Sus dimensiones
y formas cortan
el hipo, con 32
metros de eslora
y 23 de
manga, unos
cascos
extremadamente
finos, un puesto
de gobierno
cabinado como el
de un avión de
caza, y una
vigas
transversales
que recuerdan
las alas de un
avión. Los foils
de 4 metros de
altura se mueven
gracias a un
total de 23
pistones
hidráulicos,
capaces de
soportar los
brutales
esfuerzos que
han de soportar.
El mástil de
carbono se eleva
hasta los 33
metros sobre la
cubierta dando
una altura total
del barco de 37
metros sobre el
nivel del agua.
La altura de un
edificio de 14
plantas… En
ceñida este
“rascacielos”
mantiene en
posición 425
metros cuadrados
de vela
laminada, o 645
m2 en vientos de
popa.
Un aparente
alucinante
Con un viento de 65 grados y solo 25 nudos, el trimarán despega a 40 nudos de velocidad lo cual
genera un aparente de casi 65 nudos y en ocasiones el barco ha
rozado los 70 nudos de AWS. A esas velocidades salir al exterior es
peligroso, pues un roción a esas velocidades en la cara es un
auténtico mazazo. Uno de los botones más importantes en el cockpit
es el botón de emergencia que larga las velas en caso de máxima
presión, si el trimarán está a punto de volcar debido a una racha
demasiado fuerte. El patín central integra 2 bulbos transparentes
desde donde controlar la navegación.
La rueda de gobierno se ha convertido
en un volante del todo parecido al que podemos encontrar en un coche
de competición, que actúa de forma mecánica con los 3 timones. En el
exterior hay otra rueda más convencional para poder manejar el barco
durante las maniobras en puerto. Desde el interior no hay vistas al
exterior para mejorar la aerodinámica y reducir peso de ventanas y
acristalamientos. Por este motivo se han montado varias cámaras de
vídeo que permiten “ver” de forma remota todo lo que ocurre al
exterior. Al lado del gobierno encontramos varias pantalla de
ordenador desde donde controlar la meteo y el rutaje.
A estas velocidades, la resistencia
hidrodinámica tiene una importancia muy relevante. El diseño de las
piezas es tratado como el de las carrocerías en automoción. Ahora
tiene importancia el diseño de carenados para esconder las
protuberancias y las formas inadecuadas de enrolladores y otros
elementos del acastillaje. Los enrolladores de proa están escondidos
bajo un carenado que mejora la aerodinámica de esta zona central.
Todo queda integrado y cada elemento de cubierta ha sido creado para
facilitar el flujo laminar y reducir al máximo la resistencias y los
torbellinos. Las antenas se han montado en la parte más retrasada de
popa para que sus resistencia al viento quede minimizada con las
generadas por el propio casco.
Navegación espartana
La zona habitable ha sido pintada de
blanco para evitar la poca luminosidad del carbono negro y no ofrece
ninguna comodidad como acostumbramos a conocer en los barcos de
recreo. Un pequeño camastro al lado del gobierno, cestas para
almacenar avituallamientos y cordajes y una mini cocina para
calentar los alimentos.
Más a proa, hay otro zona esta vez sin
pintar de blanco en donde hay varias hamacas utilizadas cuando el
barco es navegado con hasta 6 tripulantes. El casco central está
dividido en dos pisos en toda su longitud. En el nivel superior está
el cockpit y los camastros, mientras que el piso inferior está
dedicado a los sistemas de navegación, parque de baterías, motor de
propulsión eléctrica, un pequeño generador diesel y un montón de
equipamiento electrónico. En la puesta a punto del barco el
ingeniero informático responsable de todo este equipamiento ha
navegado en el barco tanto como François Gabart, para ajustar los
parámetros y los datos de navegación. Los programas informáticos que
corren en el ordenador (Velocity Prediction Programs) permiten
predecir la velocidad del barco, y tienen poco parecido con las
típicas polares que acostumbramos a ver en otros barcos. A cada
velocidad y ángulo de viento, el sistema indica la optima posición
de los foils y los flaps, teniendo en cuenta también el estado de la
mar en el que nos movemos.
Respecto a otros trimaranes, destaca
en el exterior las alas que unen los tres cascos. Las vigas
transversales adquieren un perfil alar que ayudan a crear
sustentación cuando el barco va lanzado a altas velocidades. El
diseño de los foils con forma de “L” en su parte inferior y una
curvatura en “S” en la parte vertical. Al navegar sobre foils
volando sobre las olas la sensación es más suave y amortiguada y se
reciben menos golpazos y brusquedades, pero los movimientos debido a
la alta velocidad son muy violentos lo que obliga a estar
permanentemente atentos.
Cuando el barco salta una ola a más de
100 kilómetros por hora y se lanza al vuelo sin que la parte
inferior del foil salga del agua debido a los 4 metros de
profundidad, la sensación de planeo es fantástica. Incluso sin
saltar al planeo y a igualdad de velocidad, el Lazartigue es mucho
más cómodo que un IMOCA además de conseguir doblar las velocidad de
esos monocascos.
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