Puede convertirse en el peor de los horrores y por
tanto nunca está de más repasar y conocer todos los detalles y
acciones a seguir tanto en caso de ocurrir cómo para evitarlo. En
otras emergencias toda la tripulación ayuda a solventar el problema,
pero cuando falta alguien perdido en el mar… la angustia es tremenda.
Alguien caído al
agua se convierte en un puntito que rápidamente desaparecerá en la
inmensidad del mar. Es fácil subestimar la gravedad del hombre al
agua, y para que se convenza, lo mejor es hacer un experimento, en un
día normal y estando alejados de costa tirar por la borda una
pequeña defensa del tamaño de la cabeza de un hombre. Comprobaremos
con que rapidez se alejará de nuestra popa y al cabo de escasos
minutos será imposible verla.
De media, y en
situaciones de perdidas por hombre al agua, las estadísticas no
mienten; la mitad de los casos acaban en tragedia! Si además hay muy
mala mar, lo peor es muy probable que ocurra. Si ha tenido la
oportunidad de navegar en un velero con verdadero mal tiempo, por
ejemplo con fuerza 6 o 7 la situación se entiende de inmediato. No hace
falta estar inmersos en mitad de un terrible temporal para entender
que esta situación es crítica y sumamente grave. Cuando navegue con
mar formada, no deje de imaginar lo que ocurriría si cae al agua
alguien de su tripulación. Aunque no pierda de vista al compañero,
lo cual es muy complicado en mares grandes con olas de 2 metros, no
resulta nada evidente conseguir dar la vuelta y recuperar al
tripulante. Si este se encuentra inconsciente o helado por la
hipotermia… Poco queda que contar.
Ya sabemos que de
inmediato debemos tirar un salvavidas, y no sólo para que el hombre
se pueda agarrar al él. Se trata sobre todo de aumentar la
visibilidad del punto a buscar cuando demos la vuelta. Pero cuidado
ya que con viento fuerte y si el hombre al agua no consigue
recuperar el salvavidas, el salvavidas derivará por el viento a una
velocidad muchísimo mayor a la del náufrago. De modo que, o lanza una
percha IOR o un salvavidas con paracaídas de frenado, o busque
directamente al naufrago.
La tragedia ocurre incluso con profesionales y navegantes de prestigio
y la talla de
Eric Tabarly. Eric murió hace sólo unos años al caer al agua en las
costas del norte de Francia.
No es un caso
aislado. Algunas veces por imprudencia, otras por exceso de
confianza en sí mismo. En algunas ocasiones al bajar la guardia tras
luchar horas y horas contra los elementos, como le pasó a Jacques Roux en el BOC challenge del 1987 (actual Velux 5 océanos) su última
comunicación por radio fue “llego pasado mañana. Voy a recoger un
poco de enrollador de génova y me voy a dormir un rato” Pero el
barco llegó abandonado a las costas, sin ningún desperfecto y vacío.
Jacques nunca fue encontrado.
En algunas
ocasiones el milagro ocurre como le pasó a Olivier Moussy durante
una regata en 1979 en la que su velero se hundió y sólo tuvo tiempo
de lanzar un mensaje de socorro por la VHF y agarrar una boya con luz de seguridad. Se
pasó nadando toda la noche entre vientos de 40 nudos. Un compañero
de regata Pierre Follenfant que se encontraba a solo una milla de
distancia estuvo toda la noche dando vueltas hasta que lo encontró
al ver una chispa de luz en la oscuridad de la noche, y con inmensa alegría para ambos. Pero la
historia no acaba aquí. En 1982 Olivier a su vez, recupera al
australiano Ian Jonson náufrago en su balsa salvavidas, y de
forma desgraciada en 1988 Olivier desaparece para siempre arrastrado por una ola en su velero,
cuando navegaba cerca de la costa de Sicilia.
