Cuando los
peregrinos del Camino de Santiago se saludaban en la edad media,
utilizaban el vocablo Ultreia, significando "Vamos allá" o "Buen
camino". Un nombre perfecto para un barco transmundista y un
proyecto apasionante que ya ha comenzado a recorrer todos los
océanos del mundo.
Las primeras
etapas
Aunque el
proyecto viene de lejos, la historia del “Ultreia” comienza en
Grecia, dónde el Catamarán fue adquirido hace apenas más de un año.
Tras un agitado viaje desde el Este del Estrecho de Corinto,
bordeando toda la costa del Peloponeso, para atravesar el mar
Jónico, recorrer el sur de Italia, y cruzar el Estrecho de Messina,
Ultreia continuó navegando "del tirón", por el norte de Sicilia,
Cerdeña y desde allí hasta Menorca y Valencia, dónde le esperaba un
minucioso refit durante este pasado 2.022.
Reconstrucción
completo de los motores, revisión de los saildrives, nueva jarcia,
nuevas velas, electrónica Zeus de B&G, Iridium Intellian, y puesta al día de
la desaladora Spectra de 150 litros, repaso a las carpinterías, CoperCoat en la obra vida,
cocina y horno Wallas de Diesel para evitar las incompatibilidades entre los
diferentes sistemas de gas que existen por el mundo, nueva nevera y
amplio congelador para poder estibar desde los dorados pescados al
curry, hasta varios kilos de helados y otras "delicatessen"…. Y es
que una navegación de altura no tiene porqué estar reñida con una
buena cocina.
Como buen
ingeniero naval, Jaime diseñó y revisó todas las nuevas
instalaciones, incluido el equipamiento eléctrico capaz de alimentar
y generar amperios para todos estos equipos, sin necesidad de llevar
a bordo ningún generador. 400 Ah en baterías de litio en 24 voltios
y otros 300 Ah en 12 voltios con AGM, paneles
solares, hidrogenerador Watt&Sea, y un buen eólico para aprovechar el
constante soplido de los vientos portantes.
Todo un refit
estudiado hasta el más mínimo detalle. Muchos centenares de horas y
grandes dosis de ilusión y dedicación. En definitiva un Catana "pata
negra", verdaderamente oceánico, ajustado y trimado durante las
primeras pruebas de navegación por Columbretes y la bajada hacia el
Estrecho de Gibraltar, desde donde el barco comenzó a navegar a
finales de 2.022 hacia Marina Rubicón en la isla de Lanzarote, en la
que embarcamos el resto de la tripulación para la etapa que ahora
contamos; Nando, Marta y Alberto.
Lanzarote y
las provisiones
Antes de
zarpar de Lanzarote, avisamos a Yuli para comprar la mayor cantidad de
comida no perecedera. En anteriores navegaciones Caribeñas salimos
escaldados por los altos precios de los alimentos y
re-avituallamiento de estas islas. Así se hizo y las últimas compras
acabaron por atiborrar las sentinas de ambos cascos, por multitud de
latas rotuladas con sus contenidos, para poder tirar sus cajas de
cartón. Entre las conservas también se encontraban paquetes de
pasta, arroces y en otras sentinas tantas botellas de agua como de
vino y otras bebidas alcohólicas, tan importantes para "negociar",
conseguir favores y resolver situaciones de lo más diversas en
cualquier rincón del planeta.
Allí
estábamos, esperando la salida de etapa en la excepcional y bella
Marina Rubicón, junto a casi una decena de veleros, que
también se habían apuntado a navegar esta etapa en la Grand-Prix que
finaliza en la isla de Martinica. Cena de despedida y últimas
instrucciones para este rally oceánico, en el que sin ánimo de
competir, navegamos casi volando hasta Cabo Verde debido a las
ventosas condiciones de navegación, con vientos prácticamente de
popa cerrada y casi siempre soplando en torno a los 22 a 25 nudos, e
incluso con puntas de 32 a 35 nudos.
Rumbo Mindelo
Otros veleros
oceánicos no bajan hasta Cabo Verde para navegar hacia las Antillas… pero este
archipiélago es un buen lugar para asegurar los Alisios, y sobre
todo hacer una pequeño descanso, donde reposar las casi mil millas
que distan desde las Canarias. Algunos prefieren arrumbar al Caribe
al poco de abandonar el Sur de las Canarias, pero en nuestro caso,
además de navegar en flota, nos apetecía conocer este árido e
interesante grupo de islas.
