetismo de tantas y tantas
forma de vida marina, deslumbrarse ante el inimaginable colorido de
los peces del arrecife, la inefable belleza de sus tramados y
tonos, sus desconcertantes y sorprendentes comportamientos,
dejarse envolver en el medio de los densos cardúmenes de peces más
brillantes que la plata, sentir el frenesí de un grupo de tiburones
en plena cacería…
Es necesario enseñarlo,
explicarlo y transmitirlo en películas y fotografías, en
exposiciones Imax, en arte y pinturas, en estudios científicos y
documentales de naturaleza. Es necesario invitar a que todos
conozcan lo que estamos destruyendo.
Ya
saben, que corazón que no ve… corazón que no siente. Lo cierto es
que nos va mucho más en ello, que la pérdida de una parte de la
biodiversidad y de los bellos peces de arrecife, del oso polar o los
pingüinos en la Antártida. Estos son sólo algunas inmediatas consecuencias.
Necesitamos a la naturaleza y no al contrario, y para salvarnos como
especie debemos enfrentarnos a la verdad. A cada medida tomada en
favor del medioambiente se producen dos pasos marcha atrás. Desde
el año 2006, en que Al Gore publicara su famoso documental “Una
verdad inconveniente”, el siguiente año 2007 se repitieron
temperaturas del año anterior. El siguiente año fue aún más
caliente y a su vez superado por 2010, hasta que en 2014 volvieron a
saltar todas las alarmas como el año más caluroso jamás registrado
en toda la historia de la humanidad. Pero llegó el 2015 y se
volvieron a batir records y a comprobar cómo el 60% del coral en
Australia estaba ya está blanqueada y destruido…. Pero 2016 ha vuelto a
batir records… ¡otra vez!
Llevo buceando más de 25 años por todas partes, y a pesar de la
destrucción innegable ya consumada, aún existe tanta belleza por
preservar… tanto por lo que luchar y tanto con lo que disfrutar. Es
obvio que quien no conoce lo que está muriendo no sufre, de la misma
manera que un sordo no puede nunca conocer lo que se pierde al no
poder conocer la música y la magia de los sentimientos que
transmite. Por ello es urgente descubrir lo que estamos
esquilmando, lo que está desapareciendo.
Es
fundamental difundir el mensaje, pues la fuerza de la naturaleza es
brutal y si las sociedades tomaran cartas en el asunto, el poder
recuperador de la vida tiene más fuerza que el mal que infringimos.
Así ha ocurrido, por ejemplo, en las castigadas costas Somalíes, en las
que como consecuencia de la falta de actividad pesquera debido al
insostenible peligro de la piratería, la riqueza de sus mares ha
crecido notablemente contra todo pronóstico.
Admitir la realidad
Así
las cosas, no es de extrañar que el Ártico se esté fundiendo y
haciendo navegable el polo norte todos los veranos, para regocijo de
las petroleras que estudian la explotación de sus aguas libres para
la extracción petrolífera…. Las temperaturas en el ártico se
incrementan al doble de velocidad que en el resto del mundo. La
temperatura media en Alaska ha ascendido 11 grados centígrados en
los últimos años, mientras que los hielos del Ártico desaparecen
rápidamente indicando que en los próximas décadas no quedará nada de
ellos.
Todo ello hace subir el nivel del mar, el aumento en el número de enormes
tormentas, mayores inundaciones, olas gigantes, así como fuegos y
terribles sequías en otras zonas del planeta.
En
el Indo-Pacífico, desde Maldivas hasta Indonesia y Tailandia, e
incluso en zonas de occidente, la temperatura del agua en verano
alcanza máximos de 34ºC imposibles de soportar para la inmensa
mayoría de los corales que son aniquilados sin solución. Estamos
perdiendo los tesoros naturales a marchas aceleradas. El nivel
máximo admisible de CO2 de 350 partes por millón alcanza ya en 2016
las 400 ppm, mientras que no conseguimos disminuir nuestra
dependencia de las energías fósiles.
Los
baremos económicos y políticos por los que se explica la falta de
rentabilidad de las fuentes de energía renovables, no tienen en
cuenta el desastre ecológico que se está infringiendo contra la
naturaleza. El economista Nicholas Stern autor del informe sobre
impacto climático encargado por el gobierno británico y experto de
referencia en asuntos económicos sobre el cambio climático considera que el coste derivado de la
inacción ante el cambio
climático es notablemente mayor al 5% del PIB mundial. ¿Se han
molestado los responsables en políticas energéticas en introducir esta variable en los estudios de
rentabilidad de las energías renovables? Por ello debemos alegrarnos
y sonreír al ver cualquier planta solar o parque eólico, renten lo
que renten desde el punto de vista de la obsoleta economía
decimonónica.
Detener el cambio climático
Aunque ya es demasiado tarde para revertir los efectos del CO2 y
sobre todo del metano lanzado a la atmósfera por la descomunal
ganadería mundial y que es por goleada el factor más determinante en
la aceleración del efecto invernadero, aún podemos mitigar y
retrasar los efectos. Es necesario reducir drásticamente las
emisiones a la atmósfera.