Las imprudencias
se pagan y no solo se trata de tragedias ocurridas en las peores
condiciones meteorológicas. La gente también se cae al agua con buen
tiempo, navegando por la noche, mientras hacen sus "necesidades" por
la borda por no bajar al baño…
Incluso es cierto el caso de
aquel grupo de amigos que navegaban en velero y decidieron en un mal
momento tirarse a nadar sin bajar la escalerilla. Murieron ahogados
al no poder subir a bordo (se ha hecho una película sobre tan
funesto suceso)
Es fácil
evitarlo
Sin más demora
debemos hablar de las líneas de vida. Pero para que estas nunca
tengan que hacer su función, debemos andar con cuidado por la
cubierta y especialmente por la noche. Hay que moverse siempre con
las piernas bastante flexionadas de tal forma que podamos corregir
inmediatamente cualquier movimiento extraño del barco. Hay que
moverse con el cuerpo inclinado hacia el centro del barco, para que
en caso de caída o resbalón nos vayamos encima de la cubierta y no
fuera del barco.
Arneses
integrados
Existen algunos
modelos de chaquetones que además de ayudar a la flotación, integran en su interior
un arnés de tal forma que no hay excusa ni pereza para
buscarlo o ponérselo. Además como cada chaquetón es para un
miembro de la tripulación el arnés interior está ajustado al
tamaño de la persona que lo lleva. Con este tipo de arneses
integrados la maniobra de engancharse se convierte en algo tan
cómodo y natural, que incluso los más “dejados” nunca dejarán
de hacerlo.
En nuestro caso
particular llevamos en el velero este tipo de chaquetones que
nos ponemos para navegar por la noche o en cuanto las
condiciones lo requieran. En uno de los bolsillos de cada
chaqueta llevamos una pequeña lámpara de tipo estroboscópica
que puede lanzar flashes muy fáciles de localizar por la
noche. La llevamos unida al chaquetón por un fino
cordoncillo a
una de sus costuras para que nunca se pueda perder.
|
Debemos coger la
costumbre de desplazarnos con una mano siempre cogida a algo del
barco sean pasamanos o soportes, pero nunca a los guardamancebos.
Andar a cuatro patas es una solución buena cuando el barco se mueve
mucho en el mal tiempo. Cuidado con las escotas en tensión con las
que es fácil tropezar y las que están sueltas que le harán resbalar.
Por la noche siempre hay que salir de
la bañera con arnés y línea de vida, especialmente si la mar no es
buena. Si tiene que trabajar en el palo o en proa avíselo a algún
otro miembro de la tripulación.
Por la noche siempre igual que con mal tiempo sea de día o de noche.
El arnés es fundamental para usted y para todos los miembros de la
tripulación. Lo amarraremos mediante una cincha a la línea de vida,
al pie de mástil o a enganche del fondo de la bañera.
La cincha que une el arnés al punto seguro no debe ser demasiado
larga ya que cuanto más corta menos violento será la caída. En la
práctica un metro y medio es suficiente para moverse con seguridad y
holgura. Estas cinchas tienen dos brazos de modo que uno de ellos
siempre queda enganchado a algo mientras cambiamos de una posición a
otra. Uno de los sitios más peligrosos es trabajar en la vela mayor
ya que nos obliga a ir bastante erguidos y por tanto en posición de
poco equilibrio. Enganche su arnés a la línea de vida del lado de
barlovento.
Las normas
Debemos llevar
en el barco el material homologado y exigido por la Dirección
General de la Marina Mercante, pero esto el mínimo exigible
que juiciosamente debemos mejorar con por ejemplo las líneas
de vida, o con dispositivos electrónicos de seguridad de aviso
de hombre al agua, si vamos a navegar mucho en mares bravíos o
por la noche.
Todos los
equipos de seguridad deben estar guardados en sitio conocido
por toda la tripulación y que sea fácilmente accesible. No es
buena idea llevar la colección de chalecos salvavidas al fondo
de profundo cofre tapado por 8 ó 10 defensas… Imposibles de
recuperar con prisas.
Para que los
chalecos salvavidas sean eficaces es necesario que se ajusten
bien a su talla y tensar correctamente sus cinchas una vez
puestos. Para un niño es absolutamente necesario encontrar uno
adecuado a su tamaño.
