Vela y Aventura:
las velas y el
motor
Durante el largo viaje, las velas serán nuestro propulsor gracias al
cual aprovechar gratuitamente la energía del viento. Por ello
debemos elegirlas convenientemente y prestarlas nuestra
atención. ¿Qué gramaje? ¿De qué tipo? ¿Cómo cuidarlas?
¿Propulsión alternativa?
Hay
materiales como el mylar y otros laminados pero todavía solo
adecuados para la competición y que no tendrían sentido en nuestros
barcos de crucero por ser delicados y muy caros. Lo mejor son
las clásicas velas de poliéster (con sus distintos nombres
comerciales como son el Tergal, Dacron, Terylene,…) y el nylon
para las portantes como el Genaker y el Spi.
El génova
debe ir montado sobre enrollador de buena marca. Actualmente son
muy fiables y ofrecen la comodidad de poder ajustar la cantidad
de trapo en la vela de proa, lo cual justifica totalmente la
inversión. El enrollador hace las maniobras más seguras, evita
los “paseos” por la peligrosa zona de proa con mal tiempo, y nos
ahorra esfuerzo físico y espacio de estiba para esta vela.
Debemos comprarla con banda de protección UVA, ya que en caso
contrario se achicharraría en una sola temporada.
En cuanto a
la mayor debemos equiparla con una toma de rizos rápida que
pueda ser controlada desde la bañera. Normalmente vienen
preparadas para dos tomas de rizos, lo cual es insuficiente para
la gran aventura. Conviene por tanto equiparla con una tercera
toma de rizos que nos permita dejar la mayor reducida a su
mínima expresión. Cuando nos encontremos con vientos de fuera 8
ó 9 en alta mar sin posibilidad de protegernos en puerto alguno, la tercera toma de rizos nos permitirá navegar con el barco
equilibrado y sin perder arrancada. Sin ella nos veremos
forzados a quitarla y navegar sin mayor. Para estos casos
conviene llevar también un pequeño tormentín por si nos toca
navegar con temporal.
El gramaje
ofrecido de forma estándar es adecuado, aunque si tiene que
fabricar velas nuevas para la ocasión, no está demás aumentarlo
ligeramente. Por el contrario, para el génova no aumente el
gramaje pues con ventolinas le costaría inflarse y tomar la
forma adecuada.
En los viajes
oceánicos es normal viajar la mayor parte del tiempo con vientos
portantes y por ello conviene llevar también un génova ligero
que será atangonado junto con el génova del enrollador.
Normalmente debemos instalar un segundo estay que puede ser
volante y que también nos valdrá para engarruchar el tormentín
si llegamos a topar con una tormenta y vientos de temporal.
Cada vez hay
más veleros viene equipados con foques y trinquetas autovirantes,
lo cual representa la ventaja de no tener que cambiar la banda
de la vela de proa cada vez que viremos. No es algo
imprescindible aunque ciertamente cómodo.
El motor del barco
A estas
alturas es impensable aventurarse sin un buen motor
diesel con el que podremos cargar baterías, hacer maniobras en
puerto, o disponer de un valioso propulsor de seguridad con el
que evitar lo peor en caso de vernos envueltos en situaciones de
navegación muy complicadas.
La potencia
adecuada vendrá definida por el desplazamiento y a la eslora del
barco. Hay muchos barcos de serie que vienen equipados con
motores algo justos de potencia. Por ejemplo para un velero de
12 metros de unas 7 toneladas debemos contar con unos 50 Cvs.
Mejor quedarse algo largo que corto ya que hay ocasiones en las
que debemos navegar a contracorriente y exclusivamente a motor,
como en las subidas de los ríos, y en estos casos es importante
contar con una reserva de potencia.
Una
instalación cuidada es prioritaria, y no olvide la accesibilidad
al compartimiento del motor. Hay muchos barcos en los que
cambiar un simple filtro se convierte en una temible tarea
debido a la falta de previsión del astillero.
La correcta
ventilación se convierte en factor de seguridad y debemos tener
instalados muy a mano los cortacorrientes y los extintores
contra-incendios. Ojo con estas medidas de seguridad, pues se
producen más problemas con el fuego que los que cabría esperar.
Sin ir más lejos, en la pasada edición de la Blue-Water-Rallie
uno de los veleros estuvo a punto de arder completamente, y
sabemos de muchos incidentes de este tipo que se producen en
importantes regatas como la pasada Velux-5-Océanos.
Los corta
cabos del árbol de hélice son útiles máxime al navegar por el
Mediterráneo en donde no es raro encontrarse con fragmentos de
redes perdidas a la deriva. Le pueden evitar un problema al
cortar los pequeños cabos que puedan cruzarse en su derrota. A
pesar de llevarlo instalado, al mínimo tirón que note debe poner
el motor en punto muerto y zambullirse para comprobar si todo
está bien y no hay nada enrollado al eje. Una pequeña botella de
buceo de 3 ó 5 litros con su regulador le darán “la vida” en
caso de tener que bucear para resolver este (y otros) tipos de
problemas.
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Cuidar las velas
El ahorro de
combustible que nos permite la navegación a vela justifica todo
el esfuerzo que podamos hacer por mantenerlas en buen estado.
Unas velas bien cuidadas pueden hacer muchos miles de millas
antes de darnos síntomas de agotamiento.
Tenga presente
que el primer enemigo de las velas es el sol y sus dañinos rayos
ultravioletas capaces de quemar cualquier material salvo el
metal. Lo primero que se estropea es el hilo de las costuras y
muerto el hilo…
Si no las utiliza protéjalas. Si fuera posible, debemos
aclararlas con agua dulce tras los rociones salados. Después del
sol, el peor enemigo son los roces y enganchones, y por esta
razón debemos proteger y forrar con cuero o cinta aislante las
cosas y zonas del barco que irremediablemente chocan y rozan una
y otra vez con nuestras velas, como lo son los extremos de las
crucetas, los candeleros, balcones, luces de navegación, el
molinete del ancla,…
Si durante varios meses no las
va a utilizar, es muy buena idea hacerlas una limpieza,
secarlas, doblarlas y guardarlas en en su saco. El rato empleado
será recompensado con una vida útil muy prolongada.
Es una buena
idear reforzar la zonas de la vela que suelen rozar con algún
elemento del barco. Para ello podemos coser algunos parches de
tejido o utilizar tela adhesiva para velas.
En
cuanto aparezca un fallo en la costura debemos repararlo para
evitar daños mayores. La pereza en estos casos solo logrará
empeorar la situación.
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