Luces mágicas, fantasmagóricas y fosforescentes inundan el cielo
nocturno con tonos pastel. Seguramente la más grandiosa de las
manifestaciones eléctricas en la atmósfera. A veces ofrece luces
difusas, y en ocasiones rayos de sorprendente brillo que recorren
todo el firmamento.
Abanicos de
suaves colores que forman coronas o cortinas verdes, azules, rojas,
naranjas, blanca, amarillas. Todos los colores posibles en un
espectáculo vivo que evoluciona por segundos mientras una masa
colorida se une a otra o se disgrega con la palpitación de varios
rayos. La intensidad de la luz es a veces equivalente a la de una
luna en cuarto creciente, aunque algunas brillan con tal fuerza que
permiten la lectura de un libro.
Son usuales en
las zonas polares pero también han sido vistas en latitudes mucho
más al sur, incluso en el norte de España. “Aurora” es la diosa
romana del amanecer y la palabra griega “Boreas” significa viento.
Pero en el hemisferio sur son conocidas como aurora austral con
idénticas características y manifestaciones. Los mejores meses para
verlas son los de Septiembre y Octubre así como Marzo y Abril y un
buen lugar para observarlas es la región de Laponia al norte de
Finlandia.
Las auroras
polares se producen cuando un chorro de partículas formada por
protones y electrones procedentes del sol (es el denominado viento
solar) choca con los polos magnéticos de la tierra. Esto
produce una luz difusa proyectada desde la ionosfera y con forma de
óvalo centrados en los Polos magnéticos, que no coincide con los
geográficos de giro de la tierra (Por ejemplo en polo norte
magnético se encuentra en 82,7º N - 114,4ºW).
La corona
luminosa formada sobre el continente Antártico ilumina desde más de
100 kilómetros de altura ofreciendo el espectáculo “electrónico” más
espectacular de la naturaleza.
Las partículas
cargadas provenientes del sol son guiadas por el campo magnético de la tierra hasta
chocar con moléculas de oxígeno y nitrógeno del aire atmosférico que se excitan
emitiendo un fotón al regresar el átomo a su estado de equilibrio
(una millonésima de segundo después). Las Auroras se forman a gran
altura, entre los 100 km y los 1.000 Km de altura, allí donde la
densidad del aire es lo suficientemente baja para que se produzcan.
El fenómeno es en todo parecido a lo que ocurre en los tubos de neón
de la iluminación de casa pero a una escala descomunal.
La superficie
del sol está a 6.000º centígrados pero unos miles de kilómetros
sobre su superficie alcanza la monstruosa temperatura de 3 millones
de grados en la denominada corona solar. Es el campo magnético del
sol el que se encarga de concentrar los iones en esta zona lo cual
produce una enorme densidad de partículas y brutal temperatura, que
permite a su vez la eyección de chorros de partículas que viajan por
todo el espacio hasta la tierra. El chorro de plasma viaja a una
velocidad entre los 300 y 1000 kilómetros por segundo, de modo que
tarda un par de días en alcanzar nuestro planeta.
Un
espectáculo grandioso
Una de las
más espectaculares auroras ocurrió hace solo unos años, durante las noches
del 6 y 7 de Abril del pasado año 2.000, y fue ampliamente observado
por los habitantes de Helsinki al sur de Finlandia. Sus habitantes
sacaron a sus familiares de la cama diciendo:
"…No preguntes y sal ahora mismo fuera.
No vas a creer lo que ven tus ojos".
Fotos: Pekka
Parviainen
La revista
finlandesa del cielo, "Tähdet ja Avaruus", dedicó un suplemento
especial de 17 páginas al extraordinario espectáculo titulándolo "El
hemisferio norte en llamas". Y así se veía el sur de Finlandia
durante aquella fría noche de comienzos de primavera.
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Las
caprichosas formas de las auroras polares
Son
cambiantes y de muy diversos colores y formas. Durante la noche, la
aurora puede comenzar como un arco aislado muy alargado que se va
extendiendo en el horizonte, generalmente en dirección este-oeste.
Incrementa su brillo, forma ondas, rizos, columnas, o delgados
hilos. De repente todo el firmamento se llena de rayos que danzan a
gran velocidad… Un espectáculo grandioso que puede durar desde pocos
minutos hasta varias horas.
El colorido
dependerá de los átomos excitados por el plasma solar. Así el oxígeno
produce tonos verdes y amarillos con longitudes de onda de 557
millonésimas de milímetro (nonómetros) o también más raramente en
saltos cuánticos de color rojo 630 nm. Por su parte el nitrógeno
produce luz más azulada, o si es en su combinación molecular de N2
ofrece los preciosos tonos púrpuras en los bordes más bajos de las
auroras polares.
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