Corrientes
Brutales
Una experiencia bestial y que
pudimos conocer muy de cerca… En el agua, y buceando en uno de
los más bellos paisajes submarinos del mundo.
Tras un primer viaje al parque
marino de Bunaken frente a la isla de Sulawesi en Indonesia,
decidimos regresar pues queríamos bucear en el estrecho de Lembeh famoso por su ‘muck dive’.
Pero antes pasamos unos
cuantos días repitiendo inmersiones en la isla de Bunaken. Desde
nuestro punto de vista y tras repetir estas inmersiones, creemos
que “Sashiko Point” y “Mandolin” son posiblemente dos de sus mejores
puntos de inmersión. El último día de Bunaken volvimos a bucear
en “Lekuan II” que tiene fama de ser un lugar para
principiantes,
aunque hemos de decir que Bunaken no es el mejor lugar, ni
recomendable para aficionados "Open water".
Aguas
tranquilas, nativos preparándose para salir a pescar
Frente a las costas de Lekuan
I, también hay excelentes inmersiones.
Fuera del parque de Bunaken y al
norte, camino de Lembeh.
El Buceo empezó normal con sus
acostumbradas e infinitas paredes que caen en vertical hasta los
2.000 metros de profundidad. Estos buceos en acantilados
submarinos son sencillamente impactantes y en Bunaken además
rebosan de vida. Pero también hemos de decir que en algunos
puntos de la isla, la cantidad de basura flotando entre dos aguas
es tremenda. La vimos por toneladas, arrastrada por las
corrientes desde Manado, capital de la provincia de Sulawesi.
Las autoridades no invierten en efectuar tareas de prevención,
limpieza o mantenimiento, por lo que poco a poco el parque está
siendo deteriorado sin aparente solución.
La belleza y transparencia de
las aguas de Sulawesi sorprenden en cualquier temporada.
La inmersión se desarrollaba con
normalidad a unos 20 metros de profundidad y cerca del arrecife. Yo
andaba deambulando por un entrante del que aparentemente se veía una
zona extraplomada, cuando miré hacia arriba y vi a todos los
compañeros de inmersión 10 ó 15 metros más arriba. Había entrado
en una corriente descendente que me llevaba abajo, y al
mirar la computadora comprobé que ya estaba por debajo de los 30
metros. Di marcha atrás y fui subiendo hasta alcanzar al grupo,
sin demasiados esfuerzos.
En estos casos es recomendable
pegarse al arrecife y así hicimos. Al cabo de unos cientos de
metros estábamos metidos en un chorro de agua descendente que
nos empujaba con dureza hacia un fondo que se perdía
de vista.
Nos agarramos a los corales como lapas y fuimos
trepando metro a metro más como escaladores que como
experimentados buzos. A duras penas lográbamos subir mientras
avanzábamos para salir de tan fuerte y peligrosa corriente. Pero
lo más fuerte estaba por venir.
Ya fuera de la corriente
descendente seguimos la inmersión disfrutando del enorme “Drop-off”.
En Bunaken es posible ver una abundante y variada fauna marina
con grandes pelágicos, tiburones punta blanca y punta negra,
rayas Sting-Gray, morenas sorprendentes por su bello y distinto
colorido, y una abundante cantidad y variedad de peces de
arrecife. Los bancos de ballestas azules siguen siendo enormes. Es una
gozada atravesarlos quedando envuelto por miles de ellos.
La inmersión continuaba y nos
vimos en otra corriente que nos desplazaba
horizontalmente y a mucha más velocidad que la anterior. Nos
arrastraba a unos 5 nudos en un cómodo buceo de deriva por el
que iban desfilando todo el paisaje y fauna marina pero a alta velocidad y casi sin posibilidad de detenernos. A estas
alturas de los acontecimientos el grupo se encontraba totalmente
disperso. Ahora buceaba sólo con Marta mi pareja de inmersión
sin tener ni idea de donde se encontraban los demás.
La sensación de "volar" se
acentúa en las paredes verticales sobre todo si acompaña una
visibilidad de 30 o 40 metros. El agua a unos 28ºC es ideal para
los frioleros como nosotros, en donde buceamos con un fino traje
de 3 milímetros, poco plomo y por tanto mucha agilidad.
Pasado un pequeño saliente
preferimos sujetarnos a la pared, en un rebufo algo menos
movido. Íbamos los primeros sin tener
muy claro qué podríamos encontrar al otro lado de una gran
formación rocosa que se encontraba más adelante. No llegaba
nadie, y esperamos unos minutos enganchados como pulpos a la
pared. Nos costaba mucho mantenernos agarrados en posición
tiesa y totalmente horizontal debido a la corriente. Me arrastré un
par de brazadas como pude contra la corriente y asomé la cabeza
para comprobar si venía alguien, pero lo único que vi y sentí
fue un enorme chorro de agua totalmente horizontal y
cargado de burbujas que lo hacían turbulentamente blanquecino.
Alguien estaba ‘enganchado’ también al otro lado del saliente y
me llegaba el aire de su regulador. De repente le vimos pasar de
largo y perderse a toda velocidad.
