Nuestra segunda travesía ofrece unos de los paisajes
más bellos de todo el Midi. Las esclusas son verdaderos jardines
botánicos, y en ellas se encuentran orillas ideales y sosegadas.
Recorreremos kilómetros de arboledas, pueblos medievales y finalmente alcanzamos el Mediterráneo de intenso azul
ultramar. Descúbrelo con nosotros…
La navegación
por los canales del Midi ofrece una experiencia excepcional y del
todo recomendable que nos permite descubrir la Francia profunda con
sus tranquilos, los verdes paisajes y las afables gentes “du pays”.
A pesar de ser mitad de Agosto nos sorprendimos por la agradable
temperatura, y más aún, por el recorrido sin mosquitos.
Habíamos previsto rociarnos con lociones repelentes, y la verdad es
que no hubo ni un solo mosquito a lo largo de los 400
kilómetros de canales!
Toulouse en el
centro del pre-pirineo francés, bien merece un par de días amarrados
en el céntrico puerto de “Saint Sauveur”. Todo queda cerca de la
tranquila marina y es posible pasear por sus bellos parques y el
milenario casco antiguo. El Garona y varios canales atraviesan el
centro urbano de la capital del Languedoc entre sus antiguos
edificios de ladrillo rosa.
Los Canales del Midi no son para correr. Hay que recorrer y
disfrutar los bellos paisajes visitados.
El día a día
Pero lo mejor
de los canales está en su ritmo apacible y reposado. El día
transcurre poco a poco y con cada curva y cada esclusa descubrimos
nuevos rincones. Se navega poco a poco hasta las siete de la tarde,
cuando se interrumpe el servicio de las esclusas. Entonces te
abarloas a una orilla y das una vuelta por el pueblo más cercano,
sales a cenar, o te preparas algo rico en el mismo barco. Descansas,
paseas, te acompañas con una buena lectura. Sigues el ritmo de
las esclusas...
Más que
navegar, lo que haces es conducir lentamente con el motor al ralentí
lo cual es tranquilo pero no ocioso, pues hay que permanecer al
timón todo el tiempo. La llegada a algunas esclusas es como alcanzar la
puerta acorazada de un castillo. Con
cada apertura aparece un nuevo tramo, un nuevo paisaje, algo
nuevo por descubrir.
Además de
conocer paisajes llenos de encanto, descubres el ritmo tranquilo de
sus gentes. Cerca de Bram
ya pasado el pueblo de Castelnaudary, una joven vendedora de
helados aprovecha el cierre de las compuertas para sacar pasea en su
chinchorro propulsado por un imponente perro
pastor que tira de ella a nado!
Hay que estar
atento con las gasolineras pues aunque hay muchas a lo largo de todo
el recorrido, en el mismo canal son escasísimas. Anduvimos con 4
bidones en busca de gasolina y al paso nos salió una afable persona
que insistió en ayudarnos. Se fue a buscar su coche y nos llevó por
la comarca para ayudarnos a repostar, sin admitirnos nada a cambio.
Michel es una de las personas más “majas” que jamás hayamos
conocido!
El canal de Midi ofrece los jardines acuáticos más largos del mundo.
Transcurren entre arboledas y bellos campos de girasoles.
Las peniches y el canal del
Midi
Mención aparte
merecen los barcos con los que te cruzas. Se ven algunos veleros y
barcos de motor que atraviesan entre los dos mares, pero las más
típicas son las “Peniches”, sorprendentes por su gran
eslora. Aunque estrechas de manga, muchas de ellas tienen los 30
metros que admiten como máximo las esclusas. Por dentro son
verdaderas casas algunas de ellas equipadas a todo lujo.
Muchas de
ellas son particulares, mientras que otras están disponibles para el
alquiler y nada tienen que ver con los típicos barcos de charter
fluvial en fibra de vidrio y normalmente pilotadas por gente poco diestra.
Las barcazas
de acero son nobles y algunas de ellas muy hermosas. No
es raro encontrar auténticos jardines sobre sus cubiertas, y en casi
todas se han dispuesto hamacas y sombrillas para relajarse durante
las travesías fluviales.
Pero es
posible ver de todo, como los restaurantes flotantes que abundan en
Toulouse, incluido un budha bar, o un catamarán Hobby-Cat al cual
han cambiado todo el aparejo por un cómodo sofá, o indeterminadas
construcciones flotantes convertidas en vivienda. En los canales hay
de todo.
Algunas Peniches son el hogar de
parejas jubiladas que viven viajando
lentamente y sin ninguna prisa por los miles de kilómetros de
canales que atraviesan toda Europa.
Jóvenes parejas aprovechan la belleza de los canales del Midi como
escenario de sus bodas.
Pequeño barco. ¡Gran motor!
