Sea
de gasolina o diesel, da igual. La mayor parte del poder energético
del combustible se desperdicia. Todavía el hombre no ha sabido
inventar un sistema de conversión energética que sea realmente
eficaz. ¿Pero en qué medida se aprovecha la energía del combustible?
Los
motores de combustión interna Diesel, los de gasolina de dos
tiempos o los de gasolina de cuatro tiempo,
sólo son capaces de aprovechar, para producir energía mecánica,
en torno al 25% (gasolina) o el 35% (diesel) de la energía que
"contiene" el combustible. El resto se pierde como consecuencia
del propio mecanismo de conversión.
Los motores
Diesel aprovechan mejor el combustible debido a que funcionan con
mayores grados de compresión que los de gasolina. A mayor compresión
más aprovechamiento energético. En términos generales los motores
diesel consumen del orden de 0,3 litros por hora y por cada
Kilovatio de potencia entregado, mientras que el motor de
gasolina consume 0,5 litros/hora.
Convertidos a
unidades de CV, quedan las cifras de la siguiente manera; 0,2
litros el diesel y 0,4 litros el gasolina. Es decir que por
ejemplo para un motor fueraborda de gasolina de pongamos 300 CVs, su
consumo de combustible por hora será 300 x 0,4 = 120 litros/hora, o
un motor intraborda diesel de por ejemplo 50 CVs consumirá unos 50 x
0.2 = 25 litros/hora. Ojo tenga presente que estas cifras indican
los consumos cuando el motor entrega su máxima potencia, lo cual no
es la cifra real de consumo, pues normalmente en régimen de crucero,
se suele llevar el barco significativamente por debajo de estas
cifras máximas.
Cómo se aprovecha la energía
O mejor dicho
en qué se desaprovecha la energía del combustible. Un 60% de la
energía del combustible (gasolina o gasoil) se pierde en el calor de
la combustión en el sistema de refrigeración, cediéndose este calor
al aire, alrededor del motor y al agua mediante los sistemas de
intercambio de calor. Parte de este calor es producto de las
vibraciones no deseadas del motor. La mayor parte de este calor se
pierde en la ventilación del aire caliente de la sala de máquinas
(35%) y por ello estas estancias necesitan una excelente ventilación
y suelen ser un infierno de calor.
¡Pero la cosa
no acaba aquí! La energía mecánica del motor todavía no puede
movernos el barco como si se tratara de un automóvil. Ahora tenemos
que convertir esta energía mecánica en propulsión y empuje. Para
ello se utiliza un dispositivo conocidos como la ‘hélice’.
En la operación volvemos a perder en torno a otro 20%. Debido al agua
empujada por la hélice de forma lateral y que por tanto no produce
empuje al barco, perdemos un (14%). Debido al agua que sale despedida contra el
casco y tampoco produce empuje, o al rozamiento del árbol con la
bocina y el prensaestopas, rodamientos de sujeción del árbol, etc…
(2%)
Finalmente
sólo nos queda un 18% de la energía contenida en el combustible,
utilizada en producir el desplazamiento del barco. De este 18% útil,
un tercio (6%) es empleado en vencer la resistencia generada por la ola
de proa, la mitad es empleado en la resistencia hidrodinámica del
casco con el agua y aerodinámica de la obra muerta con el aire.
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