Al contrario
de la industria de la automoción o la construcción en la que se
exige la utilización de materiales fuego retardantes o ignífugos,
en los barcos no existen materiales sustitutivos o son muy caros.
La resina de poliéster con la que están fabricados la mayoría de
ellos, una vez en combustión, arden con una energía pavorosa. De la
madera o de los cientos de litros de combustible en los tanques no
es necesario hablar….
El primer
dato relevante que debemos recordar es que el 55% de todos los
incendios tienen un origen eléctrico. Si una conexión, un empalme
entre dos cables, un interruptor o un contacto está corroído por
el ambiente marino, se convierte en una zona en la que la
conductividad eléctrica queda comprometida. La zona oxidada se ha
convertido en una resistencia eléctrica. Y es bien sabido
que toda resistencia eléctrica produce calor por el efecto joule,
al circular la corriente. El “foco” del desastre ¡está servido!
Utilizar
cables eléctricos de poca sección para la potencia consumida,
especialmente en invierno cuando enchufamos más watios del
pantalán, para calentar nuestros camarotes, también puede ser
peligroso. Si quiere comprobarlo, no tiene más que coger la típica
“manguera” eléctrica y conectar un par de calentadores de aire, y
esperar un ratito. Toque la manguera y comprobará que esta se ha
calentado inesperadamente. Utilice aún algo más de potencia en el
circuito y el problema está próximo.
El resto de
causas no eléctricas incluyen problemas con
la refrigeración de los motores , fallos en la alimentación de
combustible, montajes inadecuados de los tubos de escape, pucheros
en la cocina descuidados, o cigarrillos mal apagados.
Fuego a bordo: Todas sus
causas
Más de la
mitad de los fuegos tienen un origen eléctrico y de estos la
mayoría proceden de cortocircuitos o cableados en mal estado, de
los circuitos de corriente continua a 12/24 voltios.
Es decir,
el mayor causante de los fuegos a bordo proviene de fallos en los
sistemas de corriente continua. Las vibraciones del motor pueden
provocar rozamientos en cableados mal montados que acabarán
pelando sus fundas de plástico hasta hacer un cortocircuito. En
total los problemas relacionados con la corriente del pantalán de
220 voltios suman un 11% de todos los incendios y en muchos casos
la causa está en la propia toma de corriente del barco al
pantalán.
Una cuarta
parte de todos los incendios a bordo, el 24%, se deben a causa
relacionadas con sobrecalentamientos en el sistema de propulsión.
Y en muchos de estos casos, la causa final se debe a una
obstrucción el circuito de refrigeración, que a su vez produjo el
sobrecalentamiento. Suelen ser fuegos más controlables y con mucha
generación de humo al quemarse aceites del motor. Nunca ventile el
compartimiento pues con el aire nuevo entrará más oxigeno que
avivará las llamas. La forma de combatirlo es con el disparo de
extintores a través de las aperturas destinadas para ello. Revise
las rodetes (“impeller”) de refrigeración del motor y el filtro de
agua de mar para asegurar una buena refrigeración de los sistemas
mecánicos.
El 8% de los
incendios procede de problemas con los sistemas de alimentación de
combustible o perdidas de combustible de los depósitos. Originan
los peores incendios que conducen siempre a la total destrucción
del barco pues son incontrolables. Los tanques de combustible de
los barcos son mucho más voluminosos que los de los coches y en el
caso de las gasolinas (frente al diesel) son potenciales bombas
explosivas.
El 95% de
estos incendios se producen en barcos de gasolina frente a solo un
5% con combustible diesel. Los problemas suelen provenir de
racores en mal estado o tubos de alimentación picados.
En este tipo
de incendios, las negligencias tienen mucho que ver. Se conocen
casos de incendios generados al intentar arrancar un motor
lanzando gasolina directa a la admisión de los carburadores, o por
ejemplo al
llenar los tanques por encima del máximo…
Derramar gasolina en la sentina
...Llenamos el tanque de gasolina y al día siguiente observamos
con enorme preocupación como los 200 litros del depósito, no
se sabe cómo, han ido a parar a la sentina... El caso es real
y le ocurrió hace pocos años al armador de una potente
lancha equipada con motores de gasolina.