La
esperanza radica en la tecnología que también ha avanzado mucho más
rápido de lo esperado. Los coches eléctricos son ya una realidad que
se va a generalizar en los próximos 4 o 5 años. Los paneles
fotovoltaicos han bajado de precio a una décima parte en estos
últimos 10 años. Se han conseguido avances espectaculares en el
almacenamiento de energía, ahora tenemos materiales más sostenibles
y elementos que consumen una décima parte de lo que consumían hace
unos años.
Aunque aún quedan correosos políticos, especialmente entre
determinados grupos de presión que prefieren adoptar el
comportamiento del avestruz, o simplemente intoxicar a la opinión
pública con mentiras y manipulaciones intencionadas, la evidencia es
clara y transparente; El planeta está sufriendo y corremos hacia la
extinción.
En
el acuerdo de Paris en 2016 sobre cambio climático ha quedado
patente la urgencia en la toma de decisiones, y 175 países han
marcado el firme propósito de querer limitar el calentamiento a sólo
2ºC. Pero necesitamos planes para reducir y limpiar la atmósfera de
gases de efecto invernadero. En caso contrario dentro de 40 años el
nivel del mar estará como mínimo un metro por encima del actual y
seguirá subiendo. Países y regiones enteras van a desaparecer bajo
el mar. Las Maldivas o Kiribati ya están de hecho sufriendo fuertes
inundaciones con resultados devastadores.
Pero unos pocos países pobres inundados, unos cuantos osos polares
ahogados, unos miles de pingüinos muertos, algunos miles de
kilómetros de arrecifes muertos, unos pocos millones de kilómetros
cuadrados de glaciares fundidos, o una monótona y larga colección
de especies animales desaparecidas, no son motivo suficiente para
que dejemos de quemar petróleo…, especialmente si uno no vive en
Maldivas, no ama la vida marina y no es consciente de todo lo que se
avecina, pues estos efectos descritos son sólo parte del proceso
imparable al que nos enfrentamos y representa sólo un simple eslabón
en la cascada de desastres por llegar.
El
esfuerzo personal
La
mayoría piensa que su esfuerzo personal es inútil, demasiado
insignificante para producir cualquier mejora. Para la mayoría el
problema del cambio climático es demasiado abstracto y teórico. La
mayoría piensa que personalmente nada puede hacerse.
Pero todos podemos hacer algo, incluso en nuestro apasionante mundo de la
náutica de recreo. Aficiónate a la vela en vez del motor. Cuando
hagas salidas en motoras no tengas prisa pues el consumo de
combustible es mucho menor, y el barco sufre mucho menos. La
administración debería eliminar el impuesto de matriculación a
veleros y barcos eléctricos de forma urgente, igual que ya ocurre con
los coches eléctricos.
No
aceptes políticos que nieguen el cambio climático: sencillamente te
están engañando y manipulando en su propio beneficio. Intenta
consumir menos electricidad mediante el uso de bombillas LED, lava
con el agua menos caliente. Usa más la moto o la bicicleta y menos
el coche. Mira el periódico en Internet y no tires tanto papel a la
basura.
Come menos hamburguesas y más verduras, o si eres netamente
carnívoro tira también del pollo y del cerdo frente a las carnes de
vacuno, compra productos locales para los que se ha gastado
infinitamente menos energía en su transporte. Si puedes, aficiónate
a la horticultura y ten tu pequeño huerto en el jardín, planta más
árboles frutales que ornamentales. Son sólo millones de gotas de
actitud, pero juntas pueden hacer un mar.
Difunde el mensaje, explícalo a los tuyos, comparte las ideas y
difunde la realidad de lo que está ocurriendo. Pasea más por los
bosques y disfruta del mar y del entorno marino. Aficiónate al buceo
recreativo, pues no puedes ni imaginar la belleza que te espera y
vas a descubrir. Planta un árbol de vez en cuando y cultiva semillas
en casa para plantarlas en el campo al llegar la primavera.
Todos podemos y debemos hacer algo en esta luchar y la actitud es
fundamental. Cada acto personal tiene su pequeño resultado en algún
rincón del planeta. Difundir este mensaje es ya una condición
importante en sí misma.
Por cada pequeña acción llevada a cabo, hay un pequeño y
desconocido rincón del planeta que se preserva. Aunque la rueda de
la vida nos empuje día a día, es importante permanecer alerta y
tener un talante inconformista ante lo que nos "venden".
Protegemos a quienes queremos y por este motivo debemos amar la
naturaleza que forma parte de nuestro ser y de la que dependemos
totalmente. Tenemos que entender que nuestro planeta es nuestra
“casa”. Nuestro único hogar. Por ello disfruta y ama la
naturaleza, protégela. Defiende tu casa, la madre tierra, nuestro
amado planeta azul.
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