La primera siempre es un misterio por mucho que haya leído sobre
ellas. Pero en el fondo es un tema sencillo a poco que guardemos las
normas básicas. No es necesario armarse con un ejército de defensas
ni contar con alguna destreza especial. Basta con seguir el
procedimiento.
Las hay
automáticas y manuales. En la zona del Garona la mayoría de ellas
son automáticas. Cuando llegas a una de ellas hay que acercarse a
una percha colgada entre dos postes en mitad del canal. Debemos
girarla un cuarto de vuelta en cualquier sentido para activar la
secuencia de apertura de la esclusa.
Una vez activada la
esclusa espere pacientemente no demasiado cerca de la puerta.
Cuando esta desagua
se monta una fuerte corriente cerca de la puerta que conviene
evitar.
En ese momento
parpadeará una luz naranja del semáforo indicando que nuestra
petición ha sido tenida en cuenta. Al cabo de poco tiempo se
enciende un semáforo en rojo y otro en verde indicando que la
exclusa se está preparando para poder entrar. Si estaba llena de
agua o bien hay otro barco dentro, el proceso puede tardar un buen
cuarto de hora. Pero si estaba vacía las puertas se abrirán y la luz
verde indicará que podemos entrar.
El semáforo |
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Semaforo
naranja: Nuestra petición ha sido tenida en cuenta por el
sistema automático. Hay que esperar. |
Semaforo
Rojo+Verde: Prepárese a avanzar. La esclusa está siendo
preparada para usted. |
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Semaforo
Rojo: Nunca pase, puede haber un barco dentro o por
cualquier otra causa no debemos entrar. Si ve una doble luz
roja, la esclusa está estropeada. |
Semaforo
verde: ¡Para dentro! No demore la maniobra pues alguien
puede estar con luz roja esperando al otro lado de la esclusa. |
Solo debemos
acceder al interior de la exclusa con el semáforo en verde so pena
de arriesgarnos a que las puertas pudieran cerrarse en el momento
más inoportuno. Una vez dentro el acompañante, que ha sido
desembarcado previamente en la orilla, ayudará a sujetar el barco
pero sin dejarlo amarrado, pues el nivel del agua cambiará mucho en
muy pocos minutos. Se trata de sujetarlo mientras soltamos o cazamos
cabo. Con dos amarras de unos 15 metros tendremos suficiente. En
nuestro caso utilizamos dos cabos de 20 metros para tener más
posibilidades en caso de querernos amarrar por la noche en una
orilla.
Una simple vuelta a
bolardo. Amarrar sería temerario en caso de estar con esclusa en
bajada.
¡No querrá ver su
barco colgando de una amarra!
Cuando el
barco ya esté bien sujeto, la persona desembarcada pulsará un botón
verde que desencadena el cierre de la exclusa, el llenado o vaciado
del agua y la apertura posterior para dejarnos de nuevo libres en el
siguiente tramo de canales.
Con el barco bien
sujeto hay que pulsa el botón VERDE. El Rojo es para abortar toda la
maniobra y desencadena un tedioso procedimiento en el que interviene
un agente del canal al cual hay que llamar por el interfono que está
encima de los botones. ¡Mejor no lo pruebe!
Tenga en
cuenta que en muchas esclusas hay un puente que cruza las orillas,
pero otras no lo tienen. Por ello es importante desembarcar al
ayudante en la orilla en donde se encuentre el botón verde! En caso
contrario el ayudante no podrá pasar al otro lado para disparar el
funcionamiento. Y usted ni lo piense ya que se encuentra dos o tres
metros por debajo del terreno hundido en la parte inferior de la
exclusa. Al bajar las exclusas y entrar con el agua arriba no tendrá
este problema pues puede sujetarse a la orilla correcta, pero tendrá
que cambiar de banda las defensas y sujetar los cabos al otro lado.
