Si nuestro
barco es del tipo “Salón de puente” con amplios ventanales, debemos
pensar en llevar a bordo alguna madera que pudiera tapar cualquiera
de los cristales del salón que en caso de rotura que comprometiera la
estanqueidad. Tenga presente la posibilidad de una escora muy
importante o en el peor de los casos un vuelco y las consecuencias
que ello acarrearía. Por esta razón cualquier objeto pesado debe
quedar perfectamente sujeto. Las baterías deben estar afianzadas con
cinchas y el plan del suelo debe quedar bloqueado para evitar el "vuelo" de
planchas en caso de un improbable vuelco.
Sea como fuere
el temporal, debemos recordar que una tormenta es infinitamente más
peligrosa cerca de la costa, ya que lo que nos hundiría sin
compasión son las rocas. Los barco flotan mientras no tengan vías de
agua, y no es raro encontrar tras el paso de un devastador huracán,
e incluso meses después, algún velero que rompió amarras y
navegó varios meses sin nadie a bordo que
lo cuidara.
Los rayos
La posibilidad
de ser alcanzados por un rayo en mitad de una tormenta eléctrica es
pequeña pero bien real. No son pocos los que han vivido y contado la
experiencia. En una ocasión experimenté la caída de un rayo a sólo
unas pocas decenas de metros frente a las
costas de Tarragona y el fenómeno es impresionante. El Relámpago se
produce de forma casi simultánea al brutal estallido del trueno
ensordecedor.
No hay nada que
hacer para evitarlo y es simple cuestión de suerte. Es buena idea
asegurarse que el pie del mástil de aluminio esté conectado con un
grueso cable a los pernos de acero de la quilla, y así asegurar una
entrada y salida limpia del rayo, pues en caso contrario además de
perder toda la electrónica por la brutal sobre-tensión, podría
hacernos una perforación justo en la zona de salida del rayo. Se
conocen casos en los que la brutal corriente atraviesa por ejemplo
la inversora del motor destruyendo algún piñón o generando un
desperfecto en alguna pala de la hélice.
Incluso con toda
la instrumentación apagada es muy probable que tras recibir un rayo,
todo la electrónica quede frita o incluso explote, y por ello la
necesidad de llevar algún GPS de mano a modo de Backup y si es
posible en el interior de una cajita metálica que haría las veces de
caja de Faraday protectora. Por ejemplo en el horno del barco. Los motores de arranque no son tan
delicados, pero en los modernos alternadores sus reguladores
también pueden quedar “fritos”. En algunos casos incluso es
necesario rehacer toda la circuitería eléctrica tras el impacto de
un rayo, siendo siempre necesario sustituir la mayoría de las bombillas.
En caso de
tormenta eléctrica podríamos arrastrar una cadena por popa lo
suficientemente larga como para asegurar una buena conductividad con
el mar y cuyo extremo a bordo quede conectado
al mástil, que sin lugar a dudas hará de
conductor para el rayo. Al pasar por cubierta la podremos proteger
mediante una manguera de plástico para evitar ensuciar y dañar el
gelcoat.
No se exponga a
rozar el circuito de descarga, pues si le
toca en el momento de la descarga podría morir electrocutado de
forma instantánea, aunque sorprendentemente en la mayoría de los
casos casi nunca se producen heridos entre los miembros de la
tripulación de los barcos que han soportado tan brutal experiencia.
Preparar la
cubierta
Es fundamental
tener el barco preparado para movernos por cubierta con total
seguridad, y para ello debemos cerciorarnos en la instalación de los
pasamanos y agarres necesarios para poder ir de proa a popa sin
peligro de caídas, incluso en las peores
condiciones meteorológicas, en mitad de un
“baile” de pantocazos. Pero durante una navegación tranquila no
debemos bajar la guardia ya que es en esos momentos cuando un
despiste nos puede tirar por la borda. Ojo al orinar agarrados a un
obenque o sujetos al backstay de cualquier manera sobre el espejo de
popa. Se supone que así murió el
experimentado “Tabarly” hace unos años.
Algunos veleros
de regatas, como por ejemplo los First de
Beneteau, tienen una cubierta demasiado
convexa para ser transitada con seguridad y
resultan peligrosas cuando están mojadas. Un buen crucero oceánico
debe tener un tránsito fácil y cómodo, y
desde luego debe permitirnos ir de un extremo al otro del barco en
las más terribles condiciones, aunque sea agachados a “cuatro patas” asegurándonos en los diferentes elementos
de la cubierta.
Son muchos los
barcos que llevan las líneas de guardamancebos excesivamente
destensada posiblemente debido al algún candelero doblado. Debemos
llevarlos bien tensos y asegurar su solidez y la de los balcones y
pulpito de proa en donde muchas veces debemos asegurarnos para
realizar alguna maniobra con foque o en el enrollador de Génova.
