biología marina. El encuentro con ballenas es distinto y no tan
"de moda" como los recientes encuentros con las orcas en aguas
atlánticas. Esos supuestos ataques de orcas
es muy probable que estén relacionados con "juegos" de aprendizaje
de las crías, pues han mordido e inutilizado timones sin
realizar otros daños. Si una orca quisiera
atacar de verdad a un barco de modesto tonelaje, éstas podrían
ponerlo en serios aprietos o hundirlo sin más contemplación.
Encuentros con ballenas
Sin
embargo los encuentros con ballenas son más impresionantes por la
“magnitud” del encuentro (o del choque). En muchos mares aparecen
ballenas muertas tras el impacto con un mercante. Y es probable que
sean muchas más las muertes de ballenas a las que son comunicadas
por las empresas de transporte marítimo. Desde el puente de un
porta-contenedores puede pasar inadvertido el choque con una
ballena,
y esta herida de muerte, irse al fondo sin quedar nada
registrado.
Con certeza, las ballenas
son las grandes perjudicadas por la navegación
comercial, pues un enorme barco de gran tonelaje casi ni se entere
tras impactar y matar a un gran cetáceo.
Algo
muy distinto ocurre con la náutica de recreo en la que la relación
de masas se equipara. En muchos casos el desplazamiento de la
ballena es mucho mayor al del barco de recreo involucrado en un
encuentro. Dejando de lado la aproximación a los cetáceos de
carácter turístico y científico, estos encuentros son bastante raros
y esporádicos. Tan poco habituales, que no tiene mucho sentido
preocuparse por ellos, aunque si conviene saber cómo comportarse si
llegaran a ocurrir.
La baja
velocidad de un velero a 6 u 8 nudos, y su menor desplazamiento, disminuye drásticamente la
peligrosidad del encuentro para la ballena, y sin embargo puede
poner en serios aprietos al armador. Sin embargo hay encuentros, por
ejemplo de un de velero de 40 pies que tras impactar con una ballena
no sufrió ningún daño aunque la ballena se alejó dejando un rastro
de sangre en el agua….
Navegando a motor el ruido pone en alerta a las ballenas y por ello
navegar con ruido de motores es buena idea si atravesamos aguas en
zonas de migración de ballenas. Nada que ver con un gran velero de
altas prestaciones lanzado a 30 ó 40 nudos en mitad de una Jules
Vernes o una Vendèe Globe, o en mitad de la VOR. La dureza del impacto depende del la
velocidad y por ello un impacto de un IMOCA lanzado a 30 nudos con
apéndices cortantes como cuchillos es muy peligroso tanto para la
ballena como para el velero. El golpe puede acabar con la vida de la ballena y con casi
total seguridad con el casco de fibra de carbono.
Encuentros
ocurridos
Por
ejemplo, en 2017 un velero de recreo impactó con dureza en el Mar de Cortez, tras lo cual la ballena nadó alrededor del barco a solo
medio metro del casco sacando un ojo interrogando por la situación.
Tras unos minutos a la deriva con los motores parados y sin viento,
el cetáceo se alejó sin más complicaciones. Es posible que las
ballenas descansen o se encuentren semi dormidas en la
superficie, quedando en esos momentos muy expuestas. Encuentros de
este tipo son raros, aunque ocurren y lo importante tanto si hay
impacto como si se tratara de un avistamiento, es detener el barco y
parar máquinas.
Otro
velero impactó hace pocos años, contra una ballena sin brusquedad, produciendo un
golpe sordo mientras navegaba a toda vela a unos 7 nudos, cerca de
las costas de Maine (USA). El barco escoró hasta los 70º quedando
atravesado a la mar sin arrancada, pero sin ningún daño. La dureza
del impacto y las consecuencias de este, tanto para el barco como
para el cetáceo dependen en mucha medida del tipo de casco y por
tanto apéndices del barco y de la forma en que ocurra la colisión.
Si se alcanza a la ballena de forma tangencial como ocurre en el caso
descrito, el masivo cuerpo de la ballena desvía la trayectoria
mientras produce la escora descrita sin demasiadas consecuencias
ni para la ballena ni para el barco. Si por el contrario el impacto
ocurre de forma perpendicular, la proa actuará como un machete
contra el cuerpo de la ballena.
Los
cetáceos son muy inteligentes, y en general si se producen
encuentros, es porque ellos lo permiten o incluso lo buscan, como
ocurrió a un barco de recreo en aguas de Hawai, en donde una ballena
madre se acercó a un velero con su ballenato para utilizar el casco
como barrera de protección frente al ataque de un gran tiburón.
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