Desde el momento en que larga las
amarras, el patrón es el responsable de la seguridad a bordo de
su embarcación. No dude en imponer su autoridad. Adopte una
actitud de calma responsable en todas las circunstancias para
infundir confianza entre la tripulación e invitados. Mantenga un
rumbo y velocidad ajustados a las circunstancias de viento y
oleaje, velando por la comodidad y la seguridad de todos. La
navegación de recreo es una actividad placentera, no una
competición ni un sufrimiento.
Peligro de abordaje y
colisión
Ver y escuchar. Ser visto y
ser escuchado
Mantenga constante vigilancia visual y radar (si dispone de él)
de las aguas en su entorno y respete el "Reglamento
Internacional para prevenir los abordajes en la mar",
especialmente en los accesos a los puertos y en las proximidades
de la costa.
La
colisión con un objeto flotante entre dos aguas (troncos,
contenedores, cetáceos) no se puede prever, especialmente de
noche, y puede desembocar en una peligrosa vía de agua, un
vuelco o severos traumatismos. No existen recomendaciones para
evitar este tipo de abordaje.
Si observa un objeto a la deriva
que puede poner en peligro la navegación, avise de inmediato a
Salvamento Marítimo.
El
abordaje con otra embarcación puede ser fácilmente evitado si se
mantiene una vigilancia correcta y se respeta el Reglamento.
El abordaje con un
buque comercial o de pesca de gran tonelaje es extremadamente
peligroso. Debe evitarse a toda costa y sin esperar a que el
otro maniobre, aunque estemos en nuestro derecho.
Qué hacer
Repase y memorice el Reglamento Internacional.
Hacer
todo lo posible para ver (lluvia, rociones,atardecer).
Hacer
todo lo posible para ser visto o escuchado.
Calcular por estima el rumbo y velocidad de un buque grande.
Vigilar los ángulos muertos de visión (foque, balón).
Mantener siempre a una persona en el puente y/o al timón.
Si
navega a vela, desconfiar en que respetarán su preferencia.
Si
navega en embarcación a motor, respetar la preferencia del
velero.
Si es
preciso, en un velero, arrancar el motor para evitar un
abordaje.
Encender las luces de navegación desde el atardecer.
Usar
el VHF para alertar al buque que nos puede abordar.
Izar
un reflector de radar lo más elevado posible. Preferentemente,
los reflectores deberían ser "activos", del tipo RTE (Radar
Target Enhancer). La respuesta de estos aparatos a una señal
de radar es más fuerte y consistente. Además, tienen bajo
consumo y precio razonable.
Qué no hacer
Creer
que hemos sido vistos o escuchados
Pensar que un gran buque puede maniobrar o detenerse
rápidamente.
Confiar en que todo el mundo respeta el Reglamento.
Subestimar la velocidad de un buque grande.
Navegar por un DST (Dispositivo de Separación de Tráfico) o en
Canales sin tomar todas las precauciones para respetar a los
grandes buques.
Ponga
toda su atención en los DST del Estrecho de Gibraltar, Cabo de
Gata, Finisterre e Islas Canarias.
Si
navega cerca de la costa, vigile la presencia de las boyas rojas
o anaranjadas, que señalan la presencia de un pescador
submarino, y a las embarcaciones que muestran la bandera "A" del
Código Internacional de Señales indicando la presencia de
submarinistas. Deje un resguardo mínimo de 25 metros en torno a
la señalización Vigile con cuidado a windsurfistas, motos de
agua, artes de pesca fondeados y señalizados con boyas (riesgo
de enganches en la hélice o timón), y a embarcaciones de pesca
con navegación restringida.
Anuncio de mal tiempo
En
condiciones normales, y tras haber consultado los Boletines
Meteo, no debería verse sorprendido por el mal tiempo en plena
navegación, salvo en el caso de largas travesías.
Prepare la embarcación para soportar el mal tiempo, trincando
todo lo que puede moverse y despejando la embarcación de
objetos sueltos. Compruebe que las escotillas y tambuchos
están perfectamentecerrados,
especialmente los de proa.
Obligue a todos a abrigarse más y ponerse el chaleco
salvavidas.
Mantenga en cubierta el imprescindible número de personas,
alojando al resto en el interior de la cabina y sentados. Haga
uso de los arneses (si los lleva).
Ajuste la velocidad y el rumbo a las circunstancias.
Avise
a todos, con antelación, de la llegada de olas más grandes y
de los cambios de rumbo y velocidad.
Para
moverse en cubierta, incline el cuerpo hacia el interior de la
embarcación, siempre asido a un punto resistente y
desconfiando de los candeleros. No dude en avanzar a cuatro
patas