Conocer
Guadalupe
La costa nos
pareció más atractiva y la ciudad de Pointe-à-Pitre es muy acogedora
y agradable. Deambular por sus calles peatonales y recorrer sus
tiendecitas y bares es del todo recomendable. En una de ellas me
olvidé el móvil, y el honrado y atento tendero me buscó por las
calles del pueblo para dármelo. Muy buen ambiente.
Durante su
historia, la isla también
cambió de manos entre franceses y británicos, mientras se repartían
el negocio de la caña de azúcar y explotaban esclavos en estas
plantaciones, hasta la abolición de la esclavitud en 1848.
Finalmente en 1946 Guadalupe pasa a convertirse en otro territorio
ultramar de Francia.
En la isla también hay
parques naturales y rutas de senderismo que no debemos perdernos, como la de las
cascadas de Carbet, con sus piscinas naturales, o el de la Soufrière
con el volcán activo al que se puede subir para disfrutar de unas
vistas excepcionales.
Además de los
derroteros típicos, existen bastantes portulanos y Guías que son muy
útiles para estudiar los destinos que nos esperan. Julie aprovechan el
momento para zambullirse en el agua.
Hacer una
salida de observación de aves es muy recomendable, por la gran
densidad de vida y la belleza de los pelícanos, gaviotas y fragatas.
Tras pasar varios días en "Pointe a Pitre" es buena idea recorrer el
islote de “pigeon” (Paloma) por su belleza natural y rica vida
submarina, en dónde se pueden hacer algunas buenas inmersiones,
contratadas con algún centro de buceo local. Jacques Cousteau logró
que estos arrecifes fueran declarados Parque Natural Marino, y en su
honor descansa en el fondo del mar su estatua, aunque ahora esté
manca quizás por el impacto de algún ancla. Ideal para hacer inmersiones y recorrer el arrecife
incluso con snorkel. Sus playas de arena blanca son un
espectáculo, como la de "Petite Anse".
Cada isla tiene su
encanto y su gastronomía, pero todas las comidas acaban con un buen
helado para combatir el calor de estas latitudes.
Más tarde
Ultreia recababa en la deshabitada isla “Cabrit” que también ofrece
unos bellos arrecifes coralinos y más playas de fina arena, bañada
por aguas cristalinas. Otros decorados impresionantes en los que
poder reposar y continuar con la vida tranquila…
Otro destino
que no puede faltar cerca de Guadalupe es el archipiélago de “Les
Saintes”, situado a unas 8 millas al Sur, en donde encontramos
pintorescos fondeos y de otras bellas playas caribeñas como la de" Pompierre", al lado de las cuales volvemos a encontrar arrecifes con
coralígeno, en los que además abundan las tortugas marinas y también
podemos avistar delfines.
Travesía
Antigua
En todo el
Caribe, la travesía entre islas es siempre bastante parecida, con
vientos del través alimentados por los continuos alisios que, salvo
durante las frecuentes aguaceros, típicos de estas latitudes,
mantienen una brisa fuerte en torno a F6. Muchos días descargaba un
chubasco expeditivo de no más de media hora, que daba lugar a un
radiante, luminoso y caluroso día azul. Eso sí, al menos esta
temporada, los sargazos hacían acto de presencia en grandes
extensiones, tanto en mar abierto como en algunas playas que
quedaban totalmente cubiertas en algunos sitios por ocres capas de medio
medio metro de espesor.
Pero a pesar
de ello, la llegada a Antigua por su costa del Sur es espectacular.
Posiblemente una de mis islas preferidas en esta región de las
Antillas Menores. No nos planteamos amarrar en English Harbour,
antigua base naval británica, ya que es muy fácil fondear en las
protegidas inmediaciones dentro de Deep Bay y Falmouth Harbour,
enorme y resguarda bahía desde donde es fácil desembarcar para
recorrer English Harbour y Nelson Yard Marina, convertida en estos
días en un lujoso náutico, en donde recalan o pasan el invierno
los grandes yates y mega veleros más impresionantes del planeta.
Todo el entorno rezuma estilo al más puro “British Carebean”.
Los norays son
fragmentos de cañones cimentados en el pantalán de hormigón.
Todo un espectáculo de excentricidades navales y muestrario de
máxima exuberancia naval. Como botón de muestra, me dejó sorprendido
un megayate que además de su enorme auxiliar, llevaba sobre la
cubierta y como segunda auxiliar un velero arbolado de 14 metros de
eslora. Otro tenía un palo tan alto, que en su parte anterior
llevaba un pequeño ascensor para subir hasta la cofia. En fin, nada
necesario para navegar y ser feliz.
