Salvo si
enganchamos una gruesa maroma que detenga el motor, es muy normal
que no lleguemos a enterarnos de lo que pasa debajo del agua.
Recuerdo la devolución de un barco de chárter en Grecia en la que un
buzo de la compañía de alquileres nos indicó que llevábamos un
pedazo de bolsa enganchada al eje de propulsión. No nos habíamos
dado ni cuenta y la tontería nos costó una pequeña penalización de
100€. Llevar varios metros de sedal enganchados en el eje es muy
frecuente, pero cuándo éste es más grueso y lleva tiempo enganchado
puede generar problemas, especialmente en el cojinete del arbotante.
Debemos estar
atentos a posibles vibraciones y ruidos extraños, para lo cual,
debemos conocer los distintos "sonidos" de nuestro barco. Durante
una inspección que efectué en un barco que iba a ser adquirido, el
velero estaba en muy buen estado y a un precio correcto, pero la
prueba de mar tumbó la operación… Aunque el motor funcionaba
perfectamente y a ralentí ronroneaba, al ir subiendo revoluciones
con la propulsión engranada, a partir de 1.500 rpms comenzaba a
sentirse una vibración acompañada con un sonido bastante extraño. Al
inspeccionar el compartimiento del motor y dirigir la atención al
eje de propulsión a la altura de la bocina, se lograba percibir que
este pandeaba del orden de uno o dos milímetros en cada vuelta. Esta
curvatura y también una falta de alineamiento es casi imposible de percibir
incluso con un puntero láser desde el exterior al hacer la
suspensión en Travel-lift. Por ello uno de los motivos fundamentales
de la prueba de mar, es la de asegurar que el (o los) ejes están en
perfecto estado.
Aparentemente este eje
en buen estado generaba fuerte vibraciones a partir de 1.500 rpms.
La prueba de navegación es imprescindible. Este codaste poco
protegido no ayuda a evitar problemas en caso de enganches con cabos
o redes. En la primera foto del artículo se observa un codaste de un
Oceanis 40 mucho más conveniente.
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En barcos
clásicos de quilla corrida, la salida del eje de propulsión no lleva
codaste y todo está mucho más protegido frente a impactos y
enganches con cabos y redes.
Comprobar los
ejes de transmisión
Pero aún sin
ninguna vibración, un eje puede estar "herido" por pequeños cráteres
de oxidación en el interior de la bocina o cerca de ella, en donde
el eje está en contacto con el agua de mar pero en ambiente
anaeróbico, sin oxígeno. Este tipo de oxidación no produce
vibraciones o deformaciones, pero en casos graves puede debilitar el
eje.
Antes de analizar la
posible corrosión en el eje, debemos retirar el crecimiento
vegetativo que en ocasiones puede llegara tapar completamente
la superficie del eje.
El cojinete que
sujeta el eje al arbotante es otro elemento que debemos verificar.
Para ello, debemos ponernos un trapo en el hombro y hacer fuerza
hacia arriba para comprobar la holgura que existe entre eje y
cojinete mojado. Lo suyo es “cero” holguras, pero en este punto, a
diferencia de la bocina, una pequeña holgura de hasta 500 micras a 1
mm puede ser aceptada. No más. Si el eje presenta holgura
longitudinal, lo cual es muy raro pues sólo se puede producir en
barcos dotados con cojinetes de empuje (solo en grandes barcos)
debemos prestar atención al cojinete de empuje o unión homocinética.
El cojinete húmedo
refrigerado por el agua está construido en goma o algún material
sintético. Está estriado y por estos canales debe poder circular el
agua para refrigerar su fricción.
Otro elemento a
revisar (en caso de existir) es la alineación del arbotante que debe
estar perpendicular al plano de crujía en sentido vertical y
totalmente alineado con el eje de crujía. Recuerdo un velero que
provenía de chárter cuyo arbotante estaba manifiestamente doblado,
como consecuencia de un impacto con alguna roca. A pesar de ello no
se manifestaban vibraciones importantes y bastó enderezar el
arbotante para dejar la sujeción perfectamente alineada. Para
realizar esta operación, se puede utilizar una driza vieja que tire
del arbotante en sentido contrario a su desajuste, ayudados con uno
de los winches del propio barco.