En vez
de llamar a los bomberos acudió a su mecánico que con buen
criterio apagó el circuito de las baterías y comenzó a
bombear la gasolina derramada a unos depósitos de plástico.
De repente se produjo una fuerte explosión que destruyo el
barco y otras cinco embarcaciones vecinas de pantalán,
dejando otros 3 barcos bien dañados, dos personas heridas en
el hospital y otras tres con quemaduras leves. ¿La causa?
Posiblemente una chispa en la bomba utilizada para el
achique o un chispazo electrostático en el ambiente
explosivo reinante en la sentina.
Si el
derrame es importante, y
especialmente con gasolinas, debemos llamar sin dudarlo a
los bomberos que saben cómo lidiar con estas situaciones. En
este caso, hubiera sido necesario remolcar el barco
con un
cabo
a un
muelle de espera, sin otros barcos vecinos y haber procedido
a bombear con una bomba propulsada por aire comprimido sin
electricidad y posibles chispas, además de haber lanzado
espuma que impidiera la producción de nuevos gases
explosivos.
|
Tres errores típicos de
debemos evitar
Los
siguientes 3 escenarios se llevan “la palma” en lo que a causas de
incendio se refieren. Si sabemos cómo evitarlos, habremos reducido
drásticamente nuestra exposición al desastre.
Escenario
1: Por causa de un problema eléctrico, se produce una pequeña
combustión sin llama que solo genera calor y mucho humo. Hay
armadores que dejan enchufado un convector de calor, un
deshumificador, cargadores de baterías, y demás enseres eléctricos
que consumen muchos amperios. En la mayoría de los casos el
desastre se producen cuando no hay nadie a bordo, pero serían
fáciles de delatar con un detector de humos.
Cuando no esté en el puerto para
vigilar su barco, no deje conectado aparatos eléctricos ni
cargadores de baterías. Debemos cortar los interruptores de las
baterías. De esta forma evitamos casi en su totalidad la
posibilidad de un incendio por causas eléctricas.
Si nadie se
da cuenta, el foco de calor acaba prendiendo los materiales de
alrededor generando una mayor combustión que en poco tiempo
mostrará su aspecto más feroz en el exterior del barco. Entonces el
asunto ya se ha desbocado y está fuera de control. Lo único
importante en ese momento es intentar salvar los barcos de los
amarres vecinos para evitar la propagación y un horror como el
ocurrido en Barcelona hace pocos años, o por ejemplo el de una
marina en Estados unidos en la que se calcinaron 30 barcos.
Escenario
2: El fuego se desata mientras navegamos en aguas abiertas. En
este escenario el 90% de los fuegos se producen en la sala de
máquinas o alrededor del motor en los barcos pequeños. En la
mayoría de los casos el fuego comienza a propagarse ajeno al
conocimiento de la tripulación que disfruta en cubierta de la
navegación. En muchos casos el fuego es descubierto cuando ya es
demasiado tarde o la cosa es difícilmente controlable, lo cual
obliga a salir de estampida a una balsa salvavidas o en algunos
casos tener que saltar al mar para no morir quemados.
Escenario
3: Cuando acabamos de rellenar el tanque de gasolina o cuando
el calor aprieta mucho en verano y nuestro barco de motores de
gasolina llevan unos días sin ser utilizados, corremos un buen
peligro debido a los vapores de gasolina que al ser más pesados
que el aire, se acumulan en la sentina creando una bomba de
relojería. Sólo hace falta una pequeña chispa para generar una
potente y repentina explosión, que en algunos casos conduce a la
total destrucción del barco y a la muerte del armador. En este
escenario el detector de humo no tiene ninguna utilidad y debemos
utilizar detectores específicos que nos avisan de la alta
concentración de vapores de gasolina.
