Navegar en Las Landas cerca de la costa y con mala
mar se convierte en una experiencia nada recomendable. Las olas
cortas y profundas se hacen insoportables y te obligan a una
navegación lenta y en ocasiones preocupante.
Hemos llegado
desde Cap Breton a la bahía de Arcachon y como
no hay plaza
en el puerto, pensamos en buscar
un buen sitio en el que aprovechar la marea baja para varar sobre el
fondo arenoso. La zona está llena de brazos y canales por los que adentrarse
hasta alcanzar suaves fondos en los que esperar bajamar y quedar varados
cómodamente hasta la siguiente marea de la mañana siguiente. Pero al
desconocer la zona, en vez de ello nos amarramos a una boya al
incómodo vaivén de las olas, de las corrientes y de infinidad de
barcos entrando y saliendo del puerto.
No
es Photoshop! A las 6 de la tarde se forma un verdadero atasco a la
entrada del puerto de Archachon. En verano cerca de 1.000 barcos
regresan por esta bocana a la misma hora!
El puerto de
Arcachon ofrece unos 3.000 amarres y en verano muchos cientos de
estos barcos van saliendo a lo largo de la mañana a pasar el día en
cualquier rincón de la bahía. Por la tarde todos regresan entre las
6 y las 7 lo cual genera auténticos tapones de embarcaciones a la
entrada de la bocana. Es un auténtico festival que bien recuerda a
la procesión de barcos del día del Carmen. Pero todo se pasa con
normalidad y hasta algunos simpáticos aficionados posan con gesto
cordial frente a nuestras cámaras.
Una pareja de
simpáticos Franceses en la entrada del puerto de Arcachon.
La bahía de
Arcachon
Se trata de
un pequeño mar interior bien protegido del Atlántico y con poco
fondo, atestado de canales que se ramifican y distribuyen como las
raíces de un árbol. Esto, sumado a las apreciables mareas que
manifiesta el Océano Atlántico en estas latitudes, produce unas
corrientes verdaderamente fuertes que bombean hacia fuera y luego
hacia dentro todo el agua de la bahía dos veces al día. Por ello el
agua está muy limpia, aunque el fondo de barro y el continuo
movimiento de las corrientes producen un aspecto algo turbio.
Y es
este lavado continuo de sus aguas la que hacen de Arcachon un
excelente lugar para el cultivo de las ostras que tanta fama
dan a este rincón de Francia. El paraje es excelente para
hacer excursiones de día pues existen infinidad de sitios en
los que fondear y disfrutar del entorno. Eso sí, debemos estar
atento a la sonda, pues en cuanto te sales del canal el agua
pasa a ser sumamente somera.
Fuera de
los canales las extensiones de agua están plagadas de fustes
irregulares clavados al fondo y que hacen las veces de sostén
para el cultivo de estos sabrosos moluscos.
Tras
repostar en la gasolinera de Arcachon salimos sin demorarnos
hacia el Atlántico ya que nos espera un largo trayecto de
unas 60 millas náuticas. |
La ubicación del tapón de la gasolina es algo estrecha pero a
cambio está muy bien protegida frente a golpes y posibles rociones cuando necesitemos recargar
con bidones en la mar. |
La Bahía
de Arcachon -
"click" en las fotos para
ampliar
|
|
La
entrada a Arcachon, un canal entre bancos de arena |
|
En la bahía de Arcachon , lo suyo es varar tranquilamente en
la playa… Si el barco te lo permite! |
|
Arcachón ofrece unos pasajes de dunas al más puro estilo
Doñana. Y se pueden visitar sin pedir permiso! |
|
Los miles de palos clavados por todas partes dentro de la
bahía de Arcachón constituyen el criadero de ostras más
importante de Europa. |
|
Un truco interesante: La red evita las “cagaditas” de gaviotas y las palomas |
La Bahía
de Arcachon -
"click" en las fotos para
ampliar
|
Nada más salir
de la bahía y comenzar a navegar rumbo norte comprobamos como las
previsiones eran exactas. Un obstinado viento norte nos obliga a
navegar con una mar incómoda aunque por fortuna no demasiado fuerte.
Pasadas 2 horas todavía nos encontrábamos a la altura de la bahía
pero esta vez en el océano haciendo una media de sólo 7 nudos. ¡Qué
desesperación, a este ritmo todavía tendremos que navegar 7 horas
más! Pero al menos las condiciones eran tolerables y poco a poco
conseguíamos ganar millas al norte.
