Arrastrar
nuestro propio barco ofrece la libertad de navegar cada vez en
un lugar diferente. Este año la costa Brava, el año pasado las
sorprendentes Rías Baixas, el veranos que viene nos vamos a
Italia… Poder trasladar nuestra barca de un lado a otro permite
conocer todas las costas, mares y también canales y lagos. Podrá
preparar viajes sumamente variados y apetecibles, que muchos
avezados marinos no pueden conocer. ¿Por qué no navegar por los
canales y exclusas atravesando la bella campiña Francesa hasta
las costas de Noruega? Navegar por los fiordos noruegos sin por
ello tener que cruzarse todo el Atlántico… Luego regresaremos en
un par de días a casa remolcando nuestro barco. Los mares de
interior y grandes lagos también son un destino perfecto y
alternativo que nos permitirán conocer otras formas de navegar y
disfrutar tanto del deporte de la vela como del motor.
Para ello
necesitamos un barco relativamente pequeño, pero suficientemente
grande como para permitirnos hacer vida a bordo. Un velero o
motor de 7 a 8 metros es la eslora perfecta pues existen modelos
muy habitables y aunque se encuentran en el límite de lo
arrastrable aún es posible hacerlo mediante un buen todoterreno
y un remolque de doble eje. Pero eso sí, estamos en el límite de
lo permisible por la ley, y en el límite de lo admisible, pues
el peso del barco+remolque estará a punto de superar la frontera
de lo que puede ser considerado como peligroso. A partir de
aquí, es imperativo la contratación de un transporte profesional
en camión que evidentemente podrá encargarse de llevar y traer
de vuelta a casa o al puerto base, cualquier barco por grande
que este sea.
El barco
ideal para transportar
En motor
la cosa es más sencilla, tanto por el peso como por la altura. A
misma eslora lo normal es que una lancha pese menos que un
velero debido al lastre y al bulbo. En lanchas, es mejor un
barco con motor fuera borda, pues el trim del motor permitirá
sacar la cola hacia arriba y evitar peligrosos golpes contra el
suelo. Además, el mantenimiento de un fueraborda es siempre más
sencillo y por tanto más barato. Lo mejor… una cabinada de 7 a 8
metros.
En veleros
la cosa se pone más difícil pero no imposible. En primer lugar
debemos tener en cuenta que hay que desmontar el palo, lo cual
lleva un trabajo. Respecto al tipo de quilla, es posible que
prefiera una quilla retráctil o, ¿por qué no?, un biquilla que
al carecer de mecanismos de subida y bajada es más seguro y
siempre cala menos que uno de bulbo. Además un biquilla tiene
menos altura que uno de quilla y bulbo sin penalizarse la
habitabilidad interior como ocurre con los barcos de orza
abatible. Por último un barco biquilla puede ser posado sobre el
fondo en marea baja lo cual nos abre a otra dimensión de la
navegación en las aguas del Atlántico.
Arrastrar el
remolque: Un asunto de pesos
Lo peor
que le puede pasar a uno al remolcar un barco es que este
empiece a cruzarse de un lado a otro de la carretera mientras
observa como a cada bandazo el remolque levanta las ruedas de la
carretera y en cada zig-zag coge más velocidad. Si arrastramos
una carga cuyo peso sea de sólo algunos cientos de kilos (un
hobbie-cat, o barcos de vela ligera), no hay problema, y podrá
rodar a 100 kilómetros por hora sin miedo a ningún percance.
Pero
cuando lo que transporta pesa dos o tres toneladas, frente a los
1.500 o 2.000 kilos del peso del coche..… ¡La cosa es muy
diferente! Jamás debe pasar de 70 ó 80 kilómetros por hora y
para más seguridad, lo suyo es rodar a 60 ó 65 km/h. Son muchas
las personas que al arrastrar un velero de 2 toneladas se han
visto en un serio aprieto o sencillamente han originado un grave
accidente. El problema de mecánica que origina la entrada en
resonancia de un remolque responde a un estudio de la dinámica
en la que están involucradas las fuerzas de inercia debidas a la
masa arrastrada y los puntos de apoyo que representan las ruedas
y el pivote o “bola” del remolque. Cuando el remolque entra en
resonancia y las fuerzas en juego son lo suficientemente grandes
debido a la velocidad de desplazamiento, un pequeño bandazo a un
lado puede comenzar un proceso de desequilibrio que no hará más
que amplificarse de forma incontrolada hasta que volquemos en un
estrepitoso accidente.
Cuando el peso del barco más el del remolque sea igual o mayor
al del vehículo tractor, entonces ha llegado el momento de
prestar mucha atención a lo que estamos remolcando y al modo en
que lo hacemos.
