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"Sabor" a Cícladas y Dodecaneso

Verano 2.020 (II)

 

 

Cicladas o Dodecaneso. Tan diferentes como atractivas las dos. En general el Dodecaneso es más verde especialmente en sus islas del norte, y ofrece rincones maravillosos, pero las Cicladas ofrecen ese "sabor especial" con en sus pueblos marineros encalados de blanco.

En esta segunda etapa del viaje descubrimos una pequeña parte del Dodecaneso y un regreso tan imprevisto como acelerado.

Si tuviéramos que elegir... ¡Nos quedaríamos con las dos!

La isla de Patmos en el Dodecaneso queda a unas 40 millas náuticas desde donde hemos pasado la noche en Amorgos, y en ella dicen que está la playa más bonita del Dodecaneso. Pero observando la carta Navionics, vemos que un si abrimos un poco el rumbo, a mitad de camino existe una

islita perdida, con una bella bahía bien protegida. La isla se llama Levitha, y no sé si hay o no cangrejos en ella, pero en vista de la dificultad por recordar tanto nombre nuevo, la rebautizamos como “cangrejo” por su caprichosa forma y así se quedó para todos nosotros.

 

Levitha “la isla del cangrejo”

 

Tras 25 millas náuticas rumbo Este, alcanzamos la bahía sur de Levita, y al fondo de ella están dispuestas media docena de boyas, por la que tuvimos que pagar 5 € la noche. En la isla habitan 7 personas y naturalmente hay una agradable taberna. Eso sí, no muy animada pues éramos los únicos en visitar la isla en estas fechas. La luz eléctrica se obtiene por paneles solares, y ofrecen un asado de cordero que debe ser increíble.

 

Una pequeña taberna perdida en mitad de una isla semidesierta

Poco a poco el Meltemi fue perdiendo fuerza y un rato después del ocaso se cayó completamente a cero. Una noche serena y mágica. La cala como una piscina de agua salada, en la que casi se reflejaban hasta las estrellas de la densa y luminosa vía láctea. Una noche inolvidable de luna llena.

 

En boya a pasar la noche en la isla de Levitha

 

 

La bella costa de Patmos

Una de las playas más bellas de Patmos

3 horas tardamos en llegar a las costas de Patmos, en donde tras examinar la bahía de Merika situada al Oeste, fondeamos en la playa de Paralia, sin ninguna construcción y con razón posiblemente una de las playas más bellas del Dodecaneso. Aprovechamos para fondear y prepararnos una comida, durante la sobremesa cada uno disfrutó de con lo que más le apetecía, bañito en el mar, yoga o buena conversación.

 

 

 

Rodeamos la península por el sur y navegamos por el canal protegido por el islote de Vrachonisida, disfrutando del atractivo paisaje, de sus aguas limpias y una costa atractiva, salpicada con vistosas casas de vacaciones en los alrededores de la capital.

 

 

Por la tarde navegamos por la costa Noreste que ofrece innumerables resguardos en los que poder fondear protegidos del viento norte. Para pasar la noche escogimos la cala de Agriolivadi cuya entrada está protegida por otro islote coronado, como no, por otra pequeña iglesia. Al atardecer el viento cayó de nuevo a cero tras el atardecer, quedando toda la bahía como una balsa de aceite. Otra noche inolvidable.

 

En el puerto de Patmos

 

 

 

Leipsoi y Leros

2 islas más en el inagotable Dodecaneso, bastante más verdes que las Cícladas, aunque menos arboladas que las del Jónico. Por la mañana arrumbamos a Leipsoi a sólo 5 millas de Patmos, y nos quedamos sin visitar Arki con sus canales e islotes, que también tienen una pinta estupenda. Está claro que la zona requiere como mínimo un par de meses, aunque mejor sería dedicar un par de años…

La capital de Leipsoi se encuentra en un perfecto puerto natural completamente protegido de cualquier viento y en ella encontramos gasolinera para repostar diesel. Preferimos llevar el tanque lleno por seguridad, pues aún falta medio viaje y se anuncia un Meltemi fuerte para la siguiente ventana, justo de cabeza al rumbo que habremos de hacer para retornar a la zona de Atenas.

 

 

Las bahías y calas situadas al Sur-Este son estupendas y todas ellas perfectas para pasar la noche o varios días si tuviéramos más tiempo… Pasamos el día en una de ellas y hacemos una excursión en una rápida Semirrigida de un amigo a la cercana isla de Agathonisi separada por una pocas millas náutica de la costa de Turquía. En Agothonisi deben vivir un puñado de familias y toda su costa norte está prácticamente despoblada, sin embargo encontramos un bello canal en su costa norte en que navegar en solitario durante todo el día. Antes de llegar al único núcleo de casas situado en la costa Sur, pudimos adentrarnos en una profunda cala de enorme belleza, con una playa perfecta, un resguardo ideal y absolutamente desierta.

