Costas en las que
aún se respira la aventura mediterránea. En la que tan pronto nos
encontramos fondeados con otros amantes del mar, como paseando
entre calles empedradas, para toparnos con un afable cura de larga
barba blanca, contrastada con su negra y ortodoxa sotana, que juega
con sus amigos a la petanca en la plaza central de su pueblo.
Paseamos frente al mar, por caminos engalanados por milenarios
olivos, y perfumados por el aroma del azahar y naranjos que crecen
despreocupados al mismo borde del mar.
Islas habitadas
desde el neolítico, que han albergado diferentes culturas desde los
comienzos de la tiempos como los Minóicos, los Micenos, los Romanos,
los Bizantinos, Turcos, Venecianos y Europeos. Tierras en las que
habitaron héroes míticos como Ulises en la Odissea de Homero, los
Corintios. Escenarios de guerras también míticas entre las
superpotencias de la época, entre Atenienses y Espartacos hace 2.500
años.
Clima Jónico
Las Jónicas son más húmedas que el resto de las islas de Grecia, y
por eso abunda la vegetación. A pesar de ello es fácil encontrarnos
con buen tiempo, o incluso pasear en invierno en mangas de camisa.
La temperatura media en verano está entre los 26ºC y los 32ºC,
bajando en invierno entre 5ºC y 15ºC, aunque como he comentado, he
podido disfrutar en pleno Enero con unos soleados 20ºC en la isla de
Kerkira.
Los vientos son suaves, salvo cuando se establece el Meltemi,
normalmente desde Junio a Septiembre. El viento suele establecerse
desde el noroeste al oeste noroeste, con una fuerza de 2 a 5 nudos
para morir al atardecer. En los meses de más calor, a veces salta el
Maistro, un viento del norte o noroeste, con rachas severas en las
islas de Lefkadas, Ithaka, Zefalonia, y Zakinthos, que puede ser
descubierto al observar nubes alargadas en la cumbre es las montañas
más altas de estas islas.
Conocer las islas Jónicas
No
es mal lugar empezar por Corfú, ya en la frontera con Albania, en
donde nos pueden asaltar las dudas de tirar hacia el Norte para
adentrarnos en el Adriático y subir hasta Venecia recorriendo un
paisaje tan maravilloso como el que nos ocupa. Mucha gente al oír
hablar de Grecia piensa en las islas de Santorini, tan bellas como
áridas. Pero lo cierto es que Grecia es un poco como España en
cuanto a la variedad de climas y diversidad de sus regiones
totalmente diferentes, montañas nevadas, o costas de aguas
transparentes. Grecia tiene miles de rincones incomparables que
quieren ser descubiertos. 16.000 kilómetros de costas sin apenas
ningún mamotreto urbanístico como los que podemos encontrar desde
Fuengirola hasta Tarragona pasando por Benidorm.
Casi toda su costa es totalmente navegable con infinidad de refugios
resguardados, sople de donde sople Eolo. Las Jónicas son más suaves
en cuanto a vientos y por ello más fáciles para los que tienen menos
experiencia en navegación y decidan alquilar directamente en
cualquiera de las numerosas bases de alquiler. Quienes navegan desde
España tienen ya más que probada experiencia para descansar en
cualquier rincón del Jónico y más adelante adentrarse en el también
increíble y sorprendente Peloponeso, que tiene tantísimo por ver y
disfrutar, para más adelante virar al Norte pasado cerca de Atenas y
encontrarse con la Espóradas, sencillamente fantásticas con sus
playas de arena fina bordeadas por pinares perfumados.
La fantástica ruta
del Jónico; Desde Corfú
Corfú es buen
destino para emprender una larga ruta hacia el Sur Este, empujados
por los vientos mayoritarios del Noroeste, para recorrer desde la
frontera del sur de Albania hasta las bellas islas de Lefkada, Paxos, Zakinthos o Zefalonia, lugares míticos como Ithaka,
en los que la cultura se funde con el principio de las
civilizaciones.
Enormes lagunas de
aguas remansadas como la de Preveza al sur-este de Antipaxos, antes
de llegar a Lefkada unida al continente por un pequeño puente
flotante. Aguas en las que descubrir cavernas y aguas tan
transparentes como el cristal, tabernas perdidas en las que rezuma
la paz y la tranquilidad, lagunas resguardadas en las que poder
practicar deportes acuáticos con total seguridad, pueblos costeros
milenarios patrimonios de la humanidad por la UNESCO, calas y bahías
desiertas.