Es muy
importante que el diseño del chaleco tenga los volúmenes de
flotabilidad distribuidos de tal forma que permitan enderezar
a la persona automáticamente y dejarle con la cara fuera del
agua y no al revés. Un buen día de verano en el sitio de
fondeo es un momento y sitio perfecto para probárselo y
tirarse al agua para apreciar la importancia de colocárselo
correctamente.
Las normas
europeas exigen para navegar en alta mar y en condiciones
extremas chalecos de 275 Nw (10 Newtons son aproximadamente
equivalentes a un kilo de fuerza de flotabilidad), aunque en
condiciones normales la norma exige que los chalecos sean de
100 Nw.
El aro
salvavidas es otro de esos elementos que obligatoriamente
hemos de llevar en el barco y marcado con el nombre del
barco. Aunque la DGMM obliga a sólo uno hasta los 15 metros de
eslora, no está de más llevar un segundo flotador equipado con
un pequeño paracaídas o ancla flotante que evite la deriva
debido al viento. Por cierto, si durante una travesía pierde
el aro (marcado con el nombre de su barco) deberá llamar a
Salvamento Marítimo para avisarlo y de esta manera evitar
posibles pérdidas de tiempo en investigar si se produjo o no
un accidente en caso de ser encontrado el aro.
La luz de
seguridad flotante permitirá marcar por la noche el punto en
donde la tiremos al agua y es visible hasta alrededor de una
milla. De día la mejor visibilidad la ofrecen las perchas
telescópicas IOR. Tienen 2 metros de altura y una superficie
color naranja fluor que las hace muy visibles incluso en malas
condiciones de la mar. Además incorporan una bombilla en su
parte más alta.
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Cuando cae
un hombre al agua
Si algún miembro
de la tripulación se va al agua, la situación puede pasar de ser
grave a ser muy grave dependiendo del estado de la mar y de la
velocidad a la que se desplace el barco. Una persona siendo remolcada a
6 nudos por la cincha y su arnés ejerce una fuerza de resistencia
brutal que puede incluso hacer muy difícil o casi imposible la
respiración para el tripulante en el agua. Por ello debemos
detener el velero inmediatamente poniendo proa al viento y
largando todas las escotas.
Incluso a sólo 3 nudos la sensación de
arrastre es muy fuerte y requiere sujetarse a la cincha para
mantener la cabeza fuera de agua. Aquí como en todo, experimentarlo
en primera persona es una buena lección y les proponemos en un
perfecto día de verano con el agua cálida, ponerse el arnés y ser
remolcado un momento por la embarcación auxiliar para conocer lo que
se siente… El tirón es muy importante.
Pero cuando el
hombre al agua no se encontraba agarrado a ninguna línea de vida, le
veremos desaparecer con mucha más rapidez de la que podríamos
esperar. Navegando a 6 nudos, el náufrago se alejará de nosotros
unos 200 metros cada minuto. Y a 200 metros no es ya nada fácil ver
a nadie y mucho menos si tenemos fuerte oleaje. Naturalmente que
puede ser usted mismo el que se vaya al agua, por lo que es
imperativo que todo el mundo a bordo, y no solo el patrón, sepan como actuar.
1)
Gritar
“Hombre al agua”.
2)
Tirar el
aro salvavidas y por la noche la luz de localización.
3)
Si el
barco viene equipado con chart-plotter pulsar el botón de emergencia
MOB (Men Over Board) En caso contrario anotar la hora y minuto de la
caída. Apunte el rumbo de navegación para poder regresar por su
rumbo contrario.
4)
No
cambiar de rumbo hasta que el velero esté en condiciones de ir a la
búsqueda del naufrago. Ojo ya que con Spinaker la maniobra lleva un tiempo.
5)
Un
miembro de la tripulación no le quitará ojo y si es necesario
alguien le pasará unos prismáticos para tenerlo siempre a la vista.
6)
Durante
el alejamiento podemos ir lanzando por la borda defensas o cualquier
otro objeto flotante para trazar una ruta para el acercamiento.
7)
Una vez
que estemos en condiciones de arrancar el motor y no haya cabos
flotando en el agua, haremos la maniobra de acercamiento a motor.
Nunca lo
permita
-
Que cunda el pánico y cada cual se ponga a hacer lo que le
parezca más oportuno. El capitán debe dar las ordenes claras y
concisas.
