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"Cruzar el Atlántico" - Sabor de aventura

 

 

Todos los que amamos la vela hemos soñado alguna vez con cruzar el Océano Atlántico, perdernos durantes varias semanas en mitad de la mar, llevados por los alisios rumbo al Mar Caribe o las costas del Brasil...

¡Vivir libres! Allí nos esperan todo un rosario de islas, una infinidad de paisajes idílicos, un nuevo mundo por descubrir...

¿Qué nos impulsa a hacernos a la mar y navegar durante semanas perdidas en mitad del océano? ¿Por qué nos obligamos a soportar condiciones cercanas a lo extremo, aguantando el mal tiempo? ¿Por qué nos exponemos a situaciones en ocasiones inseguras o potencialmente peligrosas? ¿Qué nos estimula a gastar nuestro tiempo y dinero en aventuras en mitad del océano? 

La Mar nos invita vivir intensamente, a sentirnos vivos. Y sentirse vivo implica asumir riesgos e incomodidades. La monótona sociedad nos ofrece seguridades y aparente protección a cambio de esclavizarnos con una vida anodina y muchas veces sin sentido. Pero la vida está para disfrutar del presente y “saborear” cada momento de nuestra vida.

 

El océano infinito, nos revela nuestra verdadera dimensión. La soledad del mar es nuestro aliado, y nos ayuda a descubrirnos. Es la madre de la que provenimos pues en ella surgió la vida hace millones de años. Por ello no es extraño que nos fascine y sea capaz de hechizarnos, pues en nuestro inconsciente colectivo, lo sepamos o no, la llevamos muy adentro. La hipnótica superficie de sus olas nos ofrece una incansable imagen primordial cuya contemplación ayuda a detener la mente y llevarnos al entendimiento. 

 

 

La Mar es siempre femenina para los marinos. La mar es nuestra “madre” de la que nació la vida. No en vano, para los franceses se escribe siempre en femenino y se pronuncia igual: La mère, la Mer.

 

 

En los próximos artículos sobre el Océano Atlántico recorreremos el arco de las Antillas y las singladuras que llevan a él, las temporadas que rigen el Atlántico, los vientos que nos ayudan cruzar estas aguas, la forma de navegarlas y las rutas más apropiadas. También explicaremos las mejores rutas y los mejores regresos, o cómo pertrechar y aprovisionar el velero para el Atlántico.

 

Navegar en el Océano

La clave para ser un buen marino y vivir la mar en plenitud es ser autosuficiente. Cuando abandonamos la navegación costera para hacernos a la mar, tenemos que poder resolver cualquier situación por nosotros mismos. No existe pantalán en el que repostar combustible, cargar agua dulce o protegernos de una tormenta. No hay talleres mecánicos a los que acudir o tiendas en las que comprar el material roto. Todo ha de ser resueltos por nosotros mismos sin ayuda del exterior.

Y para lograr la autosuficiencia, debemos disponer de un buen barco que sea marinero y en el que podamos confiar. Debemos además contar con una tripulación que sea capaz de mantener en forma tanto el barco como a sí mismos, y contar con los equipos y las provisiones necesarias para afrontar el gran viaje. La energía de cada tripulante es el bien más importante que debemos cuidar. Para ello es necesario una buena alimentación y un descanso apropiado.

 

Autosuficiencia = barco marinero + tripulación competente + provisiones bien calculadas..

 

 

La inexperiencia conduce frecuentemente a sobre estibar todo tipo de enseres y cargar más de lo necesario.

 

 

El barco debe ser seguro y marinero, con un sólido aparejo y bien pertrechado. La velocidad no es tan importante; para las prisas ya están los aviones. Un velero capaz de afrontar un océano, consiste en un compendio de equipos y equipamientos instalados en un casco verdaderamente marinero, sólido y seguro.

 

Ser autosuficientes

Toda la tripulación ha de saber de todo. Se acabaron los tiempos en los que el cocinero sólo cocinaba y el patrón sólo pilotaba. Cada cual ha de saber lidiar con los sistemas más importantes del barco, aunque cada uno esté especializado en alguna labor más concreta. En los tiempos que corren incluso un complicado arreglo en el motor puede ser resuelto de forma satisfactoria si contamos con un experto al otro lado de la radio o del teléfono satelital. Muchas veces un buen manual con fotos explicativas pueden resolvernos el problema.

Y aunque en la mayoría de las ocasiones el destino siempre merece el esfuerzo, lo más importante es el camino recorrido. Algunos destinos no serán el paraíso imaginado, en otros nos encontraremos con trabas burocráticas tanto en la llegada como en la partida, Algunos fondeos distarán de lo esperado por culpa del oleaje o sencillamente porque haya muchos barcos. Sin embargo, los buenos momentos superarán con creces estas frustraciones y vicisitudes, pues muy pocas cosas son realmente inabordables.

Para ello debemos poder producir nuestra propia energía eléctrica, y en muchas ocasiones hasta el agua dulce. También aprenderemos a pescar nuestra comida y a solventar cualquier situación inesperada. Un buen marino autosuficiente es capaz de afrontar una tarea y llevarla hasta el final, a pesar de las dificultades que en principio esta pueda acarrear.

 

Diferentes barcos. Diferentes marinos

Es muy importante que el barco sea sólido y seguro. Los hay desde muy grandes a extremadamente pequeños y todos ellos han cruzado satisfactoriamente el océano. Pero como en muchos aspectos de la vida, la virtud se encuentra en el término medio. Elija uno que no sea un cohete regatero ni tampoco algo insoportablemente lento. Al final todos ellos han atravesado con éxito el Océano. Los hay que llevan instalados complejos equipos de navegación electrónica o simplemente equipados con una pequeña cocina y un compás. Algunos prefieren recorrer muchos puertos sin permanecer en ellos más de un par de noches mientras otros gustan más de recorrer y conocer a fondo los lugares visitados. Unos se sienten a gusto mezclándose y conviviendo con las diferentes culturas mientras que otros guardan celosamente su intimidad.

Equipe adecuadamente el barco pero no hasta el extremo de complicarse la vida. Planifique su viaje detenidamente pensando en algún plan alternativo que resuelva destinos inesperadamente inadecuados. No prevea visitar demasiados puertos pues esto le obligaría a navegar sin descanso y tampoco se abandone en un único destino.

 

Poco a poco irá descubriendo lo que más le gusta y la mejor manera de navegar. Y con el tiempo nos daremos cuenta que hemos aprendido a vivir mirando al cielo, a sentir el viento en nuestra cara, experimentando la verdadera independencia y libertad.

 

 

 

 

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