Corfú resultó ser un
auténtico descubrimiento que bien merece una o varias visitas de
varios días. En la marina de Gouvia encontramos diferentes flotas de
chárter y unas instalaciones modernas. El centro histórico a solo
unos pocos kilómetros esconde numerosas tabernas, supermercados en
los que avituallar el barco. Y muchos animados recorridos para
perderse entre las calles empedradas de sus diversas épocas
colonialistas.
En el norte de de la
isla de Corfú, también conocida como Kerkira, llegaremos a Kassiopi,
una amplia bahía de aguas resguardadas y aguas templadas a la
entrada del tranquilo y profundo “canal del amor” entre Corfú y la
Grecia continental. En las colinas de la costa se esconden muchas
villas de tejados anaranjados y construcciones venecianas escondidas
entre montes plagados de olivos.
Corfú está lleno de
rincones de gran encanto como la Bahía de Ermones en cuya plaza fue
encontrado el náufrago Ulises siendo acogido por Nausica, la hija
del rey Alquino. Corfú fue el lugar de moda para pasar las
vacaciones de las familias reales europeas, como la reina Isabel de
Austria conocida como la emperatriz Sissi que construyó un bello
palacio que no debemos dejar de visitar.
Recorrer el interior con un
coche alquilado tras amarrar el barco, por ejemplo en la moderna
marina de Gouvia, nos permite adentrarnos en paisajes verdes y
ondulados por suaves colinas que van dando lugar a pequeñas montañas
de hasta 906 metros de altura en el Pantokratoras. Al Oeste
la vista costa el hipo, con caídas de la costa sobre el mar entre distintas bahías y calas de fina arena. En
toda la isla se extienden densos olivares de los que se extrae un
afamado aceite de oliva, y otros productos como son sus ricos quesos
y vinos blancos. Los naranjos de Corfú son únicos, pues en ellos se
da una especie diminuta conocida como Kum-Kuat de la que se elaboran
dulces de naranja o el exquisito licor de mismo nombre.
Habitada desde el
Paleolítico, empezó a ser conocida en la antigüedad como Korkira y
más adelante Kerkyra, colonizada por los Corintios que construyeron
una gran acrópolis desde donde creció un importante desarrollo
comercial con flotas y colonias en islas adyacentes. Su riqueza
atrajo el interés conquistador de Atenas y Esparta que condujo a un
gran enfrentamiento en el año 432 antes de Cristo, pasando al
dominio Espartano, para ser siglos más tarde dominada por los
sicilianos de Siracusa, el rey Pirro de Epiro, los ilirios, los
romanos, los bizantinos que construyeron las murallas del siglo XIII,
por los venecianos en 1.204 y turcos en 1.537, o los franceses en
1.797, para ser posteriormente disputada por los ingleses.
Si navegamos rumbo
Sur por este canal y unas millas antes de alcanzar el extremo sur de
Corfú, es mejor acercarse por la costa continental para llegar a la
isla de Sivota Mourtos frente a la pequeña localidad de Sibota en
donde encontramos multitud de fondeaderos para pasar la noche y una
marina para los que quieran amarrar y recorrer las tabernas del
lugar. Un lugar perfecto para darse un paseo colina arriba y
disfrutar del intenso azul ultramar mediterráneo mientras esperamos
la espectacular puesta de sol.
Costeando rumbo
Sur-Este aparecen continuamente calas y más calas de aguas cian y
cortados con areniscas que protegen algunas playas escondidas entre
pinares acostados sobre el mar. A unas dos o tres horas de
navegación llegamos a Pargas, localidad con mucho encanto y en donde
poder fondear en sus dos bahías de aguas cristalinas y pasar la
noche tras pasear y disfrutar por sus calles encaladas y encajadas
entre villas de estilo veneciano. Paseando por el promontorio y
desde el castillo se divisa una estupenda vista sobre la isleta de
Panagia separada de la playa por solo unas decenas de metros.
Paxos y Antipaxos
Tras desayunar y
disfrutar un relajante baño, es buena idea arrumbar hacia la isla de
Paxos. Paxos ofrece buen resguardo en su localidad principal de
Gaiou ofreciendo un remansado estrecho y tranquilo canal. Bien
merece la pena dar la vuelta a la isla y pasar varios días, el
primero de ellos por ejemplo, en la resguardada bahía de Ormos Lakka
justo al norte con un fondeadero "de libro". Si venimos desde el
sur de Corfú la navegación no será de más de una hora pues Lakka al
norte se encuentra a solo 7 millas náuticas de Corfú.
