Si
por la noche utilizamos luz blanca para iluminar la mesa de cartas
necesitaremos varios minutos para volver a habituar nuestra vista a
la visión nocturna –también llamada visión escotópica-, cuando
subamos de nuevo a la cubierta. Ocurre lo mismo cuando entramos
desde la calle a local oscuro; Pasan varios minutos hasta que
empezamos a ver de forma aceptable.
La
retina de nuestro ojo en donde se proyectan las imágenes del
exterior está formada por 2 tipos de células llamadas bastones y
conos. Los bastones son monocromáticos, muy sensibles a la luz y
están distribuidos de forma más o menos homogénea por toda la
retina. Por esta razón con muy poca luz, nuestra visión es
monocromática y todos los gatos nos parecerán pardos.
Existen tres tipos de células de tipo ‘cono’ sensibles a tres
colores primarios a partir de los cuales podemos interpretar todos
los colores, y se concentran en una zona en donde la resolución
visual es máxima llamada mácula. Estos tres tipos de conos tienen la
máxima sensibilidad para la luz de longitudes de onda 430, 530, y
560 nm, que no corresponden exactamente a lo que llamamos colores
primarios azul, verde y ojo, sino al Violeta, Azul verdoso, y
Amarillo verdoso. Realmente, con cualquier grupo de tres colores
bien escogidos se pueden generar todos los demás (o un grupo muy
amplio de ellos llamado ‘gamut’).
El
ojo no enfoca bien todos los colores siendo el azul el que aparece
más borroso y el rojo el más nítido. Esta aberración cromática del
cristalino hace innecesario que existan muchas células conos
sensibles al violeta (porque de todas formas si hubiera mucha
densidad de ellas, varias cercanas verían la misma información
debido al desenfoque). El resultado es que existen muchos más conos
sensibles a los otros dos colores. Por cada cono sensible al violeta
existen 20 conos sensibles a las longitudes de onda medianas y 40
conos sensibles para las ondas de luz largas (tonos rojizos de menor
energía).
En
los bastones existe una sustancia de color púrpura llamada rodopsina,
que permite la alta sensibilidad de estas células, pero que es
destruida por la luz fuerte. El ojo tarda más de un cuarto de hora
en volver a regenerar la rodopsina. Debido a su color rojizo, la
rodopsina absorbe todos los colores salvo los rojos para los que
prácticamente no es sensible.
Así,
si iluminamos el interior con luz roja, la rodopsina no se destruye
y al volver a cubierta seguiremos pudiendo utilizar los bastones que
son muy sensibles a los bajos niveles de iluminación. En la mesa de
cartas utilizamos los conos que verán los mapas de color rojo pero
lo suficientemente bien como para poder hacer nuestro trabajo.
Nuestro ojo tiene la máxima sensibilidad de color a los tonos
verdosos, y por esta razón las cabinas de los aviones tienen una
tenue iluminación de este color ya que con muy poca luz se puede ver
sin destruir mucho la visión nocturna pero pudiendo apreciar mucho
mejor los múltiples colores que vienen representados en las cartas.
Con iluminación roja hay colores que desaparecen o se confunden como
el magenta con que se representan las luces de los faros.
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