El paso del
Cabo de Buena Esperanza
Un servicio entre el Indico y el Atlántico Sur
A finales del septiembre pasado recibimos con sorpresa la
petición de ayuda, vía correo electrónico en radio BLU, de un
velero de 11 metros patroneado en solitario que acababa de
romper en medio del Océano Índico, a más de 2000 millas de
tierra, los dos obenques bajos.
Después de localizar en los astilleros alemanes de ese velero
sus planos de construcción y el tipo de jarcia con que había
sido dotado, acordamos enviarle mediante
DHL toda una
jarcia de repuesto a su próximo punto de recalada.
El velero llegó dificultosamente un mes después a Port-des-Galets,
en la Isla de Reunión, con unos obenques provisionales
realizados con un largo trozo de la cadena de fondeo. Allí se
colocaron los nuevos obenques de sustentación del palo. Para
el resto de la jarcia, nos pidió si podíamos instalársela
durante su próxima escala en Durban, Sudáfrica y de paso cruzar
el Cabo de Buena Esperanza
juntos. Nos pareció una experiencia fabulosa.
Después de rellenar las pertinentes formalidades, tuvimos que
llevarle una serie de repuestos imposibles de encontrar en su
periplo para poner otra vez su velero en buenas condiciones de
navegabilidad, pues los dos años que llevaba dando la vuelta al
mundo, ya en su recta final, lo venían pidiendo a gritos.
El equipo B&O se puso en
marcha, y una vez llegados a Durban, estuvimos diez días
dedicados a dejar al velero como en sus mejores tiempos. Cambio
de jarcia, limpieza de winches, revisión de motor, cabullería,
enrolladores, electricidad, instalaciones, velas, cosido de
capota... Con un baldeo general y sacando brillo a los
candeleros, el velero estaba de nuevo en condiciones de afrontar
los siguientes y últimos nueve meses que deberían llevarlo hasta
Barcelona, pasando por Brasil y el Caribe. Pero antes debíamos
pasar el Cabo de Buena
Esperanza , difícil travesía.
Para ir de Durban a Ciudad del Cabo hay que recorrer poco más de
800 millas lo que incluye doblar la punta sur de África con su
famoso y temido Cabo de Buena Esperanza, que separa el Océano
Índico del Atlántico.
No sabemos de dónde le viene el nombre, nos imaginamos que de la
buena esperanza de pasarlo sin
naufragar en el empeño. Hoy, con la cantidad de partes
meteorológicos fiables que existen, se ha vuelto mucho más
fácil.
De todas maneras, la gran dificultad del paso radica en que los
vientos del Este y los del Oeste se turnan cada tres o cuatro
días, de forma impredecible. Los del Oeste son los predominantes
y en algún caso llegan a ser realmente muy fuertes. Los vientos
del Este que soplan en todo el Índico arrastran una masa de agua
que al llegar al continente africano da origen a una fuerte
corriente que va bordeando como un río, a unas diez millas de la
costa, la punta sureste del continente: es la
corriente de las Angulas que
circula a una velocidad entre 5 y 10 Km. por hora. Cuando
confluyen los fuertes vientos del Suroeste en contra de dicha
corriente, llegan a formarse olas cortas casi verticales de 20
metros de altura..., peligrosas para los grandes barcos y
letales e imposibles de afrontar para pequeñas embarcaciones.
Nosotros, en Port Elisabeth estuvimos retenidos por un viento
del Suroeste que llegó a soplar a 120 Km por hora, suerte que
era el verano austral, pues nos dijeron que en invierno pueden
doblar esa fuerza!
El pase de un velero del Índico al Atlántico, o viceversa, se
acostumbra a realizar preferentemente en el verano austral, la
buena época que abarca de diciembre a febrero. Hay que
aprovechar una previsión de viento favorable que asegure al
menos dos o tres días de vientos portantes. Con ello puede
hacerse un trayecto de 200 a 400 millas que impulsados por la
corriente ayudan a situarse en cualquiera de los pocos puertos
seguros que hay en el trecho. Con un poco de suerte, con tres
saltos se puede dejar atrás el temible paso.
Nuestro paso
Durban - East London - Port
Elisabeth - Mossel Bay - Cap Town
Un día de fuerte viento y lluvia apareció en secretaria del
“Point Yacht Club” de Durban el anuncio del cambio de tiempo
para la mañana siguiente. Tanto nosotros como los demás barcos
que esperaban lo mismo, nos dispusimos rápidamente a comprar
fruta fresca y arranchar el velero. Partimos a la mañana aun con
un poco de viento en contra que obligó a poner el motor por unas
horas. Pronto roló hacia el Este como había pronosticado la
previsión y empezamos una alegre cabalgada sobre las fuertes
olas a unos 11 nudos gracias al empuje de la corriente,
velocidad que nunca habíamos soñado alcanzar de forma continuada
en un velero de tan poca eslora.