-
Que otro tripulante se tire al agua para socorrerle. Esto hará
el problema mucho más complicado, ya que tendrá que buscar a
dos tripulantes y contará con uno de menos para ayudar en las
maniobras de recuperación.
- Que se
nos pierda de vista al náufrago. En el mar no es sencillo
localizar una cabeza que se mueve entre las olas. Es sumamente
fácil perderla de vista.
|
Las
posibilidades de supervivencia descienden rápidamente cuando baja la
temperatura del agua. Cuando el cuerpo se enfría a menos de 32
grados centígrados se produce el desmayo y por debajo de 30º la
muerte por hipotermia. Con el agua fría a 5 grados el tiempo de
supervivencia es de solo 2 ó 3 horas, y a 15 grados de a penas 6
horas. Por ello en el agua debemos movernos lo menos posible para
evitar el enfriamiento del cuerpo. Si lleva ropa puesta no de la
quite ya que esta crea una película de agua quieta que le mantendrá
a más temperatura que desnudo. Si lleva el chaleco salvavidas, no
necesitará mover piernas y brazos para flotar, y en estas
condiciones, la posición fetal encogiendo piernas y brazos puede
multiplicar por dos el tiempo de supervivencia.
Si al cabo de
unos minutos ve que no es posible encontrar al tripulante no
dudaremos en solicitar ayuda por radio lanzando un Pan-Pan en el
canal 16 de VHF o en la frecuencia de socorro 2182 Khz de su radio
BLU.
Indicaremos la
urgencia del problema sin olvidar dar nuestras coordenadas, el
nombre del barco y la hora y posición del hombre al agua.
Distintas
maniobras.
Cualquier
maniobra será buena si conseguimos con ello recuperar el hombre al
agua. Si vamos en ceñida o incluso al través, lo más lógico es hacer
una virada aproando el barco momento en el cual dejamos el foque
cazado a la contra y metemos la caña al lado contrario para
quedarnos inmediatamente derivando haciendo la capa, lo cual además
de detener inmediatamente el velero, lo hace derivar hasta la zona
de la caída del hombre al agua. Practíquelo.
Con vientos de
popa la cosa es mucho más fea, y debemos preparar el barco para la
maniobra recogiendo las grandes velas como genakers o spis y
metiendo motor para poder alcanzar al naufrago sin demora.
La famosa curva
de Boutakov que tanto tienen por costumbre enseñar en las escuelas
está bien, pero para cuando vayamos navegando a motor. Para ello
viraremos inmediatamente 70º a la banda por la que haya caído el
tripulante. Una vez estabilizada la ruta viramos 180º sobre la ruta
que hiciéramos inicialmente. Reducimos motor y se supone que debemos
llegar a la posición de la caída, siempre que no haya vientos
fuertes que nos abatan o corrientes que debamos corregir.
Si no aparece por
la proa el tripulante caído debemos empezar a barrer la zona
haciendo zig-zags de unos 500 metros de lado. Si previamente hemos
tirado objetos flotantes para intentar trazar una ruta de
recuperación tenga muy presente que estos han sido empujados por el
viento a mucha más velocidad que el náufrago, por lo que debe
buscarlo a barlovento de lo que vea flotando.
Pero no todo
acaba con la localización del náufrago. A veces subirlo a bordo se
convierte en una tarea dantesca en caso de muy mala mar. Nos
acercaremos a él dejándolo por sotavento y prestando mucho cuidado
en no atropellarlo con nuestra proa. En la maniobra a motor
prestaremos mucha atención en meter el punto muerto en cuanto lo
tengamos encima. Si tiene fuerzas tiraremos un cabo al que se pueda
agarrarse o agarrar su arnés. Recuerde que debe tener el motor en
punto muerto so pena de poder enganchar la hélice y multiplicar el
problema de forma inmensa. En caso contrario tendremos que agarrarlo
desde el barco con bichero, o por otro miembro de la tripulación muy
sujeto al barco por varios cabos a su arnés. Una driza en el arnés
del naufrago y ayudada por un winch puede ayudar mucho a subirle a
bordo.
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