Hace unos
años, alquilamos
un coche y recorrimos la isla, descubriendo sus atractivos paisajes
y playas. Como buen territorio inglés se
conduce por la izquierda y en un despiste, golpee en el aparcamiento
el piloto de otro coche. Un disgusto pues los locales nos ven como
ricos occidentales a los que sacarles hasta las muelas. El dueño del
otro coche se empeñaba en exigirnos 1.000 US por el plástico roto,
aunque tras acaloradas discusiones el asunto se saldó con el pago de 150€.
A pesar del
incidente, disfrutamos más adelante en Jolly Harbour, que como su
nombre indica, es realmente muy atractivo. Y aunque llegamos a las
inmediaciones de la capital en Saint John, lo cierto es que no tenía
muchas ganas de callejear en un coche con el volante a la derecha, y
tras haber pasado el mal trago del supermercado. Regresamos
al Oceanis-46 a olvidar tan estresante experiencia. La próxima vez
en moto...
Antigua, preparada para la defensa de sus territorios
contra los Franceses,
y
a cañonazo limpio.
¡Por fin, playas sin
sargazos!
Unos días en
Barbuda
Las alegres matrículas
de cada isla dan un toque divertido y desenfadado en la vida
Caribeña.
Tras pasar el
esperado chubasco caribeño, durante el cual el cielo se transforma
en una inmensa masa gris marengo que rápidamente evoluciona con tonos
antracitas, para comenzar a descargar una copiosa ducha bajo un cielo
opaco, que tras 10 minutos se abre y vuelve a regalarnos la
tranquilidad de los tonos cian y turquesas, Ultreia ponía rumbo a
Barbuda a solo unas 20 millas hacia el Norte. Pero antes tuvimos que
esperar 4 días para tener una ventana de meteo adecuada, a pesar de
lo cual nos esperaba una fuerte ceñida aderezada con el maretón del
Atlántico que venía casi de morros.
Más intimista
que su vecina Antigua y como todos los rincones del Caribe… Distinta
y espectacular. Su enorme playa de 17 kilómetros parece ser la más
larga de todo el Caribe, bañada por aguas cristalinas de todos los
tonos de azules. Arena blanca cuyo reflejo obliga a llevar gafas de
sol a pesar de buscar en todo momento las sombras de los numerosos
cocoteros… En Barbuda también se pueden hacer avistamiento de aves
fragatas en sus acantilados y manglares del norte en donde anidan.
Sus costas son ideales para lograr avistamientos de tortugas
marinas, mantas raya y delfines. Pero no pudimos bucear en este
destino a pesar de existir algún que otro club con el que se posible
contratar estas actividades.
Jaime y Julie
fondearon en una bella cala conocida como Princess Diana Beach en
donde encontraron el mejor restaurante de Langostas de toda esta
parte del Caribe en “Shack-a-Key”. Tan afamado que al lado han
fabricado una pista de helicópteros en donde aterrizan los armadores
de los yates de Nelson Harbour para saborear las parrilladas de
marisco.
Como en el
resto de islas, al caer la noche siempre se subía el Dingui a los
pescantes de la popa del cata, para ser candado con un pequeño cable
de acero y evitar tentaciones a los amantes de lo ajeno.
En la playa de
"Shack a Kai" además de las langostas, que no son tan ricas como las
de Galicia, desembarcar en la playa costaba lo suyo debido a las
rompientes que se estrellaban en la orilla. Hasta el punto de llegar
a revolcar la neumática y acabar todos empapados en un desembarco
infructuoso. Afortunadamente el incidente ocurría a pocos metros de
la arena, ya con el motor fueraborda apagado y la cola levantada. Pero vale la pena la lucha
naval contra las olas y
el revolcón en el agua, si con ello podemos degustar la langosta preparada por nuestro
Dominicano
favorito.
San Bartolomé
Saint Barth
no está mal si al navegar de isla en isla te pilla de camino, pero realmente
no es más que un escenario de tiendas de
lujo, en cuyo puerto paran la mayoría de los grandes cruceros que
recorren esta zona del Caribe.
La visita a San Bartolomé
puede ser recomendable pero no necesaria. Posiblemente al menos para
mí, quizás la más prescindible, a no ser que nos interesen los
Cartiers y los Rolex libres de impuestos...
Hacia Saint
Martin y St. Maarten
Una misma
isla, repartida entre Francia y Holanda. Fondeamos en Marigot, la
capital de la parte Francesa, en su excelente y amplio fondeadero,
protegida al Norte por la cercana isla de Anguila. Muchos catas y
otros tantos monocascos flotando a nuestro alrededor; Para este tipo
de navegación Caribeña, y teniendo todo en cuenta, el cata es lo
mejor, especialmente si este lleva orzas para ceñir como los
monocascos, pero calando muy poco para moverse por zonas muy
someras.
La alegría del Caribe
se manifiesta incluso en las fachadas de las casas de la ciudad
antigua de Sint Marteen en su zona Holandesa de la isla.
