Vaya por
delante que lo importante es encontrar tripulantes que disfruten con
la mar y no resulten conflictivos, lo cual dicho sea de paso no es
fácil conocer de antemano. Y es que el asunto es algo más
peliagudo, que el de compartir durante unos días una de las
habitaciones de nuestra vivienda habitual. Para ello, tener unas
citas previas para conocer la verdadera motivación, gustos y
aptitudes de nuestros futuros tripulantes, es de gran importancia.
Lo cierto es
que navegar con amigos o conocidos con los que establecer una
relación de amistad, nos permitirá disfrutar al poder compartir
vivencias y contar con gente para realizar tareas a bordo. La
pérdida de privacidad queda compensada por la libertad que supone
disponer de compañeros que pueden quedar a bordo cuidando el barco
por turnos mientras otros bajan a tierra para realizar pequeñas
incursiones para descubrir los territorios a los que llegamos.
¿Cómo se navega?
La mayoría de
los transmundistas van en pareja, lo cual es una opción estupenda.
En términos generales, el 60% de los veleros que realizan grandes
viajes (no el cruce de la península a las Baleares), están
tripulados por marido y mujer, frente a sólo un 15% de tripulantes
en solitario amantes de la soledad e independencia. Otro 10% está
formado por las tripulaciones profesionales que llevan el barco de
aquí para allá, para que el armador pueda pasar las vacaciones en el
destino escogido. Y sólo el 15% restante está formado por los barcos
que viajan con tripulaciones de amigos reunidos para compartir una
gran aventura.
Actividades del Club
Fondear
Entre las actividades que
te ofrecemos, existen algunas que te obligan a alquilar el
barco y tu elegir la tripulación, pero existen otras en las
cuáles podrás participar en lo que llamamos "Plaza a Plaza",
es decir, tu reservas tu plaza sin conocer a la gente con la
que compartirás esa actividad concreta.
- Paseo por la ría de
Vigo: el puente de Rande, las espectaculars playas del
Morrazo, navegación entre bateas
- Bonos experiencia en
Galicia: con monitor de vela, compaginamos vela y ocio con
una temática diferente cada semana
- Excursión a las Islas
Cies: bañarnos en las playas de Rodas y de San Martiño,
realizar una ruta de senderismo
- Profundizar en
nuestros conocimientos de vela: tres niveles: bautismo,
iniciación y perfeccionamiento en la costa vasca
- Semana en Ibiza y
Formentera: salidas desde Valencia para singles
- Semana en Ibiza y
Formentera: salidas desde Valencia para singles gays
- Semana en Menorca:
salidas desde Barcelona
- Participa en la Regata
de la Copa del Canal: de Denia a San Antono
- Fin de semana
navegando por Ibiza y Formentera: salidas desde Valencia
- Fin de semana
navegando por la costa de Valencia
- Aprovecha el traslado de
la flota de Mallorca a Tenerife al final de la
temporada de chárter
- Salidas de pesca en
Alicante: de fondo, de curricán costero
- Disfruta de una singladura
gastronómica en Cabo de Palos
.... y mucha mas (click)
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Unas cifras
curiosas que deberían ser distintas, pues compartir está bien y
ayuda mucho en el mar. Navegar con más gente en el barco reduce
también la siniestralidad, y así lo contemplan las primas de las
pólizas de seguro en el extranjero, en donde uno pagará más si viaja
en solitario a si lo suele hacer con un grupo de tripulantes. Diez
ojos ven más que dos, y si a nosotros nos pasa desapercibido otro
barco demasiado próximo o esa enorme boya peligrosamente cercana,
con más tripulantes a bordo las posibilidades de que alguien la
aviste se multiplican por el número de tripulantes.
Navegar con amigos
Una importante
ventaja de navegar con gente durante las travesías largas radica en
la disminución de las guardias y del tiempo de vigilancia. Hacer
3.000 millas en pareja puede dejar exhausto a cualquiera, pues
obliga a realizar guardias molestas y a dormir no más de 3 horas
seguidas durante la noche. Si te agarras un gripazo o te rompes una
pierna navegando en solitario el asunto puede convertirse en un
auténtico desastre, en pareja en un problema, y con tripulación, en
un incidente fastidiado.
Cuando
llegamos a una costa lejana, al llegar con tripulación reducida o en
solitario estamos casi obligados a meternos en un amarre en la
marina para poder bajar a tierra a comprar comida o salir a conocer
el interior. Con amigos la posibilidad de fondear en una cala y
utilizar la neumática dejando el barco custodiado con alguien a
bordo abre
muchas posibilidades, especialmente en lugares remotos en los que la
seguridad no es un asunto trivial, o donde es complicado si no
imposible alcanzar una marina deportiva como acostumbramos a
conocer en las costas del litoral europeo.
Encontrar la
tripulación ideal
Tanto tiempo compartido en un reducido velero destapa, en bastantes
ocasiones, la tapa de los truenos de la convivencia. No es raro que
varios amigos de toda la vida dejen de serlo tras una densa
experiencia en el apretujado espacio de un barco. Conozco casos de
amigos que acaban acusándose incluso de las peores maldades, tras la
prueba de fuego de 5 semanas juntos.
Incluso tras sólo 5 días de chárter en Baleares hay quien reniega
hasta de sí mismo. Pero quizás también nos sorprenda alguien en
quien dudábamos de poder congeniar, y que finalmente resulte un
compañero ideal de aventuras.
