En los nuevos
proyectos e instalaciones de cocinas náuticas, el gas cede el paso
en algunos casos a
las vitrocerámicas de tipo inductivo que son alimentadas por
inversores a partir de de un potente parque de baterías o
directamente desde un generador eléctrico, lo cual permite eliminar toda la
instalación de gas en el barco con sus correspondientes ventajas e
inconvenientes. Pero en barcos de recreo de esloras pequeñas y
medias, no tiene sentido instalar un importante parque de baterías
que alimente un inversor de corriente, para sólo dar potencia a una vitrocerámica, idéntica a las que encontramos en las casas modernas.
Las ventajas del Gas
Sigue siendo un
sistema eficiente, sencillo, compacto y económico para poder cocinar
con buenos fuegos, y también para alimentar equipos de calefacción
a bordo. El gas también se utiliza para hacer funcionar las
barbacoas instaladas normalmente en el balcón de popa en la
cubierta.
Si
piensa instalar una barbacoa en su barco, el gas es mucho más cómodo y seguro que armar un lío con
carbones al rojo vivo potencialmente peligrosos en cuanto se levante
una leve brisa capaz de avivar las brasas de forma descontrolada.
Por ello, el gas es perfecto para barcos en los que no tengamos
parque de batería suficientemente grande.
En esloras medias o
mayores, y especialmente en los diseños de catamaranes en donde se
puede instalar fácilmente una gran superficie de captación solar,
junto con la drástica bajada de precios de los paneles solares, la
instalación de sistemas eléctricos va ganando terreno al gas. Las
cada vez mejores prestaciones de los parques de baterías con
tecnologías de ión-litio-fosfato puede desplazar la eslora media a
partir de la cual el gas comienza a ceder el terreno al
calentamiento eléctrico.
Pasarse a la
electricidad
Sin duda es
una opción muy interesante siempre y cuando nos salgan los
cálculos energéticos a bordo. La electricidad tiene mucho
sentido siempre y cuando no seamos unos grandes aficionados a
la cocina y estemos haciendo un uso extensivo de ella. Aunque
las vitrocerámicas consumen mucha potencia, lo importante no
es la potencia, sino el tiempo que la usemos. O mejor dicho,
lo importante es el tiempo que la usemos multiplicado por la
potencia media que consumamos en esta cocina, o sea la energía
total utilizada.
En el barco
ocurre lo mismo que con el microondas en casa, que suele consumir una
potencia respetable del orden de un kilovatio, pero se usa
solo unos pocos minutos al día y por tanto, utilizar un
microondas con el parque de baterías no supone finalmente
ningún desafío relevante.
Cierto es que debemos instalar un inversor que produzca 220
voltios a bordo y de un poco más potencia que la suma de los
aparatos que vayamos a tener en marcha simultáneamente a
bordo. En el caso de tener que alimentar por
ejemplo un motor (potencia reactiva) es importante contar con
más potencia, debido a
las necesidades de picos de potencia en el momento del
arranque. El inversor o generador debe tener potencia por encima a la potencia nominal consumida.
En los motores de los compresores de aire acondicionado marino (pura potencia
inductiva), los fabricantes ofrecen equipos de arranque lento
que permiten evitar la sobrepotencia del generador, al ofrecer
una curva de consumo de potencia en forma de suave rampa, que
evita los picos brutales de consumo de los compresores
tradicionales. Lo mismo ocurre con las vitros modernas de
inducción.
Los inversores
han bajado MUCHO de precio al ser utilizados extensivamente en
las cada vez más implantadas instalaciones fotovoltaicas y por
tanto, debemos tener claro que la instalación de inversores en
los barcos será cada vez más extendida.
Pero el talón
de Aquiles sigue estando en el parque de baterías, pues la energía hay
que sacarla de algún lado, y salvo que planteemos montar un
generador eléctrico, la única solución viable es
almacenar energía en parque de baterías para ser utilizado
posteriormente a través de un inversor. Lo IMPORTANTE es
realizar un cálculo de consumos de energía a bordo y
balancearlo con la capacidad útil del parque de baterías
instalado a bordo.