En este remoto rincón del Dodecaneso es posible descubrir un mediterráneo insospechado que nos traslada a tiempos en los que aún se conocía el turismo, no existían edificaciones turísticas, y no se planteaban las explotaciones comerciales. Todo virgen.

 

El norte de Agathonisi, navegando en solitario. No hay nada ni nadie. El Cata descansa hoy en otra isla a 20 millas .

 

Al atardecer llegamos de nuevo al Cata que hemos dejado fondeardo todo el día y decidimos levantar el ancla y navegar hacia Leros, llegando casi al anocher a la bahía de Alintas situada al Este. Desde este fondeo en Leros, se divisa una vista espectacular con el castillo iluminado y miles de casitas decorando toda la montañosa costa. El viento ha vuelto a desaparecer y al poco las agua de la bahía quedan de nuevo como una lámina de cristal. Bajamos a cenar a una taberna con una terraza instalada en la misma playa.

 

 Cena en la playa en la costa de Leros. Una bahía espectacular con el castillo iluminado en su monte más alto.

 

Un lugar de nuevo perfecto, al menos hasta la 7 de la mañana, porque aunque parece bien protegida, cuando sopla fuerte se crean rachas muy potentes que rotan con rabia y cargan contra la generosa obra muerta de nuestro cata. Acabamos de levantarnos y mientras desayunamos observamos como otro velero fondeado a 50 metros gira sobre su cadena y parece garrear. Caray… ¿ahora parece ser otro velero el que garrea y se aleja de nosotros? Falso; los únicos que garreamos somos nosotros y ya llevamos el ancla colgando a 20 metros de profundidad sin ningún agarre.

Desde la protegida bañera de nuestro catamarán las condiciones de viento parecen muy suavecitas por lo bien que está protegida la amplia bañera. Pero al salir de ella para ver cómo está la cadena, te encuentras con una bofetada de viento y entiendes que el barco haya salido a navegar sin nuestro permiso…  Menos mal que lo hemos detectado sin demasiados sobresaltos. Al llegar al atardecer del día anterior, no se veía el fondo por falta de luz, y el ancla cayó sobre un denso lecho de algas, en las cuales nuestro ancla no tiene ninguna efectividad, por mucha cadena que sacáramos. Es importante llegar con luz y escoger el fondo con cuidado pues en arena el agarre es extremadamente efectivo y además más ecológico.

 

 

 

Bloqueados en Kalimnos por el Meltemi

Tras el “susto” del garreo y con los motores encendidos y recogido todo el fondeo, decidimos seguir navegando con el objetivo de encontrar un buen puerto, pues a partir de la noche esperamos 30 nudos de Meltemi y no tenemos demasiadas ganas de enfrentarnos a aventuras inciertas para contar batallitas de taberna marinera.

Decidimos saltarnos el resto de Leros que dejaremos como tantos otros destinos para futuras navegaciones. Elegimos seguir avanzado al sur protegidos por las montañas de Leros y Kalymnos viendo desfilar su costa escarpada.

 

La costa del Sur-Este de Kalimnos.

 

Son las 12 de mañana y ya sopla un Meltemi de cierta importancia. Al intentar entrar en la estrecha cala de Vathys, la orografía encañona el viento y recibimos una racha en la cara que nos saca de rumbo al incidir tanto viento sobre la superestructura de nuestro catamarán. Por prudencia decidimos llegar al puerto de la capital en donde recientemente se ha construido un cómodo pantalán para barcos de recreo.

 

La estrecha bocana de la cala de Vathi no permite imaginar el puerto resguardado en su interior.

Un sitio perfecta para pasar un par de días. 

 

 

 

 

Amarrar a la griega

 


 

 

Son pocos los puertos griegos que tiene guía de proa y por ello hay que amarrar dando amarras al pantalán pero sujetando la proa soltando ancla. A priori la maniobra parece más complicada, pero es más sencillo de lo que pueda parecer. Lo importante es soltar el ancla a unos 40 metros o más, del punto de amarre. Una vez localizada la plaza en la que vamos a meter el barco, y a la distancia de dos/tres esloras, soltaremos el ancla y daremos marcha atrás para que enganche el ancla.

 

Cuando el ancla haya hecho fondo, seguiremos soltando cadena mientras damos todo atrás y dirigimos la popa hacia el hueco en donde debemos amarrar. En monocascos,  lo suyo es llevar cierta arrancada para disponer de gobierno, pero en un cata con dos máquinas,  la maniobra está “chupada” al poder hacer ciaboga con los dos motores. Una vez sujetas las amarras de popa con la distancia de seguridad de un par de metros al pantalán, bastará con tensar un poco de cadena para mantener separado el barco del duro hormigón.