Desde Cabo
Verde ya se suele meter el timón hacia Santa Lucía o Martinica,
aunque hay otros veleros, como el de nuestro amigo Jacques y su
Catana 50 con el que coincidimos en Cabo Verde, que prefiere tomarse las
cosas con más calma y pasar varias semanas en las diferentes islas
de Cabo Verde, para a continuación hacer un paréntesis por el Sur de
las costas del Senegal y adentrarse en el caudaloso río Casamanza
cerca del Parque Nacional del delta de Saloum, antes de apuntar la
proa hacia Fernando de Noroña, a solo una decena de días de
navegación, en dónde ya se puede hacer la entrada y "papeleos"
Brasileños, para recorrer en 2.023, durante varios meses, las
fantásticas costas desde Pernambuco hasta Angra dos Reis. Pero eso es otra historia…
PredictWind y
otros modelos meteo, anunciaban vientos continuos de popa de unos 20
nudos, pero como siempre ocurre, Eolo soplaba algo más, rozando los 25 nudos y
algunas noches fue normal navegar con vientos mantenidos de 28
nudos, con rachas ligeramente por encima de los 30 nudos. Al haber
estado bufando desde hacía días, al poco de abandonar la costa este
de Fuerteventura, el "fech" nos regaló un maretón de popa, con olas
de 2 a 3 metros que pasados dos noches ya crecían en ocasiones por
encima de los 4 metros.
Antes de
llegar a cabo Verde, dos veleros habían partido sus timones de
viento, y es que la fuerza de torsión en sus ejes es muy fuerte
cuando los barcos derrapan sus popas y se atraviesan a la mar tras
los continuos planeos de las olas de popa, durante los cuales
nuestro catamarán siempre se ponía a 11 o 12 nudos, habiendo incluso medido
una punta de 16 nudos. Muy divertido...
Ya en el Club
Náutico de Mindelo, pudimos hablar con otros tripulantes de otros
barcos que vieron colmado con creces sus niveles de mareo y
adrenalina, decidiendo regresar a España en avión, en vez de
continuar ruta hacia las ansiadas Antillas. Y es compresible tras
ver los videos filmados en el interior de algunos de estos
monocascos, en donde la escora pasa de golpe de los 30 grados a una
banda, hasta los 30 grados a la otra, durante el paso de estas olas.
Todo un baile suficientemente molesto para algunos.
Ultreia viento
en popa
Nada que ver
con lo que se disfruta en un catamarán con viento y mar de popa. Lo
destacable de esta memorable empopada es que en catamarán, la
experiencia es mucho más tranquila y agradable. Es verdad que
durante los primeros días, ponerse a leer una novela para pasar el
tiempo o ver una película por la noche, era casi sinónimo de agarrar
un mareo significativo o incluso comprar papeletas para un molesto
dolor de cabeza. En estos casos, lo mejor era echarse a dormir un
rato entre guardia y guardia. Aunque el camarote también se mueve lo
suyo, cuándo cierras los ojos y te quedas dormido, las horas de
sueño son completamente reparadoras.
La estabilidad
de un catamarán hace mucho más cómoda la navegación con vientos
portantes. Los movimientos de escora son pequeños, y aunque el barco
“se mueve”, día tras día pudimos comer en la mesa con mantel, sin
miedo a tirar ni un solo vaso. Algo impensable en un sloop con
estas mismas condiciones. En cata, el viento relativo que aprecias
en la bañera es inferior al de un monocasco. Monocasco que además no para de dar
molestos bandazos a cada paso de ola. Y debido a la gran manga de un
cata, no es necesario atangonar Génova como ocurre de forma casi
obligatoria en un monocascos.