Sé de unos amigos que empezaron la travesía desde Canarias al Caribe
en un entorno bien harmonioso, pero a los pocos días de estar en
alta mar, y llevados por el cansancio y el mal humor, comenzaron a
discutir por asuntos absurdos como si el café tenía demasiado
azúcar, o si no era buena hora para comer. El mal ambiente fue dando
paso a fuertes mosqueos, tensiones y casi al amotinamiento. En
algunos casos, el deterioro comienza porque unos quieren navegar más
rápidos y otros prefieren llevar un ruta más tranquila. Unos quieren
escuchar rock a todo volumen mientras otros prefieren leer en paz y
sin música. Las diferencias de gustos y opiniones pueden pasar de
ser ligeras incompatibilidades, a crear grupos separados imposibles
de reconciliar en una atmósfera odiosa de la que no es posible
escapar.
Elegir unos buenos compañeros con los que compartir la aventura es
el primer desafío, y quizás uno de los más relevantes. Es importante
informar y comunicar claramente nuestros propósitos ilustrando la
ruta, el tiempo de duración, los costes que generarán repartidos a
cada participante, el barco en el que se va a navegar, y las
condiciones de espacio y organización a la que estaremos limitados.
Es más importante encontrar a gente organizada y de buen carácter a
otros que sepan mucho de vela pero resulten complicados.
Los que nos vayan a acompañar deben tener claro las prioridades y
líneas generales del viaje, y saber si se trata de un viaje de
regata, o por el contrario un crucero en el que no tiene mayor
relevancia llegar 5 ó 10 días antes o después, mientras que lo que
se persigue es disfrutar del viaje sin someter al barco al máximo
esfuerzo. Y durante esta presentación deberemos hacer las preguntas
oportunas que nos ayuden a evaluar si las personas entrevistadas son
o no adecuadas. Presta atención a las sensaciones y la “química” que
le transmite cada candidato a compartir tan importante temporada. Y
recuerde que cada participante debe tener su propio seguro médico y
de accidentes que cubra una posible repatriación en caso de
problemas serios de salud.
En un viaje largo
hay tripulación que puede hacer una etapa para ser sustituidos por
otros que se adapten a los calendarios y fechas necesarias. Para
ello es buena idea utilziar webs y servicios gratuitos, como el que
por ejemplo tenemos disponible en
"Fondear.com"
o en el
extranjero en sitios como
"CrewSeekers".
Carteles en Clubs Náuticos y Escuelas Náuticas son también una buena
forma de contactar con posibles tripulantes.
Lograr una
buena relación
Aunque no existan relaciones contractuales, dada la naturaleza del
proyecto viajero, existen algunas formas de gestionar la convivencia
para asegurar un buen entendimiento. Hay que dejar claro los puertos
de destino y fechas en las que se espera arribar con cierto margen
de flexibilidad, y permanecer en contacto por email con quienes
vayan a sustituir a los que acaben una etapa.
Está bien que exista la figura de un “primer oficial” o un
“contramaestre” cuyo rol sea la toma de decisiones de media
relevancia como tomar un rizo, o cambiar de banda, o de tipo
organizativo para establecer turnos o distribuir tareas de
mantenimiento, dejando al patrón la toma de decisiones más
importantes.
Los asuntos económicos deben ser dejados muy claros desde el
principio para no dar lugar a malos entendidos. Qué gastos se
comparten, cuales son específicos del armador o fletador, quien
pagará los gastos de avión para regresar a España desde etapas
intermedias, cómo se contribuye al gastos de gasoil o a unos
posibles costos de 10 ó 15 Euros diario en conceptos de comidas y
manutenciones, si los gastos de las marinas son a repartir o no, el
alquiler de un coche para recorrer el destino, o los posibles gastos
de cenas, internet satelital a bordo y demás gastos que pudieran
surgir.
Los planteamientos pueden ser muy distintos desde la figura de un
marinero contratado con o sin sueldo a cambio de compartir una
aventura, hasta un pago a riguroso escote de todos los gastos entre todos los vayan a
bordo.
Organizar el
día a día
Para que la tripulación no discuta por nimiedades, es recomendable
reglar la mayor cantidad de cosas, y si es necesario hacer
excepciones, a que se tenga que discutir cada día y cada vez sobre
asuntos de poca relevancia. Cuándo comer, a qué hora cenar, quién
lava los platos y en cómo rotar estas tareas, cuánto pueden durar
las duchas, cuándo se abre el turno de noche, cuál es el mínimo de
limpieza exigible, a qué hora se puede poner música o si por el
contrario quién quiera música ha de hacerlo con sus cascos...
Los turnos de noche deben solapar a quienes tengan más experiencia
con lo que sepan menos. Un buena idea consiste en nombrar a cada
miembro de la tripulación como cocinero del día que pueda
compaginarse con el turno de quien limpia los platos, de tal forma
que se tienda a ensuciar lo mínimo, y crear también un sano espíritu
de superación para ver quien cocina mejor y más rico.
Es importante que cada tripulante tenga su espacio vital por pequeño
que este sea, con su propio rincón, cajón o estantería en la que
tener sus cosas personales, alimentos o medicinas personales, y
aunque sea, un mínimo de privacidad. A veces una simple cortina
permite crear ese espacio de privacidad en un mismo camarote.
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