La luz del sol es
perfectamente blanca como nos lo indica la dispersión de su luz en
las nubes, o el reflejo de luz blanco en las noches de luna llena, o
simplemente la proyección de su luz directa sobre un papel y
mediante una lupa.
Pero cuando la
luz del sol tiene que atravesar una larga y espesa capa de atmósfera
como ocurre en los atardeceres cuando el sol está muy bajo, los
tonos azules se dispersan en la atmósfera mientras que la luz roja y
de tonos anaranjados sigue recta. Cuando el sol está a unos 5º sobre
el horizonte (10 minutos antes de caer) el espesor que tiene que
atravesar es unas 10 veces mayor al que ha de atravesar en su zenit,
permitiéndonos mirarle directamente. Justo encima del horizonte el
espesor es 100 veces mayor y su apariencia es de un bello rojo
encendido.
Si el cielo está cargado de humedad con gotitas en suspensión a
media altura y sin embargo en las capas más bajas está limpio, el
color rojo a su vez se difumina en el vapor de agua y todo el
paisaje se ilumina con tonalidades calientes, haciéndonos participar
de los más bellos atardeceres.
Artículos relacionados:
-
¿Por qué el amanecer
es menos colorido que el atardecer?
-
La existencia del Rayo Verde
|