El piloto
automático de Simrad estuvo en todo momento a la altura de las
circunstancias y las guiñadas sufridas tras las surfeadas más
fuertes eran corregidas sin esfuerzo por el piloto automático y sin ninguna preocupación por nuestra
parte. Hay que decirlo, además del flux-gate, la electrónica del
Ultreia, equipa giróscopo de 3 ejes con la que se consigue una
predictibilidad en las correcciones de rumbo del todo encomiables. A
estas alturas de la tecnología… no tiene sentido utilizar engorrosos
pilotos de viento atornillados al espejo de popa, cuando el consumo
eléctrico de los pilotos automáticos eléctrico/electrónicos es
moderadamente pequeño y los amperios consumidos son inferiores a
los que podemos generar con placas, hidrogenerador o eólicos.
En vez de
piloto de viento, Jaime ha montado en el Ultreia un segundo piloto
automático totalmente duplicado con un segundo actuador,
otra unidad de control de respeto y calculador, todos desconectados
y listos para tomar el relevo en pocos minutos, en caso de fallo del
principal. Creemos que esta solución adoptada en el Ultreia es
ganadora y de máxima confianza. Conozco de un Lagoon 42 de un amigo,
que hace ya una decena de años y haciendo casi el mismo recorrido
rompió el piloto automático a mitad de camino hacia Barbados,
obligándoles a pasar al timón una semana entera manteniendo el rumbo
como en los "buenos tiempos". Un auténtico y aburrido fastidio.
En estas
condiciones de navegación de popa cerrada la velocidad del barco con
una única vela de proa, Génova o el código-cero cuando el viento
bajaba de los 20 nudos, era de unos 8 nudos. Las olas te alcanzan
cada 10 o 15 segundos, y al empezar a descender el casco por ellas,
el barco se inclina de forma sorprendente pero de modo confiable.
Al lanzarnos “ladera” abajo por las olas, la corredera trepaba con
rapidez a puntas de 11 o 12 nudos, y excepcionalmente alcanzábamos
lecturas de 13 y 15 nudos con las crestas más significativas.
Al descansar
en el camarote, no dejaban de sorprenderme los diferentes silbidos
de diferentes frecuencias y sonidos micro-tonales generados por roce
del viento contra los obenques, con el eólico, o los balcones de
popa. Orquestación a la que se sumaba el "alegre" gorgoteo del agua
corriendo sobre nuestras amuras, acompañada por la percusión y
mazazos de las rompientes. El insistente ulular del viento,
traducido en continuos lamentos, me llegó a hacer pensar en
psicofonías marinas de antiguas almas perdidas en la mar y dignas de ser
analizadas por el famoso periodista Iker Jiménez. Dicho y hecho,
agarré la grabadora de sonidos del móvil y registre algunas de
ellas, que puede escuchar haciendo click en el siguiente enlace;
Las
extrañas psicofonías del Ultreia
Click para escuchar estas
"psicofonías". |
Momento de aperitivo,
para ir abriendo el apetito
Aunque la
navegación hacia Cabo Verde se lleva a cabo en latitudes tropicales
por debajo de las Canarias, más vale ir bien protegido del frío, al
menos durante las guardias nocturnas. Durante el día la temperatura
era perfecta, de unos 25 grados centígrados, pero por la noche, la
sensación de frío te obliga a ir muy bien abrigado. Dos polares,
pantalón térmico y cortavientos.
Las puestas de
sol en alta mar son majestuosas y con la atmósfera cargada de
humedad, los colores del sol en el ocaso incendiaban el horizonte
con tonos anaranjados y nubes carmesíes, difuminados por todo tipo
de rosas y cálidos tonos amarillentos. Luego te vas quedando sin
luz y te toca el turno de guardia, en mitad de una noche oscura en
donde brillan con intensidad todas las estrellas del firmamento,
sobre un fondo tan negro como el azabache. Allí está la
impresionante vía láctea, el planeta Marte, y todas las
constelaciones que todavía no he aprendido a identificar.
Y poco a
poco una luna ambarina asomaba todas las noches entre nubes
fantasmagóricas sobre el horizonte grisáceo. Luna llena. Pasado un
buen rato, su potente luz nos permite contemplar todo el mar y la
cubierta del barco. Y allí están varios peces voladores que han
aterrizado por equivocación sobre la popa e incluso algunos
calamares que no llegamos a entender como han saltado dos metros
de altura hasta la mitad de la bañera. ¡No hace falta ni una potera para
preparar un marmitaco!
