El palo: revisión completa
Pocos cuidados reciben los palos de los veleros,
pues prácticamente no hay que hacerles nada durante años, y sin
embargo debemos revisar sus puntos fundamentales so pena de correr
un gran riesgo... ¡Su caída!
Salvo en
condiciones dantescas de la mar, los palos y sus jarcias están
diseñados para aguantar cualquier esfuerzo. Cuando un velero
desarbola es que alguna pieza estaba en mal estado y su rotura ha
ocasionado el desastre. Con una adecuada revisión se podría haber
evitado, al menos en la mayor parte de los casos. Algunas
aseguradoras piden que la jarcia fija (obenques, estays, backstay,
burdas) sea sustituida cada 10 años para poder asegurarlo a todo
riesgo. Y es que cuando uno de estos cables se parte mientras trabaja
soportando la tensión de la vela, el desarbolado es seguro.
Si descubre
un cable que está empezando a perder alguno de sus hilos de acero
o tiene en su unión con el terminal una oxidación excesiva,
debemos sustituirlo junto con su pareja simétrica sin demora. Con
una jarcia fija entrada en años, lo mejor es cambiarla toda
entera. Cuando se sustituye un cable de la jarcia por otro nuevo,
es normal que pierda tensión y por tanto que debamos ajustarlo
unas semanas después de su sustitución y tensado.
El material
nuevo se destensará como ocurre por ejemplo con una cuerda de una
guitarra que debe ser afinada muy a menudo cuando acaba de ser
cambiada. El material nuevo se alarga de forma natural
especialmente con los cables de acero trenzado. Pero si un
elemento de la jarcia pierde tensión sin razón aparente, es que
algo no va bien. Si sustituye un obenque y tras darle tensión este
pierde su ajuste de forma rápida, es posible que el terminal esté
mal prensado y su cable patine.
Pero también
debemos revisar los enganches en las crucetas y terminaciones en
el palo. Aunque son muy duraderos, a veces el desgaste del
material les llega a afectar seriamente. Tenga presente que aunque no navegue
a menudo, el material está sometido a tensiones y compresiones
todo el tiempo y por tanto trabaja con menor intensidad que
durante la navegación pero durante todo el tiempo. Esto es
especialmente cierto si el barco está fondeado todo el año y por
tanto sometido a los continuos vaivenes de las olas que intentan
zarandear sin descanso la jarcia de un lado al otro.
Debemos
saber todo sobre el mástil, su fijación sobre la cubierta, cómo se
soporta en el barco, como se ajusta, cómo pasan los cables por
dentro, sus drizas, pues estando en alta mar no tendremos a mano
ningún especialista al que pedir consejo o solicitarle una
reparación. Antes de acercarnos al palo, debemos revisar los
anclajes de los obenques que en muchos casos son accesibles desde
el interior en el salón. La fibra del casco alrededor del anclaje deben estar sanos y sin ningún indicio de deslaminación.
Estos tienen unas sólidas uniones de tipo cardan para que el cable
pueda tensarse en cualquier angulo que exija el palo. Es muy raro
que estas piezas puedan fallar, pero no está de más echarlas un
vistazo de vez en cuando.
Luego
prestaremos atención a los tensores y sus pasadores que impiden su
giro y por tanto que puedan cambiar la tensión.
Ahora le
toca el turno a uno de los puntos más conflictivos de toda la
jarcia; la unión de los cables con su terminadores. Justo en la
salida del cable con el terminal fijado en su día mediante una
prensa conocida como laminadora, es donde se manifiesta la fatiga
del cable y por tanto donde se empiezan a romper sus hilos. Es muy
importante que el terminal esté totalmente alineado con el cable y
que no tenga ningún pequeño ángulo, so pena de fatigar inútilmente
el material. Estas uniones deben revisarse con bastante frecuencia
y por ello deben permanecer visibles sin tapar con pastas de
silicona o manguitos de plástico.
