La imagen del
radar no es como una fotografía y se forma gracias al eco de las
ondas emitidas y recibidas por la antena. Pero desde hace ya
unos años, esta se puede superponer con la cartografía o con la
imagen de fotografía aérea, lo que ayuda mucho en su
interpretación. Hace falta un poco de
práctica para conseguir sacar el máximo partido de lo que vemos
en la pantalla.
Los ecos que
salen reflejados en la pantalla dependen del tamaño del objeto,
pero también de la orientación que tenga y de su
naturaleza. Las paredes verticales de una montaña cercana
reflejarán mucho más que la superficie de las playas cercanas
casi horizontales. Por ello cuando navegamos hacia una costa
desconocida veremos aparecer en primer lugar las montañas del
interior antes que la línea de costa. Un objeto pequeño pero
cercano se reflejará más que uno grande pero alejado. Un barco
de acero reflejará y aparecerá en la pantalla radar mucho más
que otro en poliéster o de madera.
En la
pantalla aparecen círculos concéntricos que indican distancias
equidistantes. Con el botón de escala podremos apretarlos o
separarlos. Es decir, decidir la cantidad de superficie que
alcanzamos a ver. Por ejemplo en la escala de 16 millas veremos
4 círculos distantes 4 millas entre sí. Nuestro barco estará
siempre en el centro de la pantalla y lo normal es hacer que la
parte superior de la pantalla aparezca indicando la proa de
nuestro barco. Cuando viramos el barco, veremos como toda la
imagen representada en la pantalla rota en sentido contrario.
Desplazando el cursor hasta cualquier punto de la pantalla
veremos la indicación en millas de distancia a nuestro barco y
su marcación.
Cuando el
radar está conectado con un sistema de navegación electrónico,
también es posible configurar la imagen para que esta no se
mueva y se oriente como si fuera una carta con el Norte en la
parte superior de la imagen. En este caso será la línea que
indica nuestra trayectoria la que se mueve haciendo uno u otro
ángulo respecto al Norte. También podremos tomar demoras a los
objetos que apuntemos con el cursor.
Los radar de
última generación son fáciles de utilizar y con prestaciones
sorprendentes, requiriendo pocos ajustes. Pero es necesario que
nos familiaricemos con la imagen de la pantalla.
Falsos ecos
Es muy normal
ver un montón de información gráfica en la pantalla que le
sorprenderá si es la primera vez que lo utiliza. Son
interferencias y ecos indeseables que aparecen de forma
intermitente. Intermitente es la palabra clave.
Cuando un eco
permanece estable o se desplaza haciendo una ruta clara,
entonces debemos prestarle toda la atención. Por el contrario,
las olas producen ecos intermitentes y en puntos aleatorios y
diferentes aunque muchas veces en una misma zona de la pantalla
debido por ejemplo a la inclinación de la antena al estar el
barco algo escorado.
Cuando llueve
a cántaros la masa de agua cayendo es capaz de producir un
enorme eco que se manifestará en la pantalla como una inmensa
masa que ilumina toda nuestra pantalla. Para esto se han
diseñado botones de “filtros de lluvia” que en buena parte lo
que hacen es reducir la señal recibida (disminuyen la ganancia)
para que no quede toda la pantalla “blanca”, eso sí, a cambio de
perder sensibilidad y por tanto capacidad de ver objetos
lejanos.
También
pueden aparecer falsos ecos cuando tenemos un objetivo
importante y cercano, produciendo varios ecos debido a
reflexiones múltiples.
Las pantallas
de radar en color ayudan a interpretar la información de forma
más intuitiva. El
reflejo que aparece no es más que un eco sin características de
color. Sin embargo el color es de agradecer pues se pintan en
otros colores los anillos de distancias y otros datos como
rumbos y demoras, ayudando los colores a discernir entre lo que
es eco y lo que es información adicional dado por nuestro radar. Dependiendo
de la interpretación MARPA de los datos, el color nos ayuda
también para interpretar si un blanco se aleja o acerca hacia
nosotros.
La resolución de un
radar
Es la
capacidad del radar de discernir entre dos objetos diferentes y
próximos entre sí. Dependerá de la antena y de su diámetro. El
poder resolutivo del radar será mayor cuando mayor sea la antena
y por tanto más “fino” sea el ángulo con el que el radar “ve” el
mundo exterior. Una antena de 55cm produce un ángulo de emisión
de 4º lo que permite discernir entre dos objetos separados entre
sí 130 metros y situados a una milla de distancia. Es decir si
estuvieran más próximos los veríamos en nuestra pantalla como un
punto en vez de cómo dos puntitos distintos.
En la
resolución influyen otras cosas como la frecuencia de la
radiación electromagnética del radar (las bandas de emisión).
Cuanto más alta sea la frecuencia de emisión más “fina” y
definida será la imagen. Para que nos hagamos una idea, las
ondas del radar son del tamaño de pocos centímetros como las del
horno microondas de nuestra cocina. Dicho sea de paso, por esta
razón no es nada saludable estar cerca de la antena del radar
cuando éste emite ya que estaremos físicamente calentándonos por
esta radiación y no está claro que sea muy saludable como
tampoco lo sería el meter la cabeza en nuestro microondas de la
cocina.
La luz del
sol con la que vemos, es del mismo tipo que las
microondas del radar, pero su “tamaño” es mucho más fino y
pequeño. Es decir la frecuencia de la radiación
electromagnética que llamamos “luz” es muchísimo más elevada.
Cuanto más pequeña sean las ondas, más alta será su frecuencia,
y también su poder resolutivo o capacidad para ver los detalles.
Tanto es así que con la radiación electromagnética que llamamos
luz permite a nuestros ojos ver el mundo que conocemos. La
vista.
¿Entonces se
podría hacer un radar de resolución altísima mediante una antena
que emitiera y recibiera a muchísima frecuencia? Se
llama linterna o faro pirata que llevamos en el barco y la
antena receptora son nuestros ojos. Para mejorarlo podremos
poner una cámara de vídeo en el tope del palo y una pantalla de
video en el interior. Pero las ondas del tamaño de centímetros
como las del radar no se “paran” por la niebla, como si lo hacen
las ondas de la luz, y de allí la
utilidad del radar.
Entre el
tamaño de las microondas del radar y las nanométricas de la luz
hay toda una variedad de ellas como son la radiación infrarroja
que nos calienta en el brasero. Son del tamaño de algunas
milésimas de milímetro o del grosor de un cabello. Estas son de
menor capacidad de resolución que las de la luz, pero mucho
mayor a las del mejor radar, lo cual permite fabricar visores
térmicos nocturnos que nos entregan imágenes reales, eso sí, en
blanco y negro.
Todo son radiación
electromagnética.
Pero la
manifestación física de unas y otras es lo que varía con la
frecuencia y también la capacidad de nuestros sentidos para
recibirlas e interpretarlas.
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