Vida en el
Océano
Envueltos por
la oscuridad nocturna es fácil observar la bioluminiscencia que se
activa con el roce de la obra viva sobre el fitoplancton y mirando
atrás, se contempla la estela verdosa que el Ultreia deja al avanzar hacia
el Sur. Y de repente los vimos…
Ya “flipé” con
el fenómeno hace casi 20 años, navegando por aguas del Algarve
Portugués. Y ahora de nuevo, aunque con menor intensidad debido a la
luz de la luna, aparecían de nuevo los delfines nocturnos rodeados
en un mar de noctilucas, como si fueran torpedos verdosos avanzando
en flotilla a nuestro alrededor. La experiencia es preciosa y se
observa perfectamente la forma del delfín iluminado con
fluorescencia, por las algas luminiscentes. Marta estaba de guardia y
nos despertó para que pudiésemos disfrutar de tan fantástico
escenario. Durante la travesía tuvimos otros 3 o 4 encuentros más con
delfines y ya muy cerca de la llegada a Mindelo nos cruzamos con una
familia de calderones a pocas millas de distancia de las costas de
San Vicente. ¡Espectacular!
Las
buenas partidas de Domino después de comer se han convertido en una
"obligación" diaria
La colada de ropa se
hace de maravillas en un cubo y con agua de mar. Aclarado final con
agua dulce...
y a tender la ropa en
los guardamancebos.
La intendencia con la cocina diesel es un lujo, aunque tiene
algo de inercia calorífica respecto a las de gas normales. Suerte no
tener que andar buscando recambios o adaptadores en los distintos
puertos.
Practicamos los nudos
y sabemos hacer un "As de guía" con una sola mano.
La isla de Sao
Vicente
Finalmente la meta en
Cabo Verde, entre la costa y el islote de Djeu
Tras
sobrepasar por babor el islote de Djeu con su bonita construcción de
escaleras blancas, el oleaje desaparece totalmente y accedemos a la
bahía de Mindelo en donde descansan fondeados una veintena de
veleros fuera del náutico, esperando su transición hacia el Caribe.
La pequeña ciudad de Mindelo es alegre y animada y todas la noches
nos regalaba un “festival” de ritmos africanos, formado por un
nutrido grupo de más de 40 tambores que durante media hora tras el
atardecer, inundaban de percusiones todos los alrededores del puerto.
Durante toda
la etapa no se utilizó el motor para navegar ni una sola milla. Solo
5 minutos para salir del puerto de Rubicón y otros 5 minutos para
amarrar en el puerto deportivo de Mindelo, única marina en todo Cabo
Verde, que dicho sea de paso, aunque no tiene las mejores
instalaciones del mundo, pues sus pantalanes flotantes se mueven con
demasiado “baile”, las instalaciones son bastante dignas y parecidas
a las que podemos disfrutar en cualquier marina europea.
Pantalanes flotantes
en la Marina de Mindelo. Con viento fuerte, mantenerse de pié sobre
ellos,
especialmente por la
noche tras unas copas es todo un reto.
El bar del
náutico, al borde de los pantalanes ofrece un ambiente internacional
muy distendido y agradable, un lugar de reunión ideal dónde se dan
cita todos los
navegantes, y donde celebrar el término de la navegación realizada
con una fiesta ofrecida por la organización del Gran Prix.
En Mindelo ya
no se paga la tasa que hasta hace poco se abonaba por llegar, y a
fecha de publicación de este artículo, ya no existe ningún tipo de cuarentena ni
historias raras con el covid. Para llegar en barco de recreo, no es
necesario sacar ningún visado, la obtención de las “Clearances” se
efectúa en la autoridad portuaria a pocos cientos de metros saliendo
a la izquierda de la marina y no lleva más de 20 minutos.
Algunos de los
mercadillos de Mindelo.
En
los distintos supermercados de Mindelo, se encuentra prácticamente
de todo.
Recorrer el
mercado principal es toda una atracción con sus distintos puestos de
venta.
.
Es
conveniente amarrar con cierta distancia al pantalán para proteger
el barco de los posibles movimientos. Para pasar la bolsas a bordo, hay
que dar un largo y decidido salto...
Frutas y
verduras van siendo estibadas al aire libre en las cestas colocadas
bajo los paneles solares.
