Las aguas internacionales próximas a Somalia son de
las más peligrosas del mundo. En 2008 se han producido más de 60
secuestros. Unos 30.000 barcos recorren esta importante ruta
comercial entre el Mediterráneo y el Océano Índico cada año.
Somalia, la isla de Sokotra, y
sus alrededores…
Destinos
imposibles.
A la altura de Somalia, la cosa está que arde. Hace unos meses un
secuestro de un barco Francés, luego un pesquero Español, otro
Indio, y más y más...de forma continuada.
A no ser que
vaya usted acompañado por una fragata del ejército corre un peligro
inminente.
No
es broma.
Así es como
cruzan estas aguas y en convoy, los mercantes, pesqueros e incluso
barcos de recreo, para navegar por estos mares sin ley,
pertenecientes a un país que no tiene gobierno sobre sus aguas
jurisdiccionales.
El peligro
está bien metido en alta mar ya que estos piratas del siglo XXI se
alejan más de 400 millas de la costa a la caza de cualquier
barco del que puedan obtener un botín. Van armados con fusiles de
asalto, automáticas y lanza granadas. No tienen ningún respeto por
la vida porque tampoco valoran la suya propia, y pertenecen a mafias
locales de Mogadisco y otras ciudades destrozadas por la guerra.
Los casos de
piratería se están multiplicando en esta zona del Océano Indico en
donde faenan unos 60 barcos atuneros Españoles y Franceses, por ser
una de las zonas de pesca del atún más importantes del mundo. Los
piratas se hacen a la mar, incluso con fuertes oleajes, prestos a abordar
desde sus lanchas a los pesqueros, petroleros y mercantes. No dudan
en utilizar la violencia extrema si es necesario asesinando a las
tripulaciones con tal de obtener su objetivo, por lo que el código
ISPS internacional de seguridad aconseja como mal menor la
colaboración con los piratas en caso de consumarse el ataque.
Los pesqueros
no pueden trabajar en la zona y deciden regresar a su
base en Seychelles. El problema de la piratería se ha generalizado
en toda la zona del “cuerno” de África aprovechando la guerra civil
de Somalia y por tanto, la anarquía en la que vive este país.
Operan
desde diferentes pueblos costeros especialmente en la región de Puntland desde donde parten sus lanchas rápidas equipadas con
radares para localizar a los mercantes y armados hasta los dientes.
Los rescates que exigen los secuestradores son muy elevados y el
negocio mueve mucho dinero, especialmente para estos pueblos
sumidos en la pobreza.
Gracias a los pagos de estos
fuertes rescates, entre ellos el negociado secretamente por el
estado español para la liberación de un pesquero hace algunos meses,
los piratas han conseguido mejores barcos con los que “trabajar”.
Ahora operan desde un barco base en alta mar, desde el cual lanzan
lanchas rápidas una vez descubierto un objetivo. La ilusoria
protección de viajar alejados de la costa ya no vale para nada. Por
ejemplo, uno de los últimos ataques, el del atunero “Drennec” fue
perpetrado a 800 kilómetros de la costa, ya más cerca de las islas Seychelles que del litoral de Somalia. Los piratas aumentan sus
medios materiales y por tanto la logística en su manera de actuar,
envalentonados por la total impunidad con la que actúan.
La lucha contra la piratería :
Una aguja en un pajar
En total hay
una decena de barcos militares de países occidentales patrullando la
zona de forma permanente en busca de piratas para luchar contra el
terrorismo. Por el Océano Indico discurren algunas de las
principales rutas de transporte marítimo que unen Asia con Europa.
Bastantes cientos de barcos surcan sus aguas diariamente.
Porta-contenedores desde Singapur, petroleros que salen y entran del
golfo pérsico, pesqueros atuneros, barcos mercantes locales,… El
tráfico es intenso, pero la superficie del mar a proteger lo es aún
más. Por ello la zona se convierte en “terreno abonado” para los que
quieren lucrarse de la piratería. Para poder proteger
convenientemente la gran zona en donde se perpetran los actos de
piratería haría falta incrementar notablemente el número de buques
de guerra en estas aguas.
