Limpieza criogénica
Imagine un chorro de pequeños cristalitos
de hielo seco, disparados a más de 100 kilómetros por hora a través de una manguera
contra el casco. El efecto limpiador es tan
potente como el chorreado de arena. Los cristales se evaporan tras
el impacto sin dejar ningún residuo. Es la limpieza criogénica.
Para limpiar un casco, una cubierta o un motor, se
pueden utilizar diversos tipos de detergentes, pero cuando la
superficie está muy deteriorada o extremadamente sucia y oxidada,
es necesario utilizar un método de chorreado de arena a presión
que arranque de cuajo la capa de suciedad. La novedad de la
limpieza criogénica procede del material que se proyecta a presión
para producir la abrasión. Hielo seco, o lo que es lo mismo,
microcristales de dióxido de carbono congelado que tienen la
particularidad de sublimarse y desaparecer una vez efectuado el
impacto abrasivo.
Las partículas de hielo seco son pequeños cristales
de hielo seco de unos 3 milímetros de lado, conocidos como “pellets”.
El hielo seco tiene la particularidad de pasar del estado sólido a
desaparecer como gas, sin pasar por el estado líquido. La
sublimación se efectúa muy rápidamente tras el impacto que lo
calienta justo tras haber arrancado una partícula de suciedad. Por
esta razón el objeto a limpiar permanece en todo momento seco lo
que lo hace idóneo para la limpieza de motores, componentes
mecánicos, hidráulicos y eléctricos, además de superficies que no
queramos que se humedezcan.
Con limpieza criogénica podemos efectuar todos los
trabajos que regularmente se efectúan mediante el lavado a presión
y otras formas de chorreado de partículas abrasivas como es la
arena, las microesferas de vidrio, o de diversos tipos de
plásticos.
Pero una de las diferencias importantes reside en
la poca abrasión de los cristales de hielo seco, lo que hace que
esta técnica sea ideal para limpiar superficies de aluminio,
cromados o plásticos. En cascos y cubiertas, la limpieza
criogénica también permite limpiar el gel-coat protegiéndolo de
rayajos y desconchones producidos por espátulas y otras
herramientas demasiado cortantes.
El hielo seco también es adecuado para retirar el
antifouling, siempre y cuando este no sea de tipo caucho,
reduciendo la humedad de los cascos, lo cual permite aplicar otros
tratamientos posteriores de forma inmediata. Cuando finaliza el
proceso de chorreado con hielo seco, lo único que queda por
recoger o aspirar es la suciedad desprendida, evitando los costes
de tratamiento del agua contaminada o la separación de la arena
típica del chorreado. Como el proceso se aplica totalmente en seco
no se ven afectados componentes eléctricos y se evitan los tiempos
de secado.
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