 

 

Por esta razón es importante soltar cadena desde al menos 3 esloras alejados del pantalán. Como soltemos el ancla con poca cadena y al tensar esta se nos venga al barco, nos tocaría repetir toda la operativa, lo cual puede ser bastante desagradable si ya se ha establecido el Meltemi y este nos zarandea y complica la  maniobra.

 

 

 

Por la noche las rachas de Meltemi se metían de forma lateral en el protegido con puerto moviendo el cata de forma importante a pesar del spring tensado desde la cornamusa media hacia otra argolla un poco más alejada. A pesar del refuerzo tuvimos que poner una defensa contra el pantalán pues en las rachas más feroces el espejo de popa del patín de estribor casi tocaba la columna de hormigón del muelle.

Al día siguiente nos alquilamos un ciclomotor y aprovechamos el día para recorrer la isla desde el interior. Una práctica que conviene hacer siempre que se pueda y el tiempo lo permita, lo cual no suele ser el caso cuando andas de chárter.

 

Hoy toca día de "motos" en Kalimnos. La bandera no deja lugar a dudas sobre el Meltemi que sopla fuera.

 

 

La capital de Kalymnos debió conocer tiempos mejores, cuando la actividad principal era la recolección y venta de esponjas naturales. Ahora se siguen viendo puestos de venta de esponjas para turistas, pero se nota una patente decadencia debido a la falta de actividad comercial. Numerosas villas con mármoles semiderruidas demuestran que en tiempos pasados Kalymnos tuvo un gran esplendor ahora perdido.

 

 

 

Cambio de planes: Huida al golfo de Salónica

La meteo del Windi lo deja muy claro para los próximos días. Ofrece una ventana con un Meltemi moderado durante un par de días, tras lo cual el Dodecaneso se pondrá al rojo vivo con vientos de 35 nudos y rachas de 40 ó 50. Decidimos escapar y cruzar todas las cícladas “non-stop” hacia el Golfo de Salónica en donde los vientos van a ser muy tranquilos y placenteros.

Se acabó el Dodecaneso en este viaje, y dejamos pendiente un gran número de islas y lugares que seguro que podremos conocer en una próxima aventura. Ahora lo que toca es salir pitando para no vernos atrapados en este fuerte Meltemi que se anuncia para los próximos días.

 

 

 

Astypalaia; Una isla con forma de mariposa

El viento irá soplando paulatinamente más en la zona del oeste hasta cubrir todas las islas Cícladas. Por ello salimos pronto de Kalymnos y dirigimos la proa hacia la isla de Astypalaia a unas 40 millas náuticas. Navegamos con un norte moderado y hacia el mediodia ya llegamos al este de Astypalaia. Tanto la costa norte como la sur ofrecen incontables resguardos gracias a sus caprichosos perfiles costeros llenos de calas e islotes.

 

 

El norte lo dejamos para otra ocasión y ya visitaremos la cerrada bahía de Vathy a la que se puede acceder por un estrecho canal que convierte a esta “laguna” marina en un puerto natural muy seguro. Por ella han desfilado armadas y barcos durante siglos. En los alrededores existen algunas interesantes grutas de bellas estalagmitas.

El sur ofrece también varias calas bonitas y protegidas, pero la mejor opción es amarrar en el puerto de la capital que tiene una entrada preciosa y un entorno acogedor con la falda llena de casitas encaladas y el castillo divisando las dos vertientes de la montaña. Por desgracia no podemos hacer noche pues nos quedaríamos bloqueados durante más de una semana. Por lo que decidimos fondear en una de sus calas para comer y darnos un baño. Seguimos recorriendo y parando en distintas calas hasta alcanzar la costa sur oeste con acantilados sobre un azul profundo. Ya arrumbamos decididamente hacia la bella isla de Milos de nuevo hacia las Cícladas.

 

Llegada al pequeño y hermoso puerto de Astipalai.

 

Navegación nocturna rumbo Hydra

Una desgracia tener que recorrer todas la cicladas de regreso en un tiempo record para no ser cazados por el Meltemi, y sin posibilidad de pasar al menos un día, en muchas otras islas muy famosas como Santorini, cuyo perfil costero se recorta ahora contra el firmamento. Son la 2 de la mañana y las luces de incontables casitas iluminadas desfilan por nuestro babor a solo 3 ó 4 millas de distancia. Otras 45 millas navegadas desde Astypalaia y un potente deseo de preparar otro viaje donde nos prometemos visitarla.