La vía de escape
Debemos
pensar siempre en una vía de escape que nos permita escapar del
fuego. La sala de máquinas y cocinas deben ofrecer una segunda
salida a través de algún tambucho o salida de emergencia. En
teoría todo camarote debería ofrecer una salida además de la
puerta por la que hayamos entrado, pero esto a veces resulta
complicado sino imposible en los barcos de pequeña eslora.
Los
tambuchos dan la salida a cubierta y por esta razón debemos tener
cuidado en no obstaculizar estas ventanas por obstáculos
insalvables como mesas o neumáticas amarradas en la cubierta.
…
El 80% de los barco con detectores de humo son capaces de detectar
el incendio a tiempo…
Real como la vida misma
No piense
que el desastre no le puede ocurrir a usted mismo. Eso es
exactamente lo que pensaban los
que sufrieron un drama de este calibre. En el año 2010, en un
lujoso yate de 23 metros, los 7 tripulantes se vieron atrapadas
por el fuego, 2 de las cuales no podían escapar de un camarote
cuando las llamas habían invadido el salón y la cocina, al ser
demasiado estrecha la ventana. Afortunadamente fueron salvadas por
los bomberos que abrieron un boquete en la amura poco antes de que
el barco se hundiera en el puerto. Un sencillo y baratísimo
detector de humos en cada estancia del barco habría evitado el
desastre y la pérdida de un barco de 6 millones de euros. Todo los
detectores de humos deben estar conectados a una potente sirena que
suene en la cubierta y que ponga a todo el barco sobre-aviso.
Durante la
navegación, el 90% de los incendios a bordo se producen en la sala
de máquinas o cerca del motor de propulsión. En mar abierto no hay
escapatoria a parte de lanzarse al agua. Un detector de humos
cerca de los motores es fundamental, pues el humo denso siempre
acompaña en los comienzos a cualquier incendio. Durante un
trayecto corto entre calas, el armador notó que había humo que
procedía de la sala de máquinas. La activación de los extintores
fijos situados en la sala de motores falló sin que se pudiera
hacer nada por salvar al barco, aunque afortunadamente las
tripulación salvó el pellejo al tirarse al agua con la balsa y una
VHF portátil.
Las
estadísticas son claras. Si el incendio se produce en un barco que
tenga instalado alarma con detectores de humos, el 80% de los
incidentes acaba bien al poder ser controlado en fuego en sus
primeros momentos.
Detectores de gas y de humo
Lo cierto es
que no son pocos los incendios que se producen a bordo y que estos
se hubieran controlado con una alarma temprana. Las normas que
aplica Marina Mercante respecto a los obligatorios detectores de
gas es adecuada, pues este tipo de detectores está en muchos casos
pensado para detectar también el peligroso monóxido de carbono.
Pero el detector de humos es tan o más necesario que el de gas. La
mayoría de los detectores de humos que se utilizan en las viviendas
son válidos para el ambiente marino y por ello pueden ser
utilizados sin ninguna adaptación. No es cuestión de legislar
sobre ellos. Es cuestión de aplicar el sentido común en instalarse
uno al menos en la sala de motores. En muy pocos casos estos
detectores producen un falso “positivo” y aunque así fuera,
bienvenido sea si a cambio nos tiene protegidos de la posibilidad
de un fuego a bordo.
Monoxido de carbono; peligro mortal
El CO es un
gas inodoro, transparente y mortal al bloquear y destruir la
hemoglobina de los glóbulos rojos de la sangre, lo cual conduce rápidamente a
la muerte por asfixia. Y en cualquier combustión imperfecta (y son
casi todas) se desprende este peligroso veneno.
Los casos de
intoxicación por monóxido en los barcos son casi siempre mortales.
Las cifras de la industria náutica en Estados Unidos son claras al
respecto. En los últimos 3 años se han contabilizado 248 casos de
incendios con 4 muertes y en ese mismo período se registraron 15
casos de intoxicación por monóxido de carbono con un resultado de
6 muertes. En realidad en este mismo período ocurrieron muchos más
incendios, pues los guardiamarinas sólo
registran los incendios ocurridos en barcos navegando a los que
dan asistencia, mientras que los numerosos incendios de los
puertos no figuran en estas estadísticas.
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