Buceo y Vida.
Bucear con botellas es una actividad placentera en sí misma. El
hecho de poder respirar debajo del agua es agradablemente ajeno
a nuestra condición humana.
Durante las primeras
bocanadas nos sorprende y maravilla. Bucear nos permite flotar
ingrávidos y desplazarnos en un espacio, en tres dimensiones
como lo hacen los peces y las aves.
Cada vez que me tiro al mar,
disfruto al imaginar su superficie como la barrera que debemos
perforar para nacer a otro mundo; el submarino. Y desde la
profundidad, esta frontera se hace todavía más impresionante.
Observar buceando en posición
invertida y a pocos metros de profundidad, la superficie rítmica del
agua, hipnotiza por su ondulante belleza. Brillos cambiantes y
cadenciosos que nos invitan a cruzar de nuevo su superficie
para emerger nuevamente al mundo terrestre.
Bucear en
el arrecife
El arrecife
de coral es un ecosistema muy especial. Existen pocos
lugares en el mundo con la capacidad de albergar múltiples
formas de vida.
Estos
ecosistemas están formados por cientos de especies
diferentes de coral, de los cuales existen dos tipos: los
duros que tienen un esqueleto externo de carbonato de
calcio y los blandos, que sólo tienen pequeñas porciones
de ese material.
A su vez, todos los corales están
formados por pólipos muy pequeños. Éstos son animales
minúsculos en forma de una medusa boca
arriba.
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Pero el buceo puede llegar a
ser mucho más que todo lo descrito. Bucear significa ‘conectar’ con un
mundo nuevo que nos es extraño y en el que los animales marinos
no tienen ningún temor por nosotros. No en vano nunca en la
historia de la humanidad tuvimos la oportunidad de inmiscuirnos en
su mundo submarino. Hace apenas unos pocos años que somos
capaces de descender de forma autónoma, (el buceo con escafandra
autónoma nace a partir del respirador autónomo desarrollado por Cousteau hace una treintena de años).
Ver "volar" de cerca una manta raya, es sencillamente
fantástico. La plasticidad de sus movimientos, su tranquila
evolución, la belleza de sus formas hidrodinámicas... Debería
estar prohibido verlas en lonjas y pescaderías. Pescado,
no. ¡Qué pecado!
Esta imposibilidad natural
para el hombre de permanecer bajo el agua ha producido en la
historia de la evolución una total indiferencia del medio marino
hacia nosotros. Cuando buceamos, la mayor parte de las veces,
los animales nos ignoran, sorprendiéndonos esta actitud, pues
estamos acostumbrado al miedo atávico que nos procesan la
mayoría de los animales.
No es de extrañar, dado la
presión y atrocidad con la que históricamente el hombre ha
maltratado y tomado como suyo sin ningún tipo de respeto por el
medio ambiente, todo lo que tenía a su alcance.
A medida que aprendemos a
conocer el medio marino que nos rodea, observamos como muchos
animales, lejos de huirnos, se acercan extrañados y curiosos por
nuestra presencia. El 'ser marino' no tiene genéticamente
programado la necesidad del temor hacia el hombre.
Y este regalo debe ser muy
bien entendido, pues nos da la oportunidad de ‘conocer’ la vida
submarina, incluso interactuar con ella, ... o destruirla. Sin más.
Por todo ello entristece ver
como la persona ignorante maltrata, caza y destruye la
naturaleza subacuática arpón al ristre, sin ni siquiera
sentimiento de culpabilidad alguno! Como si un bárbaro
destruyera una obra de arte ajeno al significado de ella. Mucho
más trágico resultado tienen las devastadoras redes de deriva,
que a pesar de su lógica prohibición, encontramos al navegar por
las aguas de los mares.
Aprender a bucear, es
aprender a sentirnos parte del mar, a nadar bajo el agua boca
arriba, o boca abajo, a ‘volar’ ingrávidos, a necesitar un fino
hilo de aire de nuestro regulador en vez de tragar bocanadas de
él, pero sobre todo es aprender a impresionarnos con las
infinitas formas de vida, a contemplar con admiración el
comportamiento de los seres que nos rodean. Disfrutar con el
sensual vuelo de una manta, apreciar los imposibles colores de
los seres vivos del arrecife, casi jugar con algunos de ellos,
verse plácidamente inmersos en un denso banco de barracudas
nadando a contracorriente, en fin, sensibilizarse con todas las
formas de existencia marina.
Y sólo entonces seremos parte
de esta vida a la que también pertenecemos, y recobraremos un
capítulo ya vivido por todos nosotros ya que en lo más profundo
de nuestra evolución genética fuimos hermanos suyos.... Los
peces.
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