En Mindelo existe un gran
astillero de buques, en el que poder reparar los posibles problemas
técnicos que necesite nuestro barco. En frente de nuestro amarre
llegó un día más tarde, un velero francés con la botavara partida
tras una fuerte trasluchada, que pudo ser reparada en esas
instalaciones. Soldadura, inox y fibra sin problema, pero no espere
asistencia e ingeniería para equipos electrónicos o instalaciones
muy técnicas.
Varios
supermercados al estilo occidental, y una obligada visita al
atractivo mercado central nos permiten reavituallar el velero. El
pago en Euros es completamente aceptado en todos los
establecimientos.
Jaime preparando
el barco a pocos días de la salida hacia la siguiente etapa:
Martinica
Recorrer el interior
de Sao Vicente
Una mañana
alquilamos un ciclomotor para conocer y dar la vuelta a la isla. En
3 o 4 horas se recorre sin prisas, pues las distancias son cortas.
Al lado del aeropuerto internacional se encuentra el pequeño pueblo
de Sao Pedro, bastante pobre y sin demasiado interés. Lo más bonito
es recorrer la isla en dirección Calhau y conocer la costa que conecta
desde el Este de la isla hacia Baías Das Gatas antes de
regresar de nuevo hacia Mindelo.
En
"Café Mindelo", uno de los bares de la ciudad, con Wifi de buena
velocidad, celebrando la llegada y haciendo planes para otras etapas
La bahía Norte
nos regala una inmensa playa con preciosas dunas blancas de arena
fina como la harina. Por un momento nos creemos en Namibia. Olas
atlánticas de profundo cian, estrellándose con energía en una
rompiente con fuerte resaca. Esta zona de la isla, la carretera está
recién asfaltada y es muy buena. Pero cuando esta llega a una duna
los ingenieros de caminos han tirado todo tieso, creando pendientes
tan fuertes que nuestra moto de pequeña cilindrada llegó a pararse
teniendo que subir los últimos metros empujando! El resto de las
carreteras o son de tierra o están adoquinadas como las que
acostumbramos a ver en el centro históricos de algunas ciudades
antiguas.
Pocas horas
después nos encontramos de nuevo en Mindelo en donde existen dos o
tres bares y restaurantes que bien merecen una visita para probar
las “espetadas” de pescado y los sabrosos platos locales. “Café
Mindelo” está situado a unos cientos de metros de la Marina
deportiva y posiblemente sea nuestro preferido, aunque tampoco está
mal el restaurante “Nautilus”, justo en frente de la marina y en el
mismo paseo marítimo. En todos ellos encontramos WiFi gratis con muy
buena velocidad de Internet que permite perfectamente hacer llamadas por WhatsApp.
Mindelo, way of
life... No Stress.
Las otras
islas de Cabo Verde, según nos han contado, son bastante parecidas,
pero al menos Praia, una de las mayores, debe ser evitada por su
inseguridad. En Sao Vicente nos sentimos bastante seguros, pero
hemos escuchado un incidente ocurrido en la isla de Prai durante
Mayo de 2021, en el cual tres ladrones abordaron el velero IVALU,
fondeado, y ataron y amordazaron a sus tripulantes que fueron
robados. La policía no hizo gran cosa a pesar de la denuncia por
recuperar los equipos de valor como ordenadores, dinero, cámaras y
equipos de navegación. La casa de los malhechores fue localizada
posteriormente por uno de los tripulantes gracias a la app “dónde
está mi teléfono”, pero la policía local no se mostró demasiado
cooperativa. También hemos oído hablar de ladrones que trabajan con
monos adiestrados para coger dinero, tabletas y cosas por el estilo,
capaces de introducirse por ventanas pequeñas, impracticables para
una persona.
Las islas más
seguras son además de Sao Vicente, son Boa Vista, San Nicolau y Sal,
y en general sus habitantes son muy acogedores y sosegados. El
ambiente es tranquilo y reina la actitud “sin stress”, pero debe
imperar el sentido común y estar atentos, pues en lugares con alto
índice de pobreza, un barco de recreo llama mucho la atención. En
cada isla es necesario realizar los papeleos de “clearances” al
llegar y al salir, y solo en Sal parece ser un poco más lento.
¡¡¡¡Ultreia!!!!..... Buen camino
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cualquier rincón del Atlántico hacia Cabo Verde.
¡¡Feliz viaje
pareja!!