En la costa oeste
encontraremos muchas calas idílicas en las que poder descansar si la
mar no es del oeste. No podemos perdernos la visita con la neumática
de algunas cuevas de mágicos colores al más puro estilo menorquín.
Unas pocas millas más al sur y cerca de Agrilas incluso
encontraremos resguardos en calas protegidas también del
oeste. Cuando alcanzamos el extremo Este de la isla, encontramos un
islote circular con un canal transparente en donde hacer otra parada
obligada, controlando bien la sonda para no darle una mala noticia a
nuestra quilla. A solo 600 metros de distancia se abre la cala
cerrada de Moggosini en donde amarrar para saltar a tierra o fondear
y pasar la noche disfrutando de una velada perfecta.
Al desembarcar nos
sorprende su verdor, exuberancia e inimaginables rincones que
difícilmente podríamos haber imaginado que pudieran concentrarse en
tan solo 25 kilómetros cuadrados de extensión. Es buena idea
alquilar una moto para adentrarse por los senderos que nos
conducirán a pequeños puertecitos impracticables para un gran barco
de recreo. De nuevo miles de olivos y cipreses salteados por
naranjos, limones y otros ricos frutales, extendidos sobre sus
colinas que apenas sobrepasan los 250 metros de altura. En gaio, la
capital y principal puertecito de la isla, encontraremos un paisaje
pintoresco y exuberante. Entramos en un pequeño fiordo que bordea
las dársenas en las que amarrarnos para visitar la ciudad. La
empinada costa del Oeste cae sobre aguas transparentes entre las
cuales se encuentran grutas marinas, como la de Ortholithos o la e
Kastanida, entre playas de fina arena.
La isla de Antipaxos
está separa de Paxos por solo media milla de distancia y en ella
también descubriremos bellos rincones en los que poder descansar un
par de días en su veintena de calas, algunas de las cuales
sorprenden por sus blancos acantilados. Es una joya escondida e
inexplotada por su pequeño tamaño, en la que posiblemente deseemos
pasar más días disfrutando por las noches bajo los cielos plagados
de estrellas.
Antipaxos se
encuentra a sólo 3 millas náuticas de Gaio la capital de Paxos, y no
tiene más de 5 kilómetros de extensión. Pero en estas costas
encontraremos las playas más bellas del jónico, con aguas de intenso
color ultramarino y fondos transparentes como el cristal.
Preveza con su
interesante estuario y la isla de Lefkada
12 millas siguiendo
derrota al Sur-Este y costeando el litoral continental, llegaremos a
la localidad de Preveza en donde se abre un estrecho paso hacia un
gran estuario al estilo Mar Menor en Murcia. Preveza ofrece un
pequeño puerto deportivo y una vez pasado el estrecho se abre un
pequeño mar menor de profundidad media de unos 10 metros, en donde
navegar hasta distintas localidades, algunas de las cuales ofrecen
algún pantalán al que amarrarse popa al muelle y ancla por proa.
Vayamos a donde
vayamos encontraremos tabernas, ruinas milenarias y paseos llenos de
encanto. Un par de kilómetros al norte de Preveza y dentro del
estuario nos topamos con los restos de Nikopolis construida por el
emperador Octavio tras el asesinato de Julio Cesar, y en donde
Octavio reunió sus galeras contra Marco Antonio. Aquí también
permaneció un invierno el apóstol San Pablo escribiendo las
epístolas de Titus.
La isla de Lefkada
A unas pocas millas
de Preveza encontramos la bella isla de Lefkada que recibe su nombre
de las enormes y agrestes acantilados de roca blancas en su costa
Oeste desde donde se supone que se suicidó tirándose al mar la
poetisa Sapfó al no ser correspondida en amores por su amado Faón.
Por el contrario su costa oriental que protege las costas
continentales de Grecia son tranquilas y de paisajes verdecidos que
esconden numerosas calas en las que fondear todos los días que
deseemos descansar en paz. La isla es montañosa con su pico de 1.158
metros en la montaña de Stavrota, desde la que se deslizan hacia el
sur laderas fértiles y valles en donde crecen diferentes
plantaciones, que hacen famosa a la isla por sus excelente vino y
aceite de oliva, sus únicas lentejas y buenos embutidos. Lefkata es
también muy conocida por los hermosos tejidos y bordados de fino
encaje que llegan a ser verdaderas obras de arte.