El viento fue
poco a poco subiendo hasta establecerse un fuerza 6 rigurosamente
norte, justo en la dirección de las olas que ahora se mostraban
cuanto menos, muy molestas y algo amenazantes al ser profundas y muy
cortas. Imposible hacer más de 8 nudos de velocidad a pesar de
llevar a nuestra popa un impresionante motor de 350 CVs. Al subir a 11 ó 12
nudos de velocidad empiezas a asustarte pues el salto sobre una ola
te clava el morro en el seno de la siguiente, con el
consiguiente pantocazo. El barco se quedaba sin arrancada lo cual
obligaba a ir dosificando continuamente los golpes de gas para
continuar la lenta marcha.
En esta zona
del golfo de Gascoña el fondo se levanta hasta los 5 ó 7 metros de
sonda cerca de la costa, lo cual hace que la mar se ponga muy
nerviosa y molesta en cuanto sopla algo de viento por encima de Beaufort 6.
A falta de 20
millas para alcanzar el estuario de la Gironde, en el que desemboca
el río Garona a la altura de Burdeos, la mar nos imponía gran
respeto y aunque las olas no pasaban de un metro y medio de altura, las
rompientes eran frecuentes. El susto era grande y en nada ayudó
escuchar por el canal 16 de la VHF una llamada “Pan-Pan-Pan”
anunciando el vuelco de un catamarán en algún sector de la
carta. ¡Joder como está la cosa! Eran las 6 de la tarde, faltaban
solo 15 millas mientras soplaba posiblemente un fuerza 7 y el mar
mostraba un aspecto cada vez más enfadado.
Dos banderas, unidas por el RideSea.
Hay que aguantar,
poco a poco, milla a milla hasta llegar a Royan y
si se hace de noche pues da igual. Lo importante es llegar sea como sea.
En alguna ocasión llegué a especular en lanzarme contra la playa si las cosas se ponían más
feas, levantando el trim a tope para
aterrizar como fuera… ¡Menudo disparate!
Pero cuando te ves en una
situación puñetera no dejas de pensar en cualquier solución con tal de
acabar con el "marrón". La concentración en la navegación era tan
absorbente que no llegamos a comer ni un sandwinch en todo el día. ¡Qué
ganas teníamos de acabar!
El gobierno en la Cap Camarat es cómodo y eficaz.
Por fortuna, e
incluso en estas condiciones, la carena de la CapCamarat se portó con
gran nobleza, y solo en una ocasión y debido al impacto de una ola
cruzada mientras nos estrellábamos en el seno de otra ola corta que
venía a continuación a la que nos hizo saltar, se nos atravesó la
embarcación a la mar. Un susto nada serio ya que a
estas alturas del RideSea la confianza en nuestro Yamaha F350 era
total y nuestra fe en su mecánica no hizo más que crecer con cada
milla ganada.
Al final acabas “mirando” a tu motor como si de un
miembro más de la tripulación se tratara. Le das una palmada en la
carcasa y le lanzas un guiño, prometiéndole una buena limpieza y
esmerados cuidados en cuanto lleguemos a puerto. Y la verdad es que
nuestro Yamaha estuvo a la altura de las circunstancias, como
siempre. Ni el menor rechistar y siempre bien dispuesto a ayudarnos
en tan complicada singladura.
Tras llegar a puerto limpiamos cuidadosamente nuestro Yamaha 350
Ya cerca de la
zona de influencia del estuario la cosa se fue tranquilizando y
finalmente la aproximación a la entrada se mostró fácil y segura,
especialmente después de haber pasado tantos apuros. De repente te ves atravesando una zona en donde notas que la superficie
es extraña. Nos detenemos para curiosear
tan insólitas corrientes que anulan el oleaje y que desde luego nos
hubieran impuesto más respeto en caso de no haber tenido que lidiar
horas antes con tal mala mar. Una vez atravesada esta zona que
actúa a modo de frontera te ves
totalmente dentro del ancho estuario en donde nos desquitamos durante las
últimas millas “volando” a más de 40 nudos para alcanzar la entrada
del protegido puerto de Royan.
La desembocadura de la Gironde con el
Atlántico produce turbulencias muy notables.
"click" en la foto para
ampliar
Al día
siguiente y antes de regresar a la oficina en espera de nuevas etapas
pudimos prepararnos un perfecto desayuno, pues aunque pequeña, la Cap Camarat 755wa permite disfrutar plenamente del camping náutico.
Con el bimini extendido se goza de intimidad además de quedar
totalmente protegidos del sol. A media mañana recogimos todo el
barco y tras extender la lona de protección y cerrar todo el barco,
partimos, esta vez por carretera, hacia la frontera de Irun.
Vida en la Cap Camarat
755wa
Descansando
en la Cap Camarat 755wa literalmente a “pierna suelta”.
Un desayuno tranquilo amarrados en el puerto.
El bimini hace su trabajo en Port Royan. Fin de trayecto.
El toldo de
hibernaje protege toda la bañera de la CapCamarat.
|
Las Landas: Un mar seductor y peligroso.
Artículos relacionados:
-
Todos los artículos
relacionados con el Ride Sea
|