que han jugado un papel fundamental en la
relación del hombre con el mar y del mar con la Historia, y son lugares comunes en
nuestra memoria marítima. Cada uno de ellos, tomado como símbolo
de una época, protagoniza en la exposición un módulo
independiente donde se exponen, desarrollan y analizan distintos
aspectos de su contexto histórico y social, su construcción, los
hombres que los tripulaban y su relación con el mar y su tiempo.
1.- LA NAVE ARGO
La nave Argo es la embarcación
más antigua y famosa de todo el imaginario griego que, según
clásicos como Catulo, Ovidio o Eratóstenes, protagonizó hace
más de 3.000 años el viaje épico de Jasón y los argonautas en
busca del vellocino de oro, custodiado por el dragón que nunca
duerme.
Según la tradición, la Argo
fue construida por el carpintero Argos en Tesalia con la ayuda
de la diosa Atenea. Aunque posiblemente se tratara de un tipo
de barco más antiguo, en los textos clásicos se describe como
una pentecóntera, cuyo nombre procede de los 50 remos que
servían, junto con una vela cuadra de palo abatible, para
propulsar la nave. Los remos se distribuían en una fila única,
25 por banda, cada uno manejado por un remero. Este tipo de
embarcación se utilizaba tanto para fines comerciales como
bélicos. Tenía 30 metros de eslora y 4 de manga; de fondo
plano y de escasa altura.
Embarcaciones griegas y etruscas de los tiempos heroicos
La leyenda de los argonautas se
sitúa en la Edad del Bronce. Su versión más completa es la de
Apolonio de Rodas, autor griego del siglo 111 a.C. Tripulada
por Jasón y medio centenar de compañeros reclutados entre los
más distinguidos de toda Grecia, la Argo habría
realizado un arriesgado viaje desde Tesalia hasta la Cólquide.
Reconstrucción de la ruta
seguida en la navegación de la Argo
Las exploraciones y viajes marítimos
de la Antigüedad se mueven entre la leyenda y la realidad
histórica, aunque suelen basarse en remotos hechos auténticos.
Hasta nuestros días han llegado
noticias del Periplo de Hannon, realizado por los cartagineses más
allá del estrecho de Gibraltar, la circunnavegación fenicia de
África mencionada por Heródoto (VII a.C.), el Periplo Massaliota (VI
a.C.) que describe las rutas comerciales de la Europa atlántica,
el Periplo de Nearco y el Océano de Piteas (IV a.C.), y otros
relatos de incalculable valor para el conocimiento del mar y la
historia de la navegación.
2. LA NAO VICTORIA:
POR MARES NUNCA NAVEGADOS
El 6 de septiembre de 1522, 18
hombres hambrientos, enfermos y exhaustos desembarcaron en
Sanlúcar de Barrameda. Su nave, la Victoria, de 85 toneles
de porte y 26 metros de eslora, había dado por primera vez la
vuelta al mundo.
Como parte de una expedición formada
por otras cuatro naves, había zarpado del Guadalquivir tres años
antes con una dotación de 237 hombres al mando del portugués
Hernando de Magallanes, con el fin de encontrar un paso que uniera
Europa y las Indias por el Oeste.
Derrota de la Victoria
Las naves zarparon el 10 de agosto
de 1519. A principios de diciembre avistaron la costa de Brasil.
La expedición continuó hacia el Sur buscando un paso al
Pacífico, lo que se logró al descubrirse el que hoy conocemos
como Estrecho de Magallanes. Tres de las naves consiguieron
llegar al otro océano. Así alcanzaron el archipiélago de las
Marianas y continuaron por las Filipinas. Para entonces,
Magallanes había muerto en un enfrentamiento con los nativos y
sólo quedaba la nao Victoria, al mando del segundo de
Magallanes, el vasco Juan Sebastián Elcano. La nave regresó a
España rodeando África en condiciones de extrema penuria. Sólo
18 hombres de los 237 iniciales iban a bordo.
La caída de Constantinopla en manos
otomanas en 1459 había puesto en peligro las rutas comerciales con
las Indias Orientales. Buscando alternativas, a finales del siglo
XV se desarrolló una carrera por las especias y otras mercancías
valiosas que llevaría a España y Portugal a lanzarse a la aventura
oceánica.