Una de estas calas
es Sivota que ofrece un paisaje muy parecido al que describe Homero
en su Iliada. Navegando unas pocas millas al Sur alcanzamos la isla
de Skorpios, famosa por haber pertenecido al adinerado Aristóteles
Onasis, y desde ella llegamos a Meganisi con su largo brazo de
tierra que nos recordará a una inmensa escollera.
Hace no tanto tiempo
Lefkada era una península de la Grecia continental hasta que en el
siglo VII a.c. los Corintios excavan un canal para convertirla en
isla y facilitar su protección. En la actualidad el acceso se hace
gracias a un puente flotante que puede levantarse para permitir el
paso de los grandes barcos o veleros que avanzarán por un largo
canal dragado a 6 metros de profundidad. El acceso desde el Sur nos
guiará hasta la marina de Lefkada a través de un canal bien
balizado, o desde el Norte una vez dentro de la bocana del castillo
de Santa Maura, cerca de las ruinas de antiguo puente turco, y de
las ruinas del acueducto.
En la ciudad de
Lefkada de 20.000 habitantes podemos visitar varias interesantes
iglesias ortodoxas de los siglos 17 y 18 que se conservan bien a
pesar el brutal terremoto que arrasó la ciudad en 1953. Por ello, es
buena idea amarrarse una noche en la marina o al largo pantalán de
la ciudad para dejar el barco cerrado y bien resguardado y poder
recorrer a pié las callejuelas de la ciudad y salir a cenar en
cualquiera de sus numerosas y animadas tabernas.
A la prefectura de
Lefkada pertenecen otros islotes e islas menores como son Meganissi
a unas 5 millas de Lefkada con 1.300 habitantes y en donde no
debemos dejar de visitar con la neumátic la gruta Papanikolis en la
que nos sorprenderán los juegos de luces al adentrarnos al fondo,
Madouri, Skorpios, Sparti, Kastro, Kalamos, y muchos otros
deshabitados como Arkoudi, Atokos, Dragonera, Provati, Petalas,
Makri, y Oxia, en donde poder navegar y pasar muchos días frente a
hermosas playas de fina arena blanca rodeadas de acantilados de
calizas claras que caen a pico sobre aguas transparentes de todo
tipo de tonos cianes.
La isla de Ithaka
Ulises tuvo que
partir de Ithaka para luchar más de 10 años contra Troya, pero
consiguió regresar para encontrarse con su querida esposa Penélope.
Por esta razón Ithaka es símbolo de amor eterno y paciencia. La isla
no tiene más de 96 kilómetros cuadrados de extensión y desde el sur
de Kefalonia tendremos apenas una o dos horas de navegación, que
pueden alargarse a varios días o semanas de aventuras y
descubrimientos si decidimos deambular con el barco por estas bellas
aguas para conocer las costas de Kalamos en donde nos toparemos con
rincones de película, iglesias clásicas, fondeaderos en los que
desear perderse durante una buena temporada, o la isla de Kastos, la
pequeña Skoudi y quizás también Atokos con diferentes playas,
cavernas de aguas azules, todas ellas separadas entre sí por pocas
millas en mitad de un mar protegido que ofrece innumerables cobijos.
Ithaka es bien
montañosa y verde con olivares, robledales, y pinares, y en su medio
la caprichosa naturaleza ha creado un estrecho y alargado paso de no
más de 500 metros de anchura que separa la parte norte con su
montaña más alta de 806 metros de altura, de la del sur en donde se
encuentra la ciudad de Vathi con su propia catedral, y en donde
recalan los ferries, dentro de una doble bahía extremadamente
protegida y donde podemos amarrarnos a tierra o fondear a nuestras
anchas en la zona noreste en frente de dos tabernas, y en unas aguas
tan calmadas como las de un lago. Debemos prestar atención al
pequeño islote arbolado que emerge desde su centro.
Ithaka fue poblada
hace 5.000 años y según Homero, durante el reinado de Ulises en el
siglo doce antes de Cristo, estos griegos batallaban contra Troya
que cayó gracias a la famosa estratagema del caballo de madera
regalado a la ciudad de Troya en cuyo interior se escondían decenas
de guerreros comandados por el mismo Ulises. 10 años de guerras
seguidos de otros 10 años de aventuras.