En muchos
sitios del Caribe la escasa profundidad es un peligro que condiciona
mucho la navegación. Incluso sin visitar Bahamas, famosa por sus
aguas turquesas de calado inferior a los 2 metros durante extensas
áreas de navegación, o los pasadizos de Bocas de Toro en Panamá,
existen muchos otros rincones en los que nos alegraremos de llevar
un Cata que cale poco más de un metro.
La bahía
interior de Saint Martin es extremadamente somera y perfecta para un
largo paseo en la auxiliar. Cuándo la visitamos unos meses después
del huracán Irma, el espectáculo era sorprendente y sobrecogedor,
con centenares de barcos destrozados, chalets con paredes reventadas
de cuajo y edificios estallados por los fuertes vientos. Pero hoy
todo eso casi quedó ya en el olvido.
Dos países.
Dos ambientes muy distintos y ninguna frontera entre ellos. Vivimos
más su parte francesa que es dónde teníamos fondeado el velero, pero
uno de los días alquilamos un coche para recorrer la isla, que
además de ofrecer una costa preciosa, era un verdadero espectáculo
por la devastación del huracán.
Sint-Maarten, su parte holandesa,
ofrece un ambiente muy animado, quizás con un "toque" más británico.
Al llegar a la cercana bahía de Simpson Bay descansamos en un pub
cervecero, al lado de la famosa pista de aterrizaje en dónde los
aviones toman tierra rozando casi sobre nuestras cabezas.
Aterrizajes de
infarto. Los aviones casi te peinan la cabeza cuando estás en la
playa en donde comienza la cabecera de pista.
la Isla de
Anguila
Desde Marigot,
hasta la Isla de Anguila no hay más de 4 millas de distancia, y
aunque se podría ir a diario a cambiar de fondeo, las aburridas "clearances"
nos desanimaban a hacerlo. Pero Anguila bien merece la visita pues
es más tranquila, virgen y distinta, con unas calas y aguas
espectaculares. Al sur podemos fondear en Anguila Arch o en Long
Bay, pero nos gustó especialmente la parte del norte con su pequeña
isla de Scrub totalmente desierta. Cerca de Crocus Bay encontramos
un chiringuito al borde de la playa muy agradable en el que
cenábamos y nos quedábamos de charleta hasta bien entrada la noche y
con el barco siempre a la vista en mitad de la cala. Que más se
puede pedir…
Ultima etapa 2023:
Islas Vírgenes hasta
Trinidad... ¡y una orza partida!
Jaime estaba ya solo
en el Ultreia disfrutando
de las
ultimas semanas de la temporada, antes de dejar el barco en
varadero esperando la próxima temporada 2024, que promete ser
emocionante con excepcionales singladuras que nos llevarán por Santa
Lucía y las Granadinas, las Antillas holandesas conocidas como ABC
-por aquello de Aruba, Bonaire y Curazao-, para luego recorrer la
costa colombiana hasta alcanzar el archipiélago de San Blas y la
costa Panameña que dará paso al Canal de Panamá y las siguientes
aventuras que descubriremos en un inmenso Océano Pacífico...
Navegar en solitario tiene un "sabor especial" difícil de describir. Saber que no cuentas con nadie ante cualquier
eventualidad, decidir todo en solitario, atesorar las vivencias con
más intensidad para poder compartirlas más tarde a los tuyos, estar
más atento pues hay poco margen de error,... Todo ello te hace estar
más pendiente, más atento, más consciente, más vivo....
Tras
fondear al sur de la isla, Jaime se levantó antes del amanecer para
levantar el hierro a las 04:00 y arrumbar hacia San Vicente con 20
nudos del través, dos rizos en la mayor y el foque también rizado. Ultreia avanzaba ya con unos 3 metros del ola por el través mientras
el viento subía a 27 nudos. Gloriosas planeadas con puntas de 14
nudos y el timón a la mano, pues el piloto automático aunque
aguantaba perfectamente, no era capaz de 'adivinar' las olas que
había que evitar para eludir la embestidas más fuertes. 5 horas de
esfuerzo continuado, durante una de las últimas navegaciones de la
temporada.
Al acercarse a destino, Jaime
constataba que el cata derivaba más de la cuenta, pero continuó
ajustando el rumbo hasta alcanzar el fin de la etapa. Ya fondeado, al
subir la orza de babor, ¡faltaba la mitad inferior! La combinación del viento del través que forzaba al dagger a su máxima capacidad de sustentación, combinado con la alta
velocidad media de 9 nudos y algún que otro impacto de ola, acabaron
partiendo la orza de carbono, que ahora toca reconstruir en
Trinidad, desde donde dentro de unos meses Ultreia continuará
rumbo Oeste hacia el Pacífico.
¡¡¡¡Ultreia!!!!..... Buen camino
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El Ultreia seguirá
recorriendo los mares y nosotros os seguiremos contando sus
aventuras.
¡¡Feliz viaje
pareja!!