Alba de
América
Las hazañas que realizaron los
marinos españoles de esa época mejoraron el conocimiento del
mundo. Se descubrieron nuevas tierras, culturas, riquezas,
especies vegetales y animales. Grandes hombres como Colón, Juan de
la Cosa, Yáñez Pinzón o Núñez de Balboa precedieron a Magallanes y
Elcano en sus exploraciones; y otros, como López de Villalobos,
Ponce de León o Andrés de Urdaneta continuaron con audaces
descubrimientos, exploraciones y la creación de nuevas rutas. Todo
eso cambió la concepción del mundo conocido y contribuyó a la
creación de un imperio ultramarino español que mantendría su
hegemonía mundial durante varios siglos.
3. LA GALERA MARQUESA:
DE LEPANTO A EL QUIJOTE
El 7 de octubre de 1571, la galera
Marquesa combatió en la batalla de Lepanto. A bordo de esta
nave peleó un joven soldado de infantería llamado Miguel de
Cervantes, cuyo nombre quedaría más tarde inmortalizado como autor
de El Quijote.
Combate de Lepanto. Cervantes
peleando en la Marquesa
Lo hizo en uno de los lugares de
mayor peligro, y allí recibió dos heridas de arcabuz en el pecho y
una en la mano izquierda que lo dejaría manco de por vida. Y hasta
su muerte, por encima de toda su obra literaria y del libro que le
daría fama imperecedera, Cervantes recordaría siempre con orgullo
aquel combate y aquella herida, recibidas a bordo de la
Marquesa, "en la más memorable y alta ocasión que
vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros".
La batalla de Lepanto, librada entre
la escuadra turca y una coalición europea, la Santa Liga, liderada
por España, marcó un punto de inflexión en la historia del
Mediterráneo. Y fue la galera su principal protagonista. Con un
sistema de propulsión a remo combinado con velas latinas, era una
nave larga y estrecha, rápida y ligera. Arbolada con uno, dos o
tres palos, la galera dominó el Mediterráneo hasta el siglo XVIII
y fue durante mucho tiempo buque de guerra por excelencia, aunque
también tuvo uso mercante. Tenía una sola cubierta y cada uno de
sus enormes remos era manejado por cuatro o cinco galeotes, por lo
general esclavos o prisioneros que cumplían condena, encadenados
en condiciones terribles. Iba armada con un espolón y cañones en
la proa, con pedreros en las bandas, y tras la embestida entre
embarcaciones se peleaba con arcabucería o saetas antes de
resolverse el combate al abordaje.
Revelación de
San Pío V de la victoria de la Santa Liga en Lepanto
No se ha conservado el modelo de la
Marquesa, pero sí el de la capitana de Lepanto, la galera
Real, en la que don Juan de Austria dirigió el combate.
Aunque de mayores dimensiones que aquella en la que luchó
Cervantes, la Real tiene características semejantes. Medía
60 m. de eslora, incluido el espolón, y 6,20 m. de manga. Treinta
remos de 11,5 m. de longitud la impulsaban a cada banda.
Los Libros Generales de la Escuadra
de Galeras de España, de los que se conservan 25, forman la
importante colección de libros de galeras del Archivo Naval de
Cartagena. Contienen valiosos listados de la dotación de estas
embarcaciones, incluyendo forzados, esclavos y gente de cabo y
guerra. Abarcan desde 1624 a 1748, fecha en que fue disuelto el
Cuerpo General de Galeras. Algunas de estas embarcaciones, sin
embargo, siguieron navegando con la Real Armada hasta los primeros
años del siglo XIX, combatiendo la piratería berberisca.
4. LA HISPANIOLA:
PIRATAS, ABORDAJES Y TESOROS
La Hispaniola es el buque
insignia de cuantos han surcado los mares de la literatura bajo
bandera negra. Con su proa rumbo al Mar Caribe, sobre su cubierta
se desarrolla la aventura por excelencia en lo que a piratas de
ficción se refiere: La Isla del Tesoro, escrita por Robert
Louis Stevenson.
La novela establece por primera vez
muchos de los actuales tópicos sobre filibusteros y ladrones del
mar; sin embargo, aunque abunda en pormenores marineros, no
describe la Hispaniola en detalle. Es probable que fuera
una goleta de tres palos y velas de cruz en el trinquete.
En cualquier caso, una nave ligera y rápida, a bordo de la que el
joven Jim, Long John Silver y sus compañeros de aventuras
navegaron hasta una isla misteriosa en busca del tesoro del
Capitán Flint.