Al cabo de un par de minutos Marta
y yo decidimos dejarnos llevar, pues no tenía sentido seguir
allí chupando aire de la botella. El viaje se aceleró aún más y nos adentramos
sobre una plataforma de aguas poco profundas de unos 10
metros de profundidad y lanzados a una velocidad espectacular.
Nos movíamos quizás a unos 6-8 metros por segundo y a un par de metros
del fondo. Verlo tan cercano nos tranquilizó e incluso
disfrutamos la “película” plagada de corales blandos y anémonas
tiesas por la corriente. Los peces inmóviles se escondían detrás
de cualquier roca para no ser arrastrados. Al cabo de un minuto
se acabó la plataforma coralina y regresamos a la zona de
paredes verticales entrando inmediatamente en el azul y a la
misma velocidad. El tema ya no era nada tranquilizador ya que
ahora estábamos siendo zarandeados subiendo y bajando varias veces entre los 5 y 15 metros.
Nos sentíamos en el interior de una batidora eléctrica, arriba y
abajo cada pocos segundos de intervalo, absolutamente sacudidos como en una loca lavadora
que da vueltas.
El comienzo de la inmersión empezó
con toda tranquilidad. Los crinoideos de múltiples colores
se encuentran con mucha frecuencia. Verlos nadar rítmicamente es
sencillamente fantástico.
Los chorros ascendentes asustan
casi tanto como los descendentes pues no sabes si vas a
conseguir hacer parada de seguridad y no entiendes lo que está
pasando. En mitad de ese cabalgar, llevaba a Marta agarrada por
su jacket y ella hacía lo mismo conmigo ya que temíamos
perdernos el uno del otro.
Ahora volvíamos a sacudirnos en
una corriente horizontal pero de una fortaleza extrema. En el
azul viajas con ella y no tienes referencias, de modo que aunque
podría pensarse que no se siente, la notábamos y mucho, pues nos
desplazaba de forma muy irregular, hasta que súbitamente nos
golpeó en la cara otra corriente pero de sentido contrario que
nos giró brutalmente. En el momento del choque, literalmente
casi me arranca el regulador de la boca.
Pudimos ver el chorro de agua
ascendente ‘upwelling’ que hacía un momento acabábamos de
atravesar. Su fuerte densidad de nutrientes que venían del
fondo, cargados de partículas perfilaban la zona de ascendencia,
recortándose nítidamente del azul transparente. En mitad del
chorro ascendente observamos sorprendidos un importante grupo de
grandes peces, que no tuvimos oportunidad de identificar nadando
absolutamente en posición vertical cabeza abajo y cola arriba,
dando fuertes coletazos para conseguir mantenerse inmóviles.
Entendimos más tarde que se alimentaban en este nutritivo
‘caldo’ que arrastraba todo tipo de partículas desde las
profundidades.
Lo podrá ver en el estrecho de
Lembeh, pero también en Bunaken. Un caballito de mar un
centímetro de longitud cuyos colores se mimetizan totalmente con
el coral en el que vive.
Aprovechando que ahora la
corriente era horizontal, decidimos salir a superficie sin más
demoras. Nos impulsamos con las aletas y llegamos
a la superficie un poco asustados en donde inflamos el jacket como nunca.
La superficie del agua no era nada
tranquilizadora. No había oleaje, solo se veían formas que
definían líneas de corrientes, y a una decena de metros frente a
nosotros, observamos una forma circular con forma de embudo.
Dimos aletas a tope, alejándonos de tan amenazador fenómeno,
mientras movíamos los brazos solicitando una recogida inmediata
del barco de buceo.
En la proa del barco de buceo
se descansa estupendamente entre inmersión e inmersión. La foto está sacada al norte de
Bunaken entre la isla de Siladen y la isla de Nain, un día
después del fenómeno del "Maelstrom" que nos sorprendió.
Al subir nos dimos cuenta que
justamente habíamos buceado en esta especie de tornado submarino.
Ahora desde el barco veíamos algo atemorizados, como
chupaba una pequeña tromba de aire hacia el interior, hacia las
profundidades.
El sorprendente "embudo" en
el que tuvimos la fortuita osadía de bucear. En el centro se
aprecia el chorro de aire que es absorbido hacia el fondo. El
diámetro de la zona fotografiada es de unos 3 o 4 metros, y la
espuma blanca central tendría unos 60 a 80 centímetros de
diámetro. Nuestro barco de buceo tenía 11
metros de eslora, y nuestro Skipper, experimentado capitán en
estas aguas no se mostraba muy a gusto cerca de él.
Comentando los hechos con otros
monitores de buceo locales y gentes del lugar, no se sorprendieron del
fenómeno, pero sí de que ocurriera en ese punto de inmersión. En
su mayor parte son debidos a las mareas, que a su vez producen
movimientos de agua sobre las plataformas coralinas que
canalizan la masa de agua en el relieve submarino con los
efectos de corrientes ya descritos. Bunaken y sus alrededores
ofrece paisajes submarinos de enorme belleza pero las
inmersiones deben ser organizadas y programadas por guías
locales. Aún así nos ocurrió todo lo descrito.
Los atardeceres en el parque
marino de Bunaken son tan espléndidos como muestra la imagen.
Las aguas se tranquilizan hasta dormirse como en un manso lago. A la derecha se observa el volcán
Manado-Tua.
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