Entre esclusa
y esclusa los encargados de su funcionamiento se avisan por radio
VHF entre ellos para saber que barcos van a llegar en las próximas
horas. De esta
manera pueden esperar un poco para aprovechar el agua y hacer pasar
a varios barcos a la vez. Y desde luego no éramos conocidos como el
"Ride-Sea". Simplemente nos llamaban “petit bateau,
grand moteur”.
Al final los
escluseros se mostraban expectantes por saber quienes éramos y que
era ese pequeño barco con gran motor que viajaba a lo largo de todos
los canales. Aunque el Yamaha F350 es imponente, en la popa de
nuestra CapCamarat muestra un aspecto muy equilibrado y
ciertamente potente.
Casi a ralentí
tuvimos que navegar durante los 12 días de travesía, pues a 1.200
revoluciones ya has alcanzado la velocidad máxima permitida en el
canal. Y no se te ocurra pasar a más de 2 nudos por las zonas de
descanso so pena de ser amonestado por los barcos que descansan en
la orilla. A pesar de ello el Yamaha no tuvo ningún problema de
refrigeración o engrase de bujías. Muy al contrario, el F350
funcionó como un reloj suizo y a pesar de rodar durante horas ininterrumpidas a ralentí en todo momento se mostraba dispuesto a
ofrecernos una explosión de potencia en caso de tener que rectificar
alguna maniobra.
El motor es
sumamente silencioso. Tanto que en alguna esclusa pretendí arrancarlo
estando ya en marcha al ir a maniobrar. Afortunadamente el
dispositivo Bendix del motor protege el sistema de arranque de este
tipo de abusos sin ninguna consecuencia.
No es raro encontrar colibris en los alrededores. El
primero que se nos cruzó nos dejó perplejos con su revolotear de
vibrantes tonos verdes metalizados.
Canales del Midi: Parar y disfrutar
Así como
Moissac representa el punto medio del mapa, Toulouse es verdaderamente el punto medio de los 12 días de
navegación. Y bien digo casi dos semanas pues es difícil hacerlo en menos tiempo al estar condicionado al funcionamiento de
las esclusas. Pero es mejor contar con una veintena de días para
poder parar y disfrutar de sus ciudades históricas. Moissac bien
merece la pena para pasar un par de días. Desde
allí es posible descender a través de varias esclusas al río Tarn y
perderse en la naturaleza.
Toulouse es un
una ciudad en donde hay que detenerse también durante varios días. Buena
comida, buenos vinos y muchos lugares por conocer. El casco antiguo
queda a un paso del puerto de “Saint Sauveur” que además de ser muy
barato ofrece todos los servicios náuticos. Al mirar el ambiente
marino no es
evidente pensar que te encuentras tan metido tierra adentro! El
sitio es perfecto para dejar el barco incluso una larga temporada
en caso de tener que interrumpir las vacaciones.
Bien pasado la
mitad del camino, entre los pueblos de Villefranche y Castelnaudary
se encuentra el punto más alto de todo el canal en donde las aguas
se dividen y vierten hacia el Este y al Oeste. Al lado de la pequeña aldea de
Segala
se encuentra el estanque de Naurouze que aporta el agua que habrá
de fluir por un lado hacia el Atlántico y por el otro hacia el
Mediterráneo. A partir de este punto se produce un cambio
importante en el recorrido. En vez de subir esclusas, todas pasan a
ser de bajada hasta desembocar en el mar Mediterráneo.
En este barco los jardines “trepan” por la popa desde un barril. El
efecto es tan curioso, que al principio pensamos que se trataba de
un logrado dibujo.
Carcassonne y el canal del Midi: Patrimonios de la humanidad por la
Unesco
Carcassonne es
otra de las villas de obligada visita en donde poder descansar más
de un día y disfrutar del espectacular entorno medieval. Pero en
verano está abarrotado por el gentío y es bueno conocerlo durante el
otoño o a finales de la primavera.
Carcassonne
empezó a ser estratégicamente importante a partir del momento en el
que los romanos fortificaron la cima de su colina, alrededor del año
100 a. C. La mayor parte
de las murallas son de esa época. En el
siglo VII, los
visigodos ocuparon la
ciudad y construyeron más fortificaciones que aún se conservan. Pero
los
sarracenos tomaron la
ciudad en el año
725 hasta que 34 años más
tarde el rey
Pipino el Breve los
expulsó. Fue más adelante feudo de
cátaros y en el año
1209, el ejército de los
cruzados de
Simón de Montfort forzó la
rendición de la ciudad después de un sitio de quince días.
Carcassonne
se convirtió en una ciudadela fronteriza entre
Francia y la
Corona de Aragón hasta que
en
1213 Simón de Montfort
contra el rey
Pedro II de Aragón, marcó
el comienzo de la dominación de los reyes de Francia.