Este párrafo
anterior es motivo para un completo artículo, pero
para dar una pincelada, hagamos unos rápidos cálculos. Si nuestra vitro tiene 4 fuegos desde 600 a 1.400
watios y la potencia media cuando la ponemos en marcha es de 1
kilowatio, y la utilizamos aproximadamente media hora al día,
podemos hacer números y concluir que necesitamos del
orden de 500 watios-hora al día, solo para la vitro. Si nuestro parque está
formado por 4 batería de 100 Amp a 12 voltios, y sólo queremos
utilizar del orden de una tercera parte para no deteriorar las
baterías, porque son de ácido plomo, entonces tendremos
disponibles 133 amperios-hora, o sea una potencia de unos
1.600 watios-hora. Por tanto suficiente para nuestro
planteamiento, siempre y cuando no tengamos muchos otros
consumos que dependan del mismo parque…
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El Gas Licuado
En el año 1.912 el
químico Walter Snelling identificó el gas licuado como uno de
los componentes de la gasolina que se encontraba en el volumen que
quedaba en los depósitos de combustible. Se trataba del propano que
comenzó a ponerse de moda para soldadores de fontanería, o para cocinas a
partir del año 1.927 e incluso para neveras de gas que no utilizaban
motores ni piezas móviles, allá por los años 30.
El gas licuado se
obtiene en las refinerías del petróleo, como uno de los componente
del "craking" en donde se separan los diferentes compuestos
del petróleo. El GLP
se licua a -42º centígrados a presión ambiente, pero según aumenta
la presión, el punto de ebullición va aumentando hasta que lo podemos
contener de forma líquida a temperaturas moderadas y con presiones
no muy elevadas. Por ejemplo, a 38 grados centígrados el GLP se
licua a unos 12 bares. Por este motivo podemos "oír" moverse el
líquido dentro de la botella de Camping Gas, cuando la agitamos con
las manos.
Como la presión sube
o baja dentro de la botella de gas, dependiendo de la temperatura a la que nos
encontremos, un medidor de presión no puede indicarnos la cantidad
de gas que queda dentro de la botella. La forma más idónea de
conocer la cantidad de energía que aún nos queda seria por pesada,
lo cual es incomodo. Por esta razón ningún barco lleva indicación de
la cantidad de gas que nos queda en la botella y la solución es
llevar una de repuesto para cambiarla cuando ésta se acabe. Existen
tanques que llevan un "‘flotador" y que miden el nivel de gas
mediante un sistema mecánico, pero no son utilizados en la industria
náutica.
El gas licuado del
barco es muy distinto al Gas Natural que es el que llega a nuestra
viviendas. El Gas Natural no se puede licuar a temperatura ambiente
y su densidad es menor a la del aire, por lo que un escape en casa
tenderá a liberarse a la atmósfera. Pero el Gas Natural es muy
explosivo y una mezcla a partir del 5% con aire es una auténtica
bomba. En la industria naval nunca ha tenido relevancia porque
además requiere ser almacenado en tanque de acero a muy alta presión
en torno a las 200 Bares, en tanques parecidos a las pesadas
botellas de buceo.
El GPL es 1,5 veces
más denso que el aire, y por ello un escape de gas en el interior
iría directamente a la sentina en donde permanecería peligrosamente
a no ser que la ventiláramos. El gas de la botella (mezcla de
propano y butano) no es venenoso y es totalmente incoloro e inodoro.
Por este motivo las refinerías introducen un producto llamado "mercaptano",
que huele al característico "olor a gas", para que si tenemos una
fuga, lo podamos oler inmediatamente y actuar en consecuencia.
El regulador que se
rosca a la botella permite que el liquido pase a fase gaseosa poco a poco,
canalizando el gas que es conducido
entonces por la tubería de cobre y el conocido
tubo naranja de goma, hasta los quemadores de la cocina. El poder calorífico
de este gas es muy alto y una llama de GPL puede hacer subir la temperatura
hasta los 1.982ºC.
