Como aficionado
a la vela,
comprobar el
auge de los
catas motor, me
parece
“extraño”, al
perder estos la
posibilidad de
navegar con el
viento, con las
ventajas de
autonomía y
silencio que
ello conlleva.
Tengo la
tendencia a
verlos como un
cata a vela
incompleto o al
que la mala
fortuna
desarboló…
Sin embargo, como aficionado al motor,
el cata de motor tiene mucho sentido, aunque estos pierdan
diferentes ventajas propias de las rápidas planeadoras y yates a
motor. ¿Qué hemos pasado por alto, cuando la industria náutica no
para de sacar nuevos modelos a motor? Marcas tan importantes como
Fontaine Pajot, Lagoon, Sunreef, Leopard, entre otras, están
vendiendo modelos de motor como nunca antes lo habían hecho.
Cata si. ¿Pero a vela o a motor?
Un Velero a pesar de sus diferencias, entre los regateros
los cruceros o modelos deck-saloon, siempre tienen un "parecido"
entre sí, y de ninguna manera con una motora. Y viceversa,
un barco de motor en sus diferentes tipos y con sus sus diferencias
entre ellas, jamás se ha parecido a un velero.
Pero un Catamarán a vela y otro de
motor son prácticamente iguales… exceptuando que estos últimos han
perdido, o mejor dicho, nunca han tenido jarcia alguna.
La única diferencia entre ambos tipos
de catamaranes es lógicamente la propulsión. Por lo demás son casi
idénticos, salvo la simplificación de las cubiertas más despejadas
sin jarcias y maniobras y por tanto más cómodas en los de motor, con
propulsores más holgados en potencia y sistemas que
facilitan la maniobrabilidad en puerto. Muchos de ellos equipan IPS
que permite lograr movimientos laterales, diagonales o pivotantes
gracias al manejo de un joystick.
Incluso en nivel de ruido los
catamaranes ganan frente a otros yates de motor, pues al estar los
motores montados muy a popa en ambos patines aislados acústicamente,
el ruido de los motores es muy reducido y a penas se aprecia un
ronroneo en el salón central. En el fly o en el área del solarium de
proa simplemente no es posible escucharlos y solo oiremos el mar y
las olas.
La realidad: El plan
de navegación
Me atrevería a decir que muchos de los catas a vela simplemente navegan a motor, especialmente aquellos
que pertenecen a flotas de chárter. Si es verdad que en ocasiones
despliegan la Génova, pero salvo honrosas excepciones o aquellos que
hacen navegación transoceánica, la propulsión “solo motor” no es tan
disparatado. Genéricamente los catas tienen menos capacidad de
ceñida que los monocascos, salvo lo que llevan orzas, y por
desgracia, el viento "morral" es una realidad, al menos en nuestro
querido Mediterráneo. Vayamos a dónde vayamos el viento se obstina
en venir siempre de morro…, lo cual, sin lugar a dudas, anima a los
capitanes a poner en marcha el motor en vez de avanzar haciendo
bordos.
Así las cosas, podemos empezar a
entender el sentido de los catas a motor para aficionados al motor, aceptando que la mayor parte del tiempo, muchos de ellos,
a vela, solo
hacen horas de motor. Navegar a motor solo requiere poner los
motores en marcha y tirar millas. No hay que complicarse la vida con
las maniobras de velas, rizos, escotas, drizas y toda la
parafernalia correspondiente. Al fin y al cabo un cata navegando a motor no
baja en exceso las medias de navegación y aseguramos las derrotas y
las agendas al
no depender del viento.
El auge de los catas a motor, eso sí,
deja clara las intenciones de sus armadores respecto a sus
intenciones por realizar viajes y aventuras transoceánicas, aunque
es también cierto que algunos de estos Catas de motor, los más
grandes, tienen tanques de combustible para poder afrontar
singladuras de varios miles de millas. Por ejemplo, los modelos más
grandes de Lagoon motor, pueden hacer 4.000 millas del tirón. Eso sí,
vaciando los 8 o 10 metros cúbicos de diesel de sus tanques. Pero
también es cierto que con estas capacidades, no es lo mismo rellenar
en la gasolinera del náutico a 2,5 € por litro, que hacerse una
excursión desde Ibiza hasta Túnez para al día siguiente rellenar los
tanques a mitad de precio y continuar rumbo hacia la
costa Croata o hacia Grecia.
Yates a motor; Su
mercado natural
Los catamaranes a motor son una opción
que crece con fuerza entre los aficionados al motor que quieren
mejorar y disfrutar de un mayor nivel de confort, SIN por ello tener
que cambiar hacia un yate de mayor eslora.
Un Cata a motor de por ejemplo 60 pies
es todo un ESPECTÁCULO en cuanto a dimensiones, amplitud de espacios
y comodidades. Para conseguir este nivel de comodidad en yates
monocascos, tendríamos que apuntar a yates entorno a los 80 pies.