Bajar esclusas
Desde el
puerto de Lauragais
las esclusas cambian de signo. A partir de allí pasan a ser
descendentes, y esto tiene su importancia. Bajar esclusas es mucho
más relajado que subirlas ya que al llegar a ellas no es necesario
descender a ningún tripulante antes de entrar en ellas. Ahora te
metes en la esclusa y amarras como si llegaras a cualquier pantalán.
No es necesario “adivinar” a que orilla se encuentra el botón para
disparar el mecanismo de puesta en marcha ya que lo ves al llegar.
Pero lo mejor
es que el vaciado de las esclusas es muy tranquilo y el barco
prácticamente ni se mueve. Simplemente largas un poco de amarra
a vuelta de bolardo y por seguridad. Además son más rápidas pues el vaciado
se efectúa en menos tiempo que el llenado.
Lo único
importante es no bloquear el paso del cabo en las cornamusas del
barco pues el agua desciende bien rápido y si se llegara a enredar
podría hacer que la embarcación quedara literalmente colgada en el
aire. Como no hay remolinos ni fuerzas que aguantar lo mejor es
sencillamente sujetar el barco con el cabo en la mano.
Antes de Carcassonne se encuentra la zona de Villesequelante
en donde el canal hace un montón de meandros muy cerrados en mitad
de un entorno tan bello como concurrido.
El peligro de los turistas fluviales
En algunos
puntos del recorrido y especialmente en Carcassonne y Narbone se
encuentran las grandes empresas de alquiler de barcos fluviales que
suelen recorrer esta parte del recorrido. Si bien es cierto que con
4 pequeñas defensas pudimos proteger el casco de nuestra Cap Camarat
frente a las duras paredes de piedra, fue a partir de Carcassonne y
por culpa del nulo nivel “marinero” de estos domingueros acuáticos
donde al final sufrimos la embestida de varios barcos dentro de las
mismas esclusas.
Después de
repetidos disgustos, decidimos dejarlos pasar a todos y relajarnos
un poquito antes de continuar la ruta. En caso de duda, no tenga
prisa y espere en la orilla hasta que pueda pasar la esclusa cómodamente sin otros barcos
que le acosen.
Y lo increíble ocurre. ¡Un barco queda colgando de la esclusa al
bloquear el cabo de amarre!
Si
bien es cierto que Carcassonne merece la visita, esta zona está muy
concurrida especialmente en el tramo de Carcasona a Narbona. Intente
no recorrer la zona en mitad de Agosto al ser la época más visitada.
DESASTRES en las ESCLUSAS
(Click para ampliar) |
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Cruzados en mitad de la
esclusa |
Enbestidas a un velero |
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¿Para qué usar los
bolardos? El barco basta |
Dándose "besitos |
Canal de la Robine
Unos kilómetros
antes de alcanzar el Mediterráneo navegas por el canal de agua dulce
entre dos lagos salados. El Mediterráneo está muy cerca.
Es el camino
más corto y directo hacia el Mediterráneo, especialmente si el
destino es ir hacia la frontera de España. Pero ciertamente la cosa
cambia en cuanto desciendes las esclusas de Sallère d’Aude.
Las grandes frondosidades desaparecen, el clima se hace más
caluroso. Es preferible salir al Mediterráneo por Bezier y
continuar el canal del Midi. Además en el canal de la Robine
es donde pudimos observar los calados más someros. En algunos casos
el Raymarine nos avisó de disponer sólo de 0,8 metros de agua.
La sonda te puede
asustar en algunos puntos del canal de la Robine.
Pero la Robine
conduce hasta Narbone, y el canal atraviesa esta cuidad medieval por
el mismo centro incluso por debajo de algunas de sus casas. Narbona
es otra de las ciudades en donde bien merece la pena parar y
disfrutar de su entorno medieval. Además al descender las esclusas
automatizadas de la Robine, alcanzas un rincón interesante en la
confluencia con el río Aude. Hay que evitar un largo banco de arena
y una represa en la zona de Moussoulens. El paso es fácil y muy
hermoso, aunque requiere estar bien atento para evitar la caída del
agua que va al río.
La represa de Moussoulens al bajar las esclusas de
Sallère
d’Aude da un poco de respeto
Atravesamos
Narbona en mitad de la ciudad medieval
A partir de
Narbona comienza la recta final hacia el Mediterráneo. El paisaje ha
cambiado totalmente y ahora aparecen densos pinares en un clima
mucho más seco. El Canal de la Robine discurre en medio de los
largos pantanos salados de Bages, Sigean y Ayrolle. Los colores han
tornado el verde por el azul intenso y el Mediterráneo no se hace
esperar más. Port La Nouvelle nos da la bienvenida!
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