La Unión Europea creó recientemente una célula de coordinación
encargada de sostener las acciones de vigilancia y protección que
efectúan los buques de guerra europeos. El problema comenzó hace ya
años durante la guerra civil de Somalia producida con el
derrocamiento del dictador Siad Barre en 1991. Desde entonces
existen diversos “señores” de la guerra que controlan zonas y
ciudades de Somalia y que en muchas ocasiones están muy relacionados
con Al Quaida y las milicias islámicas. Desde 1992 la ONU estableció
una ayuda humanitaria hacia Mogadisco con el envío regular de barcos
cargados de víveres y material sanitario que es objetivo también de
los piratas. Desde 2006 el poder recae en los tribunales islámicos.
El consejo de Seguridad de la ONU aprobó el
pasado mes de junio 2008 la protección militar de los barcos
comerciales y estudia la creación de una fuerza específica para la
lucha contra la piratería. El enviado especial de Naciones Unidas a
Somalia, Ahmedou Uld-Aabdalá, comparó la piratería somalí con los
traficantes de diamantes que se enriquecieron en las guerras de
Sierra Leona y Liberia en los noventa.
Hasta 50 ataques piratas cada año
en aguas internacionales
El pasado año
se produjeron 30 ataques, pero en 2008 ya van 59, lo cual ofrece una
triste media de un ataque cada 5 días. Operan desde unas 20 bases
diseminadas por todo el litoral Somalí, la mayoría de las cuales son
bases poco estables instaladas en bahías y otros accidentes de la
costa. En vista de los continuos asaltos ataques y secuestros en los
que se exigen importantes sumas de dinero, Europa presta mucha
atención sobre este problema. La presencia de barcos
“base” utilizados por los piratas ha provocado actos de piratería en
plenas rutas comerciales. Por esta razón los buques de guerra
revisan todos los barcos sospechosos además de prestar ayuda a los
barcos que la soliciten.
Lo peor es que
la zona de acción de los piratas se extiende cada vez más, y si
antes operaban exclusivamente al norte de Magadiscio, ya se han
registrado ataque muchísimo más al sur. Jurídicamente no se puede
continuar una persecución a piratas Somalíes una vez que estos
entran en aguas jurisdiccionales y es imposible contactar con el
gobierno de Somalia para pedirles permiso.
En 2006 se
produjo un ataque sobre un pesquero coreano a 60 millas de la costa.
Una fragata Neozelandesa y otra USA se pusieron en persecución y
consiguieron dar alcance al pesquero secuestrado por los piratas.
Los piratas maniataron a los pescadores y amenazaron con matarlos, en
vista de lo cual los piratas pudieron huir con el pesquero
secuestrado. Ese mismo año el barco de guerra USS Winston Churchill
interceptó un carguero con 26 piratas a bordo de los cuales 10 eran
Somalíes y 16 eran Indios. Pero la costa de Somalia tiene varios
miles de kilómetros lo cual hace imposible su control de forma
eficaz.
Hace unas semanas
un destructor Indio torpedeo y hundió un barco pirata Somalí
atestado de malhechores relacionados con el terrorismo de Al Quaida
¿Será casualidad que a los pocos días Bombai se encontrara con los
atentados islamistas Pakistaníes?
La mayoría de
las navieras ya han tomado cartas en el asunto, y una de ellas es la
de no acercarse a estas costas. Las compañías de seguros marítimos
no cubren ya los barcos mercantes que naveguen a menos de 75 millas
del litoral de Somalia. Todos los marineros deben navegar dentro del
castillo herméticamente cerrado mediante fuertes puertas de acero,
lo cual puede ofrecer algo de tiempo mientras se pide ayuda por
radio y las fragatas envían algún helicóptero de asalto. Por la
noche los mercantes navegan con las luces apagadas para evitar ser
detectados por los piratas, y estos al verlos se acercan
aprovechando el atardecer para evitar ser localizados desde el
puente de mando de los mercantes.
La mejor
protección para prevenir estos ataques es la evitar la proximidad de
las costas Somalíes e identificarse vía radio al dispositivo de
control naval, así como pedir ayuda al menor indicio. Los barcos
transmiten cada 12 horas su posición vía radio.
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