Al visitar la isla
podemos dirigirnos a la fuente de Aretoussa cerca de la gruta de las
Ninfas, donde Ulises escondió obsequios al regresar de Troya, o
pasear 4 kilómetros al oeste de Vathi hasta las ruinas de la
acrópolis de la antigua ciudad de Alkomenes, conocida como el
castillo de Ulises. Estrechos y pintorescos barrancos que nos
llevarán a monasterios ortodoxos, como el de Katharon sobre una
montaña con vistas panorámicas sobre el mar.
Pero desde Lefkada
quizá sea buena idea arrumbar primero al Noreste de Ithaka hasta la
bahía de Frikes donde existe un puertecito al que llegan los
transbordadores desde Lefkada. Al lado hacia el SurEste encontramos
la pequeña y protegida bahía de Kioni en donde se encuentra la playa
posiblemente más bella de Ithaka.
La isla de
Kephalonia
Kefalonia está
separada por sólo 2.000 metros de agua de Ithaka y entre ambas se
abre un largo canal que da paso a una amplia y protegida bahía que
da cobijo a las ciudades de Sami y Agia Effimía, donde podremos
disfrutar con la neumática en diferentes formaciones costeras de
espectaculares colores. Muy cerca podemos visitar el cenote de
Melissani de formación kárstica al más puro estilo Yucatán en
México, en donde se mezclan el agua dulce aportada por la lluvia con
las filtraciones del agua salina del mar.
En la lejanía
divisamos la montaña Enos, la más alta de 1.628 metros de altura
protegida por bosque s de abetos. En los supermercados costeros
debemos buscar el famoso “Rovola” un exquisito vino local que nace
en las vides de las fértiles colinas de Kefalonia. También son
famosos los pasteles y la cuajada que se sirve con una excelente
miel local. Para comer no debemos dejar de probar la “liada” que es
una empanada de carne con una riquísima salsa de ajo.
No debemos dejar de
recorrer toda la isla para lo cual debemos reservarnos varios días
pues su costa tiene una longitud de 254 kilómetros, llegaremos hasta
la sorprendente bahía de Argostoli, disfrutando durante la
navegación de las vistas que ofrece la costa desde la localidad de
Katavothres en donde miles de toneladas de agua de mar se precipitan
en las fallas para emprender un camino a través del subsuelo de la
isla y llegar a la zona kártica de los cenotes de Mellisani cerca de
Karavomylos.
Kefalonia está
habitada desde el paleolítico desde hace más de 10.000 años, dando
lugar a la cultura micena que conoció un importante crecimiento
junto con su cercana Ithaka. Luego se produjo un declive unos 15
siglos antes de Cristo, para dar lugar o nuevas poca de esplendor
más recientes con culturas Doricas, o con la llegada de los
corintios en el siglo 7 AC. Dos siglos más tarde surgen 4 ciudades
importantes e independientes cada una con su propio estado y moneda
formando las “tetrapolis” unida para combatir a enemigos comunes
durante las guerras del Peloponeso. Dos siglos antes de Cristo
Kefalonia pasó a ser parte del imperios Romano y posteriormente del
imperio Bizantino.
La isla de Zakinthos
Los venecianos la
llamaban la "Flor de levante" por su florida belleza y la rica
cultura de sus pueblos, incluida su tradición por la música y la
pintura. Zakinthos era exquisita además, por su arquitectura
tradicional con hermosas iglesias y nobles casas palaciegas, la
mayoría de las cuales fueron destruidas en el gran terremoto de
1953.
Para nosotros
navegantes, la belleza más imponente sigue intacta en sus profundos
acantilados, sus playas de arena blanca, sus aguas de azul cian, sus
densos bosques de olivos, naranjales y viñedos, sus fértiles
colinas, y sus islotes que esconden cuevas marinas que transparentan
aguas azul cobalto que invitan al baño, al buceo y a recorrer piedra
a piedra, palmo a palmo toda su costa de 123 kilómetros, que
encierra una superficie de 402 kilómetros cuadrados de terreno
montañoso y largas llanuras en su parte oriental.
En la ciudad de Zakinthos existe una gran
marina en donde recalan ferries y mercantes, además de poder
abarloarnos para dejar nuestro barco amarrado para hacer excursiones
en el interior. Zakinthos marina es un pequeño
puerto deportivo en donde también poder amarrar con proa y ancla al
mar y popa al muelle al estilo griego.
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