El pie del
mástil
Lo primero
que haremos es mirar la curvatura general que tiene el palo,
pegándonos a él y mirando hacia arriba. Si este se desvía a uno u
otro lado debemos ajustar la tensión de los obenques y obenquillos
hasta corregir esta curvatura.
Si observa
una pronunciada torsión o deformación hay que pensar en
sustituirlo, pues es probable que el barco haya navegado mucho
tiempo con los obenques demasiado flojos lo cual ha hecho trabajar
excesivamente al palo y corre el riesgo de partirse por vejez del
material.
Miraremos
seguidamente el pie del mástil en busca de oxidación que pudiera
debilitar el soporte del mástil, ya que es aquí donde se
concentran todos los esfuerzos de compresión del palo debido a la
lógica tensión de toda la jarcia. Cuando la compresión del palo es
muy alta, este trabaja con fatiga excesiva y corre mucho riesgo de rotura.
Para
saber si un exceso de compresión está deformando el palo,
pasaremos la palma de la mano alrededor de las salidas de las
drizas en la parte baja del palo. Si el tacto delata un ligero
abultamiento en esta zona tenemos un problema de sobrecompresión.
Luego nos
fijaremos en la unión de la botavara al palo y a su cardán que
permite el juego en los ejes vertical y horizontal. Preste
atención al perfil del palo en esta zona que está sometida a
muchos esfuerzos debido a la presión de la botavara y el
soporte del tangón. El eje del soporte de la botavara tiene unas
pequeñas arandelas de PVC o Nylon para evitar el juego del perno y
hacer más suave la fricción. La arandela inferior está sometida a
más desgastes y posiblemente deba ser sustituida.
El palo
actúa en ocasiones como soporte para muchas piezas como por
ejemplo el winch de driza, o puentes para fijación de mosquetones,
el soporte del radar o la boca de fijación del tangón. Estas
piezas suelen ser de acero inoxidable y debemos tener en cuenta,
que la diferencia de metales acero y aluminio obligan a aislarlos
con productos del tipo duralac para evitar corrientes galvánicas.
Estas piezas
se fijan al palo mediante remaches en aluminio o mejor aún, en
aleación de Monel. Pero
en algunas raras ocasiones estos remaches pueden coger holgura y
hacer que la pieza sujeta tenga un poco de juego que debemos
corregir eliminando los viejos remaches y metiendo unos nuevos con
ayuda de una remachadora.
Las crucetas
Debemos
ponernos la guindola o el arnés para subir al palo.
Comenzamos el paseo por las alturas. La primera parada se
encuentra al nivel de las primeras cruceras. Intente moverlas para
ver si tienen holguras. Estas deben tener un ligerísimo angulo
hacia arriba pues de esta manera trabajan mejor. Prestaremos
también atención a los extremos de las crucetas que algunos
navegantes sellan con cinta de vulcanizar y otros plásticos para
evitar el rozamiento del génova, y sin querer forman una zona de
acumulación de humedades y salitre muy corrosivo.
De camino a
las crucetas es posible que nos hayamos encontrado con los
soportes fijados al palo en donde se anudan los cabos que soportan
al lazy-jack o lazy-bag. Compruebe su buena sujeción. Lo mismo
haremos con los anclajes de los obenques bajos y obenquillos que
son los que dan rigidez al palo hasta la mitad de su altura. Si el
cable se acaba en una cabeza en forma de “T” o por una bola
debemos comprobar la platina de acero fijada en el palo. Cualquier
signo de fisura es de máxima alarma y requiere una inmediata
sustitución. Recuerde comprobar las uniones de los cables con los
terminales como hicimos estando sobre cubierta.
En las
jarcias discontinuas los obenques están formados por tantas piezas
como niveles de crucetas tengamos, más una extra. Esto hace que
tengamos que revisar más terminadores y tensores multiplicando las
posibles piezas que puedan presentar deficiencias.