Modelo de
goleta sencilla de dos palos o pailebote
Aunque la literatura y el cine han
consagrado a los corsarios y piratas de aguas del Caribe, todos
los mares han sido testigos de la presencia de estos individuos
sin ley, pues la piratería es tan antigua como la navegación.
Julio César fue capturado por los piratas cilicios que, según
Plutarco, "infestaban el mar con grandes escuadras" en el
siglo I a.C. El fenómeno de la piratería continuó a lo largo de la
Edad Media: los vándalos eran temidos por sus razias; los
narentinos eran conocidos por su vocación pirata; genoveses y
venecianos temían a los sarracenos; los drakkars vikingos llegaron
hasta la Península Ibérica, y la expansión del Islam impulsó a los
piratas berberiscos que actuaron en el Mediterráneo Occidental
desde la época de las cruzadas.
El descubrimiento de América por
España supuso un punto de inflexión en la historia de la
piratería. Los reyes de Inglaterra no tuvieron reparos en
alentarla, elevando a sus corsarios (piratas que navegaban con
permiso del rey) a la categoría de héroes nacionales. Tal fue el
caso de los Hawkins, Francis Drake o Walter Raleigh. También
Holanda y Francia participaron de esta actividad, con marinos como
Jean David Nau, el Olonés, o Jean Fleury.
En el XIX, debido a tratados
internacionales, la piratería desapareció casi por completo de
América para trasladarse a China, Malasia o Indonesia.
En la actualidad, la preocupación de
la comunidad internacional se dirige hacia el Océano Índico. En
esta zona confluyen factores que elevan la preocupación de todos
los países. Fue a comienzos de 2008 cuando se adoptaron una serie
de medidas para asegurar la navegación en el Cuerno de África. El
10 de noviembre de ese mismo año, el Consejo de la Unión Europea
aprobó la Acción Común 851 que daba luz verde a varias
iniciativas, como la Operación Atalanta, dirigida a la lucha
contra la piratería, la disuasión y prevención de actos delictivos
y a la supervisión de la pesca en la zona.
Como otras, la Armada Española
mantiene en la zona la misión de control y vigilancia naval con el
despliegue de un operativo con participación de diferentes tipos
de buques.
5. EL SAN JUAN
NEPOMUCENO: HOMBRES DE HIERRO EN BARCOS DE MADERA
El navío de 74 cañones San Juan
Nepomuceno inmortalizó su nombre en el combate naval de
Trafalgar. Había sido botado en 1766. De arboladura clásica, su
dotación era de 530 hombres y estaba artillado con 28 cañones de a
26 libras, 30 de a 18 y 16 de a 8. Participó además en la toma de
Pensacola, la guerra contra la Francia revolucionaria y las
guerras contra Inglaterra.
En Trafalgar, el 21 de octubre de
1805, integrado en la escuadra hispano-francesa, el veterano navío
se batió bajo el mando del brigadier Cosme Damián Churruca,
primero contra dos, luego contra cuatro y finalmente contra seis
barcos ingleses. Muertos Churruca y el segundo comandante, el
navío tuvo que rendirse cuando estaba desarbolado de vergas y
masteleros, con 100 muertos y 200 heridos a bordo incluidos todos
sus oficiales. La nave fue vendida y desguazada en 1818.
Vistas
de las posiciones del combate de Trafalgar
En Trafalgar se enfrentaron 27
navíos ingleses contra una flota hispano-francesa de 33
embarcaciones, de los que 15 eran españoles. Aunque el almirante
Nelson murió en la batalla, la victoria de su armada aseguró la
hegemonía marítima británica y privó al poder naval español de sus
mejores marinos y barcos. El control de las posesiones
ultramarinas se vio gravemente perturbado, facilitándose así la
independencia de las nuevas repúblicas hispanoamericanas.
Combate
de Trafalgar
El combate de Trafalgar figura, por
su violencia y dimensiones, a la cabeza de las más importantes
batallas navales de la Historia. El mar ha sido siempre lugar
natural de comercio, poder e influencia, y el enfrentamiento de
grandes flotas es una constante en el devenir de la Humanidad.
Enfrentamientos navales como los de Salamina, Actium, Lepanto,
Tolón, San Vicente, Abukir, Tsushima, Santiago de Cuba, Jutlandia,
Midway o Malvinas resultaron, en su momento, decisivos para las
naciones protagonistas, decidiéndose en ellos, a menudo, el futuro
de los pueblos.