Y tampoco
es lo mismo remolcar a igualdad de peso un motora que tendrá el
centro de gravedad bastante abajo en el conjunto remolque+barco,
que un velero que obligará a llevar mucho peso en altura debido
a la propia altura de la quilla.
Hay que
tener mucho cuidado con el peso real y no el teórico del barco,
especialmente con los barcos pequeños. Si por ejemplo el
fabricante anuncia 2,1 toneladas, es muy fácil que nuestro
velero realmente pese 400 ó 500 kilos más. En primer lugar
porque el barco haya salido del astillero en su día con algunos
kilos de más, pero donde verdaderamente habrá “engordado” es con
todo el material que lleve, desde el ancla y su cadena,
auxiliar, fueraborda del auxiliar, las cabullerías, balsas,
vajillas, equipamientos, y cien cosas más que normalmente
llevamos perfectamente estibadas en cualquier barco. En los
barcos de pequeña eslora, el incremento de peso puede llegar a
ser del doble del desplazamiento teórico del barco.
Pero tan
importante es no pasarnos con el peso, como su correcta
distribución en el remolque. Obviamente debemos cuidarnos de
llevar los pesos equilibrados a las dos bandas. Sería
sencillamente estúpido poner todas las cosas pesadas por ejemplo
a estribor… Pero de igual importancia es la necesidad de
equilibrar los pesos entre popa y proa, de modo que el centro de
gravedad descanse casi sobre el eje del remolque. El objetivo es
que el remolque genere un peso final en la bola de arrastre de
unos 30 kilos. No más, pero tampoco menos.
El remolque:
Cómo evitar el peligro
El fenómeno de los lazos de
resonancia en un remolque tienden a amplificarse, lo cual hace
que cuando el remolque se vaya a un lado, el coche tienda a
derrapar al lado contrario. Llega un momento en que es imposible
controlar la situación, pues si frenamos la cosa irá a peor al
atravesarse totalmente el remolque, que sin lugar a dudas
acabará puesto de sombrero encima del coche. Si aceleramos no
arreglaremos el problema. Por ello a veces mantener la velocidad
o incluso dar un golpe de acelerón mientras corregimos con el
volante pueden ser la única solución para salir del terrible
problema. Por debajo de 60 kilómetros por hora el problema
desaparece completamente.
Aunque cada coche+remolque tienen sus
propias características, por encima de la velocidad crítica de
por ejemplo 80 kilómetros por hora y con grandes masas
arrastradas, corremos un altísimo peligro de entrar en
resonancia. En las bajadas debemos reducir aún más la velocidad,
no por el peligro de que podamos ir más rápidos o sobrecalentar
los frenos, sino porque el peso del remolque se cargará con
fuerza sobre el vehículo tractor aumentando el riesgo de
derrapada y entrar en un lazo de resonancia. Tenga presente que
si viajamos cerca del límite de velocidad crítica, un ligero
golpe de viento lateral puede desencadenar todo el proceso.
¿Cómo evitar meterse en
problemas?
- Respete
los límites autorizados para su vehículo. No se trata de evitar
la multa. Los problemas pueden llegar a ser mucho más serios.
- Si
no tiene claro cómo es la carretera o las curvas que vienen,
reduzca la velocidad. Nunca se la juegue.
- El
peso soportado por la bola no debe sobrepasar los 25 ó 30 kilos.
En caso de cargar más peso en la proa, estaremos hundiendo
excesivamente la suspensión trasera del vehículo perdiendo
equilibrio en las ruedas delanteras que son las que dirigen el
vehículo.
- Fije
el barco al remolque sin posibilidad de holguras o cinchas
flojas. El barco tiene que ser una pieza solidaria con el
remolque, de la misma manera que no puede haber ningún peso
importante sin quedar perfectamente fijo en el interior del
barco. Nada debe poder “bailar”.
- Cuanto
más baje el centro de gravedad mejor. Por esta razón no está de
más poner el motor auxilar, el ancla y la cadena en la sentina,
o mejor aún en la misma base del remolque.
- Las
ruedas del remolque deben tener la presión correcta o incluso
más de la cuenta, pero NUNCA de menos ya que llevarlas flojas
favorece el fenómeno. Las ruedas de un remolque suelen tener de
2,5 a 5 kilos de presión dependiendo del tamaño y peso a
remolcar. Llevar 300 ó 400 gramos de más de presión no tiene
ningún problema y representa un margen de seguridad. No corre
ningún peligro de reventón, más si le falta presión, el
recalentamiento conducirá sin lugar de dudas al reventón y por
tanto al accidente.
|
Artículos relacionados:
-
¿Cómo remolcar el barco?
-
Traslado de
embarcaciones
-
Las rampas y los
remolques