A simple vista solo es posible ver Venus, Marte, Júpiter y Saturno.
Es fácil equivocarlos con las estrellas más brillantes. Venus sólo
se puede ver a primeras horas de la mañana y tras el atardecer,
brillando por encima de las estrellas que lo rodean.
Para buscar a Marte, a Júpiter y a Saturno debemos pensar en una
línea que sigue al sol tras ponerse y que va hasta el amanecer por
el este; Es la Eclíptica formada por el plano en el que se mueven
todos los planetas. Marte tiene un color ligeramente anaranjado y
Júpiter brilla como una estrella destacada.
Pero lo que nos sacará de dudas es el centelleo de las estrellas. Al
estar muy alejadas de nosotros son un verdadero punto de luz incluso
mirándolas con el más potente telescopio.
En la atmósfera el aire está a distintas temperaturas y por tanto
densidades, haciendo que el índice de refracción cambié con los
vientos y las corrientes.
El punto de luz de la estrella cambia de luminosidad al atravesar el
equivalente a una multitud de pequeñas lentes deformantes. Los
planetas aunque muy pequeños son un verdadero disco de luz, y sus
distintos puntos luminosos se contrarrestan produciendo una
iluminación más constante sin centelleos.
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