Cuando baje
esclusas lo más importante es no fijar los cabos de sujeción y
evitar bloquear el cabo en las cornamusas del barco pues el barco
podría quedarse colgado de ellas en el aire al bajar el nivel del
agua! Para estos casos existe un botón rojo al lado del verde que
detiene todo el proceso automático de llenado o vaciado así como de
cierre o apertura de puertas. Si lo ha pulsado por error (como nos
pasó a nosotros en una ocasión) hay que llamar por un telefonillo
para que se persone al cabo de unos minutos un responsable del canal
que restaurará el funcionamiento del sistema.
Al pasar el cabo en
la cornamusa no lo fijamos. Simplemente lo mantenemos tenso para
evitar lo "meneos" de los remolinos dentro de la esclusa. Verifique
que las cornamusas son sólidas pues el tiro sobre ellas ocurre de
forma vertical cuando estamos en la parte baja de la exclusa.
No es necesario armarse con un ejército de defensas para evitar los
golpes, como habíamos leído en numerosas publicaciones. Con 5 ó 6
bien posicionadas en la banda que toque la piedra es suficiente.
Ojo con las fuertes
corrientes
En la parte
delantera de las esclusas (cuando las subes), es donde se monta un
verdadero remolino al producirse el llenado. El barco puede tirar
con mucha fuerza y por ello debe estar atento y sujetar con fuerza.
Si nos sujetamos en la parte trasera de la esclusa el tema cambia
mucho y prácticamente no notaremos la fuerza de los remolinos.
Cuando se
acerca a una esclusa para remontarla, existe aguas abajo y a unos 20
metros de la esclusa una boca por la que es expulsada el agua que
está dentro de ella de forma perpendicular al canal. Tenga presente
que una esclusa almacena de 300 a 500 metros cúbicos que son
lanzados por esta boca en pocos minutos generando una corriente
importante.
La entrada a veces se
muestra algo estrecha aunque todas tiene la misma anchura.
Por esta razón
no se quede esperando justo al lado de la esclusa. Debe permanecer a
unos 50 metros para no meterse de lleno en el torbellino. Nosotros
lo probamos con la Cap Camarat pues la capacidad de respuesta de
nuestro motor Yamaha es más que suficiente para luchar contra una
fuerte corriente, pero como le pille con un pequeño velero o barco
sin demasiada motorización, aparecerá en la orilla y en mitad del
remolino.
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Entrada
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Toda
la esclusa para nosotros
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Uno sujeta la proa
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Otro la
popa
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Se cierra
la compuerta |
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Empieza
el llenado |
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Hay que
luchar contra las corrientes que se forman |
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El agua
va subiendo... |
...hasta
equilibrarse. ¡Ya puedes salir! |
Situaciones extrañas
Los
automatismos al fin y al cabo son sólo eso… mecanismos automáticos.
Las condiciones que pueden darse en una exclusa son muy variadas, y
algunas conducen a error.
Al entrar en
una de ellas cerca de Toulouse giramos la percha y en respuesta
vemos que el semáforo naranja comienza a parpadear indicando que la
petición ha sido tenida en cuenta. La luz roja nos indica
detenernos. Las puertas de la exclusa se abren pero no se enciente
la luz verde. Al cabo de diez minutos volvemos a girar la percha
pero nada cambia de modo que pensamos que quizás es la hora del
almuerzo y aunque sea una exclusa automática debemos esperar a que
pase la hora de la comida, pues estamos cerca de Toulouse en donde
empiezan las esclusas manuales…
Una hora y
media después la cosa sigue sin arreglarse de modo que tras varios
tanteos acabamos
llamando al telefonillo a ver que pasa.
Lo que ocurrió
es que los dos barcos que bajaban de la esclusa cuando nosotros
estábamos llegando, salieron demasiado juntos y como consecuencia el sensor fotoeléctrico de la exclusa seguía pensando que todavía
quedaba un barco dentro de ella. Por esta razón no nos permitía a
nosotros continuar. La conclusión es evidente. Al mínimo problema
que se salga de la normalidad, utilice el telefonillo y no espere
una hora a que el sistema vuelva a funcionar.
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