En la suspensión debemos aprovechar para comprobar otros
elementos y apéndices, como esta hélice de popa, plagada de
crecimiento de algas o los flaps de corrección de asiento. No es
buena idea poner en marcha una hélice tan sucia, pues podemos partir
el pasador o estropear los dientes del eje de propulsión de la
hélice.
Timón, tintero
y soportes
En general debemos
estar atentos a todos los alineamientos y holguras de cualquier
apéndice o elementos en la obra viva. Esto incluye también a los
tinteros del timón y a los soportes interiores, que muchos armadores
no comprueban ni siquiera durante la adquisición del barco.
Naturalmente tras cualquier golpe o incidente este es unos de los
puntos a los que debemos prestar atención.
Además de
la pala del timón, durante la varada miraremos con detalle la
superficie del casco para comprobar deslaminaciones, golpes o
fisuras.
Para comprobar el
timón, debemos agarrarlo con firmeza e intentar moverlo hacia
delante y hacia atrás para verificar que no hay holguras. Salvo el
movimiento de giro, no deberíamos apreciar ningún otro movimiento.
Si existe alguna holgura (o incluso sin ellas) es importante
“gatear” en la popa por el interior del barco, hasta el tintero para
verificar si este está correctamente laminado y es totalmente
solidario al casco. Durante una inspección pre-compra en un velero
de 50 pies, me encontré como a pesar de estar el sistema de gobierno en buen
estado y sin holguras, la fibra de vidrio alrededor del casquillo
del eje del timón estaba en bastante mal estado, señal inequívoca de
algún impacto en la pala o golpes de Orcas que están ahora tan “de
moda’. (una zona de fibra de vidrio afectada queda identificada
porque el cambio de coloración o “transparencia” del laminado en la
zona que ha recibido un sobre esfuerzo destructivo). En otros casos,
al gatear por el interior de la popa para inspeccionar, nos
encontramos con soportes desmalinados o muy deficiente construidos
como vemos en la siguiente todo. El astillero posiblemente no laminó
mejor, al entender que el soporte trabajaba en compresión, pero
durante las varadas y deformaciones del casco, este soporte también
trabaja a tracción, quedando despegado completamente del casco.
Un
laminado de soporte realmente mal efectuado en la popa de este
Bavaria 48. El sobre-refuerzo ha arrancado el soporte del casco,
llevándose toda la pieza por delante al haber trabajado a tracción.
Revisar las
hélices
Hay ocasiones en
las que al dar avante, se manifiestan vibraciones desconocidas
acompañadas de una significativa falta de propulsión. En estos casos
hay que dirigir la mirada a la hélice. Aunque no hayamos tenido
ningún impacto que pudiera haber doblado una pala, el crecimiento de
organismos es terriblemente perjudicial en la propulsión. Recuerdo
una ocasión en la que tras una temporada sin haber navegado, al dar
atrás, todo el barco temblaba y a penas avanzaba. El crecimiento de
crustáceos y demás depósitos calcáreos arruina el rendimiento de la
hélice.
Por la misma razón
un golpe y deformación en una de las palas tiene un impacto muy
negativo. Durante la inspección visual de la obra viva es fácil
hacer estas revisiones y comprobar si las palas están en buen
estado. La hélice tapada con algún trapo es un perfecto asidero para
mover el eje y comprobar las posibles holguras que ya hemos
explicado en párrafos anteriores.
Naturalmente este
será también buen momento para revisar el estado de los ánodos de
sacrificio que aunque estén asimétricamente muy “comidos” no suelen
ser fuente de vibraciones al encontrarse su centro de masas muy
cerca del centro del eje. Durante la suspensión o varada, también es
momento para revisar el estado de los posibles flaps en
embarcaciones de motor, interceptores o estabilizadores.
Aunque algo comidos,
estos ánodos siguen protegiendo y pueden aguantar otra temporada
más.
Así debiera ser:
Hélice perfectamente limpia. Alineamiento del codate y cojinete
húmedo en buen estado. Ánodos nuevos. Pala sin holguras.
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