Pero un barco de estas eslora YA requieren una tripulación
profesional con capitán en nómina y jefe de máquinas, lo cual está
muy en desacuerdo con las intenciones de muchos armadores y
aficionados a la náutica de recreo.
Por tanto un armador de un yate de 50
o 60 pies que quiera mejorar en prestaciones y el confort a bordo,
se planteará el Cata a Motor como un salto muy interesante para
disfrutar la comodidad de un megayate, sin los precios de los
megayates y los costes de mantenimiento de estos. Sin tener que
pagar nóminas a capitán profesional y sin los mayores costes de
adquisición y amarres. Y es que a igualdad de sensaciones y
de comodidad, ese cata a motor de por ejemplo 60 pies, costará nuevo
del orden de la mitad que el Yate de 80 y tendrá unos costes de
explotación muy inferiores al del monocasco de 80 pies, sin olvidarnos
del consumo de combustible, muy inferior en el caso del catamarán.
Cuestión de consumos
Al precio que está el Diesel en los
puertos, el asunto del gasto del combustible no es baladí. Ya hemos
dicho que en cuánto a espacios y confort, un armador de un yate de
80’’ disfrutará lo mismo que el de un armador de un Cata motor de
unos 55 o
60’’.
Pero el desplazamiento y por tanto las necesidades de potencia en el
cata serán muy inferiores. O lo que es lo mismo; Conseguimos
consumos también muy inferiores.
Así lo ha entendido por ejemplo, el
fabricante Norteamericano AQUILA, especializado en Catas de Lujo solo
de motor y con sistemas de propulsión de ejes en vez de los más delicados Sail-drives. Los modelos de Aquila de gran eslora están
fabricados con proas de bulbo en la obra viva para reducir aún más
el consumo, como hacen los barcos mercantes. En definitiva, ganar en
comodidad y confort, reduciendo los consumos y sin necesidad de
complicarse la vida con contratación de tripulaciones profesionales
y costes de amarres mayores.
Comodidad por encima
de todo
Seamos realistas… La habitabilidad y
comodidad que ofrece un cata, cualquiera de ellos, a igualdad de
eslora, no tiene parangón con la del resto de barcos, sean veleros,
motoras o yates. Salvo afortunadas excepciones, el barco es solo
para cuando tenemos tiempo libre y lo empleamos en épocas estivales.
El ganador es el cata (sea este de motor o de vela) respecto al
resto de barcos monocascos, sean del tipo de que sean.
Y es que llevar dos patines no solo
asegura una escora cercana a cero grados… La superficie de los catas
entre los dos patines es magnífica y permite a los diseñadores
navales crear auténticos espacios de ocio y esparcimiento con los
que viajar de un sitio para otro, llevando con nosotros el mejor
dúplex de lujo allá donde vayamos.
Por si fuera poco, los catas "suelen"
calar mucho menos que el resto de los barcos y sobre todo, respecto
a los veleros. Y solo digo suelen, porque por ejemplo el Sunreef 50
cala nada más ni nada menos que 1,8 metros lo cual va en detrimento
con lo que a continuación explico. Para mí, una de las ventajas de
los catamaranes es saber que debajo del agua llevamos a penas un
metro de calado, lo cual nos permite atrevernos con pasos someros
imposibles para otros veleros. Representa una diferencia sustancial,
pues algunos de los momentos más divertidos en navegación ocurren
cuando navegamos muy cerca de la costa disfrutando del paisaje visto
desde el mar y casi siempre en aguas muy someras y por tanto más
peligrosas para calados mayores. Por otro lado, llevar poco casco
debajo del agua también nos permite fondear, acercarnos a las playas
hasta límites insospechados para otros barcos.
Pero volviendo sobre el asunto de la
comodidad y el lujo, los catas ofrecen beneficios imposibles en
otros tipos de barcos, con pasillos amplios, zonas privilegiadas,
vistas panorámicas al mar como jamás hubiéramos podido soñar. Los de
motor más aún, al no tener que comprometer la cubierta con la
instalación de los equipamientos propios de las maniobras a vela.
La incomparable
habitabilidad de los Catas
Los salones son mucho más grandes
comparado al de un monocasco de misma eslora. Se pueden instalar
plataformas hidráulicas en popa para hacer una playa justo con la
superficie del mar, ofrecen un solárium de proa despejado y
extraordinariamente amplio, también sorprenden por las vistas
panorámicas de los extensos fly-bridges. El salón queda plenamente
conectado con la el espacio exterior de la bañera y las cocinas
modernas ocupan un lugar relevante y atractivo en sus modernos
diseños.
Las vistas panorámicas son en muchos
casos de 360 grados pudiendo divisar el horizonte en cualquier
dirección, e incluso en los camarotes disfrutamos de amplias zonas
acristaladas. Todo ello permite que los catamaranes ofrezcan
espacios muy luminosos, en los que la naturaleza y el mar penetran
en todos los rincones.