Una regala
elevada es un plus de seguridad muy interesante y
debemos instalar líneas de vida en las zonas más
comprometidas. Preferiblemente es mejor montar las líneas de
vida con cable de acero
sin funda para conocer sin lugar a dudas el estado en que se
encuentren. A pesar de ser más resbaladizas que
las líneas de vida realizadas en cincha textil son más seguras
frente a un tirón en caso de caída al mar.
El riesgo de
colisión en Alta Mar
Basta con llevar
una buena iluminación nocturna, con unas bombillas que entreguen una
luz bien brillante, hacer guardias sin dormirnos y
ayudados por un AIS y con un radar que nos permita establecer zonas
blindadas, así como llevar un buen reflector radar,
que reduce el riesgo de ser alcanzado
por otro barco en un 95%. Si nos encontráramos en el 5% restante, el
riesgo de hundimiento tras el choque contra un mercante es muy
certero. Llevar alguna bengala blanca para poder ser disparada en
caso de acercamiento excesivo a rumbo de colisión nocturno, podría evitarnos
un susto… de muerte.
Desgraciadamente
son muchos los relatos de navegantes que pasan a pocos metros de un
buque comercial y en los que no se ve a nadie de vigilancia en el
puente de mando. Afortunadamente en los tiempos actuales,
para los mercantes, es obligatorio la
instalación del AIS y por ello debemos plantearnos la instalación de
un sistema en nuestro barco que en caso de cercanía disparará de
forma automática las alarmas en ambos barcos. Existen muchas marcas
y la competencia los ha convertido en dispositivos accesibles para
todo el mundo.
Salvo si navega
por el Atlántico norte, no es raro toparse
con una plataforma petrolífera. De día son muy visibles y de noche
un auténtico festival luminoso. En el golfo de Vizcaya tuve ocasión
de encontrarme con una por la noche y puedo asegurar que se ven a
muchas muchas millas de distancia casi como si fuera una pequeña
ciudad flotante.
Respecto a la
posibilidad de colisionar con algo más pequeño, existen videos de
experimentos y colisiones de veleros contra objetos flotantes,
incluido contenedores y otros objetos masivos,
y resultaba reconfortante observar como a una velocidad típica de
unos 6 ó 7 nudos los daños son casi siempre
menores y poco significativos a pesar del ruido y lo aparatoso de
una parada en seco.
Un choque contra
un gran cetáceo es muy poco probable aunque posible especialmente
por la noche y navegando a vela. Si se encontrara en un área en
donde cree que existe este riesgo es buena idea encender el motor a
ralentí y poner en marcha la ecosonda para que nos escuchen y nos
puedan evitar.
Test de impacto
El peligro de
incendio
El peligro de
incendio es sumamente raro pero muy destructivo en caso de
producirse y extremadamente peligros. La dos causas principales son la cocina o el compartimento del motor,
junto con un posible cortocircuito en un montaje mal
diseñado.
Respecto a la
cocina, el más típico es el de un infernillo de parafina mal cebado
o una cocina de alcohol en el que se haya desparramado el combustible sobre
trapos de cocina antes de encenderlo para cocinar.
Salvo un fallo en un tubo de gas en mal estado, las cocinas de
butano son muy seguras y es raro que puedan originar algún desastre,
aunque si se llegara a producir una explosión de gas la deflagración
es brutal.
En el motor se
alcanzan altas temperaturas y si falla el ventilador que renueva el
aire corremos el riesgo de desencadenar un incendio, que en la mayor
parte de los casos se genera por un cortocircuito en alguna conexión
eléctrica. El metal no arde, pero al motor llegan los tubos de
combustible y además existen aceites y materiales aislantes que a
veces, contra la norma,
pueden ser susceptibles de arder.
El motor de
arranque, los winches eléctricos, el motor del molinete del ancla o
por los cables del inversor pasan corrientes muy elevadas y si los
circuitos están diseñados con secciones de cable insuficiente o
faltos de protecciones magnetotérmicas, podremos tener un perfecto
desencadenante al que se podrían sumar la oxidación de los contactos
debido a la humedad del barco, los cual produciría una mala conexión
resistiva y perfecta para producir un incendio por
sobrecalentamiento.
Artículos relacionados:
-
Las claves para navegar
-
¿Es su barco
realmente oceánico?
-
Como afrontar la navegación oceánica
-
Marpa; visión total
-
La navegación del futuro ya está aquí; se
llama AIS
-
Como afrontar la navegación oceánica
-
Prepararse para
dar la vuelta al mundo
-
Vela y Aventura; nos cazó el mal tiempo
-
Recibir la meteo
-
Preparar el barco
para largos cruceros
-
Fuego a bordo
-
Cargar las baterías
-
Seguridad durante la navegación
-
Arrollados por un mercante
-
Luchar contra el fuego a bordo
-
Navegar por la noche
-
Navegar de guardia
-
Vela y Aventura;
mantenimiento del barco durante el viaje
-
Serie "Cruzar el Atlántico"