La velocidad de propagación de su llama es
muy rápida -853
metros por segundo-, (tres veces la velocidad
del sonido), lo cual nos da una idea del poder explosivo y
deflagración destructiva de una explosión de gas. La mezcla de GLP
con aire se inflama a temperaturas de unos 500ºc. Cualquier chispita de corriente estática, un metal al rojo vivo, o
llama de un mechero provocarían la inflamación o explosión.
Las botellas las
válvulas y la seguridad
El formato más
conocido en España, y también válido en otros países como Francia o
Italia,
es el formato "Camping-Gas" de botella azul. En otros países el lío
está garantizado, y si viajamos por ejemplo por el Caribe,
el lío está garantizado, pues son muchos los formatos de botellas,
roscas y griferías que se utilizan en el mundo. La mayoría de las
botellas son de acero, pero también las hay de aluminio y hasta de
fibra de vidrio.
Las botellas de gas
se compran rellenas solo de forma parcial dejando un espacio en la
botella para que pueda aumentar la presión en caso de que algún
despistado la deje expuesta al sol. A pesar de ello, y es de sentido
común, dejar en verano una botella de Camping-Gas al solazo de
agosto NO es una buena idea…
En la rosca de la
botella debemos instalar un regulador de presión del que sale el GLP
en estado gaseoso a una presión solo muy poco por encima de la presión
atmosférica para que pueda alcanzar a los equipos de consumo pero
sin reventar el tubo de goma que lo distribuye. El regulador tiene
una llave de paso que deberíamos cerrar al menos cuando nos vayamos
del barco. En el interior del barco y antes de
alcanzar la cocina es obligatorio instalar otra llave de paso que si
debemos abrir y cerrar por seguridad cada vez que utilicemos la
cocina.
Existen válvulas (electroválvulas) para gas,
activadas por un
interruptor eléctrico, para hacer más cómodo el uso de la cocina,
pero en el fondo son un "gadget" poco necesario y que como poco
complica la instalación del gas en nuestro barco. Sin embargo si la
combinamos con un sistema de detección de gas, la electroválvula
tiene toda la razón de ser, pues podemos realizar un montaje de tal
forma que en caso de fuga o alarma, se corte inmediatamente y de
forma automática el suministro de gas en el interior del barco.
Todos los barcos
tienen un armario al exterior en donde se encuentra la botella
aislada del interior del barco. Por normativa, por seguridad y por
sentido común, pues muchas de las posibles fugas suelen ocurrir en
el sellado de la botella con el regulador, o en caso de mal montaje
de la botella o en un regulador en mal estado. Por ello, el armario
al exterior ventilará cualquier posible fuga sin afectar al interior
del barco. El armario debe tener ventilación en su parte inferior
para que no pueda acumularse gas en su interior.
Si
tiene que hacer una nueva instalación, es buena idea comprar un
armario de plástico roto-moldeado que podremos encastrar en
cualquier panel de la cubierta, siempre y cuando exista un hueco al
otro lado. Lo ideal es que el armario tenga hueco para dos botellas,
y así poder tener la de repuesto en el mismo compartimiento, pues
esta segunda botella o la que quede vacía, también debe permanecer
por normativa al exterior del barco.
En algunos barcos se
utilizan varias llaves conectadas a varias botellas para poder
conmutar la fuente del gas entre varias de ellas y así no tener que
interrumpir el suministro en caso de que se acabe el contenido de
una de ellas.
Los tubos de gas
Por normativa
también y por seguridad, el tubo de gas que va desde el armario de
las botellas hasta la cocina debe ser de cobre con una pared de al
menos 0,8 milímetros de espesor. El cobre utilizado debe ser el
apropiado para conducir gas GPL. El clásico tubo naranja de gas
también cumple una serie de requisitos específicos para el GPL y por
tanto no debemos utilizar mangueras de plástico u otros tubos no
homologados para llevar gas. Una instalación correcta llevará el gas
desde el regulador roscado en la botella, hasta una toma en donde se
conecta el tubo de cobre que recorrerá el interior del barco hasta
llegar a la cocina, en donde se debe montar una llave de cierre de
gas.