Prescindir de la
Jarcia
Los catamaranes sin palos ni velas,
son aún más habitables y cómodos respecto a sus hermanos veleros,
pues al no llevar aparejos ni botavaras, tampoco tendremos
equipamiento con el que tropezar. No hay sombras en los paneles
solares. No existen espacios dedicados a las maniobras con las
escotas, no hay winches voluminosos, no hay cordajes tirados sobre
la bañera. Todo el diseño ha sido optimizado para mejorar la
habitabilidad y maximizar el confort. Y esto, al fin y al cabo, es
lo que desea un armador que navega durante un par de meses al año,
con buen tiempo y yendo de un puerto de Baleares a una playa en el
Jónico.
Incluso desde un planteamiento
económico tiene todo el sentido, pues si bien es cierto que para
desplazarse hay que gastar combustible, el coste global no tiene
tanta diferencia si contamos con mantenimientos de velas, reposición de escotas
y mantenimientos de jarcia. Todo cuenta…
Naturalmente, si su afición es la
navegación por sí misma y no solo el medio para alcanzar su destino,
si a usted le gusta hacer Atlánticos o navegar largas singladuras,
el Cata a Vela seguirá siendo lo más indicado. A modo de ejemplo,
acabamos de hacer en catamarán una etapa de navegación oceánica
desde Canarias a Cabo Verde, consumiendo absolutamente cero litros
de diesel y haciendo medias cercanas a los 8 o 9 nudos con mucha
comodidad por ir con vientos portantes y disfrutando prácticamente
todo el tiempo de una escora nula.
Personalmente, entiendo y comparto el
auge de los catas a motor por parte de los armadores de yates de
motor que quieren 'saltar' a un mayor nivel de comodidad, pero como
aficionado a las largas travesías y soñador empedernido en zarpar
algún día a dar la vuelta al mundo, para mí cata debe seguir siendo
de vela.
Cuestión de
seguridad
Si comparamos la seguridad entre los
dos tipos de catamaranes, es cierto que disponer de propulsión a
vela representa una diferencia básica frente a posibles averías mecánicas. Pero
también es cierto que un barco a motor bien mantenido es muy difícil
que falle, máxime cuando los catas tienen dos motores y por tanto
todas sus instalaciones, incluyendo los sistemas de alimentación de
combustible, que es por dónde se generan mucho porcentaje de
averías, están duplicados.
Cuando el mar se pone feo y no somos
unos aguerridos navegantes, la propulsión a motor es cómoda pues no
tendremos que luchar con un plano velico que exija tomas de rizos y
cambios de velas. La navegación nocturna es también más segura a
motor al no llevar velas que puedan entorpecer la vista de otros
barcos. Al no tener que salir de la bañera para hacer algo en la
proa con el mar movido. Y al no tener plano vélico, es casi imposible el vuelco, que
si bien es difícil en catas de vela que no sean de competición, es
verdad que existen casos reportados en los que estos han volcado con
fuertes temporales. Pero son situaciones muy extremas y únicas.
Aún con todo, el cata de vela en
cuestión de seguridad no tiene tampoco ningún problema, incluso
navegando a vela por la noche y en condiciones de visibilidad
reducida o nula. Para ello están los AIS y los Radares Broad-Band,
capaces de ver una boya flotando en mitad de una masa de niebla que
se corte con cuchillo.
Motor solar
Navegar a motor no tiene porqué ser
sinónimo de consumir combustible. Y por allí apunta el futuro. Ya
existen catamaranes con motores eléctricos alimentados por paneles
solares instalados sobre el amplio roof, hard-top o bimini del
catamarán. Por ejemplo el “Silent 60” es un cata de 18 metros de
eslora que lleva instalados 42 paneles con una producción total de
17 Kw de potencia pico, que pasan a alimentar una batería de 286 KWh,
conectada a dos motores de 340 kW. En modo de producción de energía
continuada, el cata puede navegar ininterrumpidamente a unos 6 nudos
durante tiempo indefinido, día tras día, aunque puede navegar a
cerca de 20 nudos de velocidad si pensamos hacer singladuras cortas
tirando de su batería. En días nublados sin sol, el generador y un
tanque de diesel de 1.000 litros, pueden suplir la demanda eléctrica para seguir navegando. El barco tiene la opción
de montar una cometa para navegar apoyado por esta vela de 13 metros
cuadrados que al tirar desde mucha altura no produce sombras sobre
la producción solar, ni necesita de mástil alguno para su ajuste.
Aunque aún faltan algunos años para
ver este tipo de soluciones de forma generalizada, la utilización de
paneles solares en los barcos empieza a ser moneda corriente para
recargar las baterías de los parques de servicio cada vez más
potentes y por supuesto, con químicas que ya han dejado en el
olvido a los acumuladores de ácido/plomo . Las potencias entregadas
van en aumento y ahora es normal poder instalar en cualquier barco
más de un kilowatio, cuando hasta hace poco, nos conformábamos con
200 o 300 watios. Aunque la propulsión solar sea una realidad en
solo algunos pocos y caros modelos, lo cierto es que en un
catamarán, la superficie de paneles permite poder prescindir ya de
generadores diesel en la mayoría de los casos.
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