La cabeza del
palo
Llegamos a
la última parada en donde debemos también hacer una revisión
exhaustiva, pues se trata de una pieza de máxima importancia.
Preste atención al anclaje del estay y del backestay. El estay es
el cable que posiblemente esté sometido a más trabajo, aunque esto
dependerá naturalmente del tipo de navegación de hagamos. Si sólo
navega con los alisios el trabajo gordo se lo lleva el backestay.
Y ya que
estamos arriba no deje de revisar las poleas y si alguna presenta
cualquier desperfecto deberá ser sustituida para evitar enganchar
las drizas estando navegando, lo cual produce situaciones muy
comprometidas y potencialmente peligrosas. También comprobaremos
el soporte de sujeción de la antena VHF y las luces de tope por si
tuviéramos que cambiar la bombilla. El anemómetro debe estar
alineado hacia la proa del barco para que las mediciones del
viento sean correctas. La polea del Spi debe haber sido fijada lo
más alejada posible del estay para evitar que la driza del Spi
pueda liarse con el enrollador del Génova.
Ojo con la driza del spi
De hecho
esto conduce en ocasiones a una fatal “maniobra” que acaba con el
palo en el agua! Es mucho más normal de lo cabría pensar. Cuando
la driza del Spi toma varias vueltas sobre la parte alta del
enrollador del génova, esta vela de proa queda bloqueada y no podremos largar
el génova. El error consiste entonces en utilizar el winch para tirar
con fuerza sobre la escota del génova, sin darse cuenta del
problema. El génova se desenrolla finalmente pero en vez de haber
girado el enrollador, es el estay el que ha cedido las vueltas
retorciéndose sobre sí mismo. El cable se partirá en las uniones
con los terminadores con gran facilidad, lo cual conduce con
seguridad a una caída del palo sobre la bañera.
El estay es el elemento de la jarcia fija sometido a más
esfuerzo. A veces su inspección detallada se ve dificultada debido
al enrollador de génova.
Montar
cables nuevos
Con
los cables de la jarcia fija no es recomendable jugársela.
No haga chapuzas y exija material de buena calidad, como el acero inoxidable
de tipo AISI 316 (A4)
Existen tres tipos de cables en inox. El más utilizado es el
conocido como “monotoron” y está formado por 1x19 hilos de inox trenzados entre sí. El
Compact Strand “Dyform” tiene un hilo central
de mayor diámetro seguido por una capa de 9 hilos más finos
y finalmente una envoltura de hilos de sección tal, que
hacen que a igualdad de diámetro tengan mejores prestaciones
que el Monotoron. Más raro es el cable formado por una
varilla redonda y maciza de acero muy rígido pero también más caro y
frágil. A partir de allí comienzan las jarcias en materiales
compuestos cuyas prestaciones son tan elevadas como sus
precios.
El
cable monotoron de 19 hilos y en diámetro de 8mm viene a
costar del orden de 8 Euros el metro mientras que el Dyform
del mismo diámetro pero capaz de soportan mayores tensiones
de rotura, pues concentra más material por unidad de
volumen, es más caro, del orden de los 20 Euros el metro. El
cable monohilo sube espectacularmente el precio hasta cifras
de unos 20 Euros el metro, siendo además más difícil su
montaje.
Para
hacernos una idea, un obenque de 8 milímetros de diámetro
con sus tensores y terminales viene a costar del orden de
300 Euros incluyendo la mano de obra de montaje de la pieza.
Cambiar toda la jarcia para un velero de 9 metros de eslora
puede suponer un gasto de unos 270 Euros.
Si
necesita realizar cualquier montaje de jarcia fija o
mantenimiento de cables, puede pedir un presupuesto sin
compromiso al Tf.
607 999 090
|
Artículos relacionados:
-
Palo y jarcia en buen
estado
-
La inclinación de los
palos
-
¿Cómo trabajan las crucetas?
|