Cuando el tubo de cobre tenga que atravesar un mamparo o mueble
debemos sellar el agujero efectuado mediante una masilla flexible de
modo que si se produce un movimiento de alguna estructura, el tubo
no sufra tensiones o esfuerzos. A la salida de esta llave se
conectará el tubo naranja que conecta de modo flexible el aporte de
gas desde la llave de cierre hasta la entrada de la cocina
normalmente montada sobre un eje para que pueda ajustarse a la
vertical cuando estemos navegando con escora. En barcos de pequeña
eslora en donde la distancia es corta, a la salida del regulador
roscado a la botella se conecta la manguera flexible naranja que
alimenta a la cocina.
Si estamos
realizando una nueva instalación o reparando una ya existente, es
buena idea presurizar el circuito instalado a media atmósfera por
encima de la presión exterior y comprobar con agua jabonosa si
existen fugas en las uniones y soldaduras efectuadas. La presión del
gas en el tubo de canalización es muy pequeña y del orden de 0,05
Bares por encima de la presión atmosférica.
Los detectores de
Gas
También obligatorios
en los barcos de recreo, son una medida de seguridad que no debe
faltar en nuestro barco, máxime por el poco dinero que cuestan. Los
hay con pilas que duran mucho y que son fáciles de instalar, o
alimentados con los 12 o 24 voltios del barco, para lo que debemos
llevar unos cables eléctricos hasta el punto de instalación. Se
deben instalar cerca de la llave de cierre del gas o cerca de la
cocina que es donde es más probable que ocurra una posible pérdida de gas.
Para comprobar
si está
funcionando correctamente un detector de gas, simplemente podemos coger un mechero
normal y pulsar el botón de encendido pero sin dar a la rueda que
produce la llama, para que salga gas sin llama, que dirigiremos a las
cercanías del detector de gas. Conviene comprobarlo al menos un par de
veces en cada temporada.
Pero la más
importante barrera de seguridad somos nosotros mismos. Es importante cerrar la
llave del gas siempre después de cocinar. El olfato es nuestro
aliado y es fácil
detectar cualquier olor a gas en cuanto haya la más mínima fuga. En
este caso lo más importante es NO conectar ni desconectar ningún
equipo eléctrico para que no haya ninguna chispa hasta que
ventilemos y expulsemos el gas perdido que bajará por su peso mayor
que el aire, siempre a la parte inferior del
barco.
Una mala combustión
en la cocina producirá siempre monóxido de carbono y
este gas si que es muy venenoso al poderse combinar con la hemoglobina de
la sangre e impedir la renovación de oxigeno en nuestra respiración. El
monóxido también es incoloro e inodoro, y por ello no está de más
que el detector de gas también sea capaz de detectar monóxido,
aunque como hemos indicado en el párrafo anterior la primera barrera
de seguridad debemos ser nosotros mismos, y observar los quemadores
de la cocina. Si la llama es anaranjada en vez de azul, estaremos
generando el peligroso monóxido de carbono.
La cocina de alcohol
En barcos de
pequeñas esloras, cuando no queramos complicarnos la vida con
instalaciones de gas o montajes eléctricos, podemos recurrir al
alcohol. Es
una solución MUY efectiva, e injustificadamente poco valorada y
utilizada por los armadores. La cocina de alcohol es estupenda. Existen
cocinas de alcohol con aspecto de cocina de gas y una capacidad calorífica equivalente sino más
potente que las cocinas de gas.
No requieren ningún
tipo de instalación y basta con tener una garrafa de alcohol
almacenada en un tambucho de la cubierta, para ir rellenando la
cocina cuando sea necesario.
Las cocinas de alcohol son muy seguras y para consumos pequeños
puede ser una solución que nos evite recargar botellas e
instalar tuberías que deben ser revisadas y mantenidas.
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