 

 

El cata sigue avanzando a buen ritmo en mitad de la noche y de vez en cuando abro la ventana del salón para observar las potentes olas que rompen bajo los dos cascos. Hay que estar muy pendientes pues desde que rompen tienes medio segundo para cerrar la ventana pues el estallido de espuma y rociones salta con fuerza hasta estamparse contra todo el ventanal. Pasamos cerca de la costa sur de Sikinos y después nos acercamos al sotavento de Folegandros que también se queda como otra isla pendiente de obligada visita.

 

 

50 millas más adelante nos encontramos con el sur de Milos a la que llegamos a las 8 de la mañana tras una noche algo movida pero bien soportable. De nuevo tenemos cobertura de datos y comprobamos con un poco de disgusto que la meteo nos va pisando los talones. Nuestro gozo en un pozo, pues pensábamos entrar en la preciosa bahía de Milou para disfrutar la mañana. Si lo hiciéramos podríamos correr el riesgo de recibir un norte fuerte en las siguientes horas y aún nos quedan 60 millas hasta Hydra en donde nos encontraremos a salvo de la zona de influencia de los fuertes de vientos.

 

 

Así son las cosas y a pesar de encontrarnos en la misma entrada de la famosa bahía, cambiamos el rumbo 120 grados hacia babor y arrumbamos hacia el oeste de Hydra en el intento de llegar a ella antes del ocaso para encontrar un fondeadero seguro.

 

 

Dos día en Ermioni. El extremo Este del Peloponeso

 

Faltando unas 30 millas de distancia para Hidra, por fin comprobamos como el viento norte ha caído mucho y con ello también la mar. Sacamos toda la vela y una puntita de motor a 1.500 rpms. El Nautitech se desliza a placer sin bajar de los 10 nudos y en un rato que nos pareció muy corto ya estábamos en Hydra y más adelante al Oeste de Dokos pasando por un estrecho canal que da acceso a la bahía de Ermioni a nuestro través por babor. A milla y media al Norte descubrimos una cala preciosa de aguas esmeraldas en la que soltamos el ancla sobre fondo de arena a 4 metros de fondo y con 45 metros de cadena, por si fuera a entrar viento por la noche. Nos quedamos clavados en un entorno tan bonito que decidimos pasar la tarde y el todo el día siguiente disfrutando de la “dolce vita”.

 

 

 

La isla de Poros y su canal

El viento ha permanecido bastante moderado en la zona, y decidimos acercarnos a Salónica pues sólo quedan 2 días para entregar el barco en su base. Aunque ya habíamos recorrido en otros viajes Poros desde coche y por la costa, esta vez aprovechamos la ocasión para meternos por su canal y verlo desde el barco. Nada que ver.

 

El canal de Poros hacia el Oeste. Imposible de superar en belleza.

Un lugar perfecto para pasar una semana completa.

 

Si desde el coche ya era bonito, desde el mar es una auténtica pasada. El canal es estrecho pero no observamos ninguna corriente. Muchos barcos de recreo tanto en el fondeo de babor como en el largo muelle todo a lo largo del  precioso pueblecito de Poros.

Más adelante hay varias calas totalmente remansadas y protegidas en ese mar interior en el que sin duda es más que aconsejable detenerse varios días para disfrutar de sus variados y pintorescos rincones. Repetiremos seguro…

 

 

 

Atravesar el mar de Salónica

Después de tantas millas parece algo evidente y sin embargo el norte ya hace acto de presencia y al poco de dejar Poros por su canal Norte las olas se van haciendo muy molestas a pesar de su moderado tamaño. Son a penas 30 millas para llegar a la zona de Lavrio en donde debemos entregar el barco, pero en este mar y con el viento de Norte, las olas son una auténtica confusión, resultando un mar en el que no es posible identificar de donde proviene el frente de olas que además insiste en detener la arrancada con un periodo muy corto de unos 2 segundos. Total que las 3 horas previstas a 10 nudos, se convierten en 7 horas a 4,5 nudos.

 

 

Aunque al final pudimos avanzar a más velocidad, el ultimo fondeo lo hacemos en plena noche cerrada en la cala justo anterior a la del templo de Poseidon en donde hay numerosos veleros fondeados. Preferimos no tener que lidiar en la noche entre multitud de barcos y nos quedamos a un par de millas en lo que resultó una perfecta elección pues al estar solos te puedes permitir el lujo de buscar con la linterna iluminando al mar un fondo de arena sin tener que observar si tiras el ancla demasiado cerca de otro velero o si puedes bornear y otras preocupaciones vecinales. 4 metros de fondo, 40 metros de cadena contra el viento y a cenar.

 

 

Mañana entregaremos el barco en perfecto estado con la mente trabajando en la próxima expedición a las islas griegas.

 

1ª Parte: "Sabor" a Cícladas y Dodecaneso

 

 

 

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