Así, después de 255 millas, llegamos a la tarde siguiente a East
London, un puerto fluvial. Tuvimos que abarloar en tercera fila
en un precario muelle, donde lo único que encontramos bueno fue
un extraordinario olor de pescado frito procedente del
bar/restaurante que hacía las veces de club náutico, situado en
la ribera norte del río, antes de un puente que lo cruza. Visto
el parte local que señalaba por delante aun 36 horas de vientos
favorables y que después se esperaban varios días de fuertes
vientos contrarios, decidimos continuar la travesía hasta Port
Elisabeth. Al mar de nuevo, ya anocheciendo, para cubrir las 135
millas del trayecto y añadirlas a las 255 que ya habíamos
realizado desde Durban.
En la Marina de Port Elisabeth, permanecimos diez días con un
viento atemporalado del Oeste que nos obligó a reforzar las
amarras, aunque no por ello se podía impedir un tremendo
bamboleo de la embarcación. Otros cinco veleros estaban
refugiados esperando el momento de la abertura de una ventana en
el tiempo para continuar. Salimos una mañana temprano, uno tras
otro, recogiendo durante unas horas el final de un SW, hasta que
se entabló un cómodo SE que fue rolando hacia NE y
desgraciadamente bajando de intensidad hasta el punto de
realizar la parte final del trayecto a motor. Fueron 175 millas
que nos llevaron hasta Mossel Bay, donde entramos de noche.
Mossel Bay es una pequeña y amable población turística en la que
no llegamos a estar ni dos días, pues un nuevo parte favorable
de dos o tres días no lanzó de nuevo al mar para intentar hacer
de un solo salto las siguientes 245 millas que nos separaban de
Ciudad del Cabo, incluyendo el doblado del temible Cabo de Buena
Esperanza, antes de que se entablara otra vez el anunciado
viento del Oeste.
Un fuerte viento empujó al velero hasta su destino final con
velocidades de hasta 10 nudos, esta vez sin ninguna corriente a
favor. La cabalgada a veces se hacía peligrosa, pero queríamos a
toda costa doblar rápidamente el mítico Cabo, no fuera que el
esperado viento en contra anticipase su llegada.
Se dobló de madrugada, sólo viendo recortada su inhóspita y
negra silueta contra un cielo estrellado. La llegada a Ciudad
del Cabo se hizo soportando las fuertes ráfagas de viento que
bajaban intermitentemente acanaladas entre las montañas que
velaban la costa. La última, la Table Mountain que cobija a la
ciudad con su mole de más de 1.000 metros nos dio un resguardo
que permitió entrar tranquilamente en el gran puerto y amarrar
con toda seguridad en un pantalán del lujoso Royal Cape Yacht
Club.
NOTAS
A - Partes meteorológicos a
través de BLU. Se puede hablar y pedir más detalles
Hora UTC
05.00
05.30
06.30
11.30
15.00
15.20 |
Net control
Fred
Fred
Davina/Alistair
Alistair
Fred
Fred |
Frecuencia, Kh.
8.297
14.316 / 14.360
7.085
14.316 / 7.045
8.101
14.316 / 14.360 |
B – Web de meteorología local a
siete días vista
www.cruiser.co.za/tony.asp
C – Información
útil para navegar
Puede encontrarse en un establecimiento náutico junto a la
Marina de Durban, en el nº 7 de Fenton Lane, de Tony Herrick. Ha
editado un modesto informe sobre el paso del Cabo de Buena
Esperanza muy completo y extraordinariamente útil.
D - Posibles etapas
Este-Oeste para pasar el Cabo de Buena Esperanza
Richard’s Bay + 85 millas = Durban
+ 255 millas = East London
+ 134 millas = Port Elisabeth
+ 40 millas = Port St. Francis
+ 135 millas = Mossel Bay, con cuatro puntos de refugio
intermedios
+ 120 millas = Cabo Agulhas, con cuatro puntos de refugio
intermedios
+ 125 millas = Ciudad del Cabo, con seis puntos de refugio
intermedios
AGRADECIMIENTOS
Cortesía de
Olga Solà de la Empresa de Charter ODISEA
©
Copyright 2007. Fondear, S.L.
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