La figura de Cosme Damián Churruca (Motrico,
1761 - Trafalgar, 1805) define a una estirpe de marinos españoles
del siglo XVIII, educados en el Colegio de Guardiamarinas de
Cádiz, cuya capacidad profesional y científica superó las simples
funciones navales. Formados en los modernos principios newtonianos
asumidos por el marino e investigador Jorge Juan, esos oficiales
de la Real Armada exploraron y cartografiaron el mundo, y
escribieron notables tratados sobre táctica, maniobra, astronomía
y navegación que obtuvieron incluso el respeto de sus enemigos. El
desastre de Trafalgar y la Guerra de la Independencia contra las
tropas napoleónicas frustrarían trágicamente ese prometedor
futuro.
Churruca había ingresado a los
quince años en la Compañía de Guardiamarinas de Cádiz y se
trasladó un año después a la de El Ferrol. Intervino en el asedio
naval a Gibraltar en 1782. Participó en la expedición al Estrecho
de Magallanes en 1788. Fue agregado al Observatorio de Marina de
Cádiz en 1789. Dirigió con sólo 30 años la Expedición Hidrográfica
del Atlas de la América Septentrional y publicó las Cartas
Esféricas de las Antillas en 1802. Revisó también el Diccionario
de Marina de Escaño.
6. LA BOUNTY:
REBELIÓN A BORDO
El 28 de abril de 1788, diecinueve
hombres eran abandonados a su suerte en mitad del Océano Pacífico
tras la más famosa rebelión de la historia del mar. Este relato
sería contado una y otra vez hasta nuestros días, convertido en
poemas, novelas y películas: el motín de la Bounty.
Diario
del capitán William Bligh, ejemplar impreso en 1790
La HMS Bounty era un buque
mercante de tres palos y 215 toneladas adquirido por la Marina
Real británica. Su eslora era de 28 metros y su manga de 7,5
metros. La entrecubierta estaba acondicionada para transportar
desde Tahití retoños del árbol del pan, que Inglaterra pretendía
cultivar como alimento para sus esclavos de las colonias.
La tripulación, bajo el mando del
teniente de navío William Bligh, era de 44 hombres. La dura
disciplina a bordo y la enemistad entre el capitán y el primer
oficial, Christian Fletcher, dieron lugar a que la tripulación se
amotinase. Bligh y quince leales fueron abandonados en el bote. Su
supervivencia en la inmensidad del océano resultaba casi
imposible, pero el capitán Bligh demostró ser un extraordinario
marino, y sus hombres realizaron la hazaña de navegar 4.000
millas, avistando Timor el 12 de junio de 1788.
Derrotas del viaje de la Bounty
y del comandante Bligh
La Marina Real fue implacable con
los fugitivos, que en su mayor parte fueron localizados y
ejecutados. Del resto no se supo nada hasta que en 1957 fueron
hallados en la isla de Pitcairn los restos de la Bounty, y
reconocidos los descendientes de los amotinados y de mujeres
tahitianas.
La historia del famoso motín ha
fascinado a generaciones enteras. Aparte del relato del propio
capitán Bligh, la versión literaria más conocida es la trilogía de
la Bounty, de Nordhoff y Hall, que entre 1916 y 1984 inspiró cinco
películas. En 1962 se construyó una réplica del buque, perdida
durante un temporal. La Bounty tendría un homenaje más allá
de las estrellas como una de las naves de la serie futurista “Star
Trek”.
La de la Bounty no fue la
única rebelión a bordo. Hubo episodios famosos como los del
Batavia (1628), el ballenero Globe (1824), el acorazado
ruso Potemkin (1905) o el buque soviético Storozhevoy
(1975).
Tampoco España fue ajena a motines:
en 1805, Churruca se enfrentó a uno de ellos a bordo del San
Juan Nepomuceno, que resolvería con eficacia y humanidad (dos
meses después, esos amotinados se batirían con extremo valor en
Trafalgar). Otros motines españoles fueron el del navío Asia
(1825) y el del acorazado Jaime I (1936).
El navío Asia (a) San Gerónimo
1824
La expedición de la Bounty se
enmarca en la participación de las marinas nacionales en las
exploraciones e investigaciones del siglo XVIII. Éste fue un siglo
de oro para la marina científica española, cuyo corazón estaba en
el Real Observatorio de Cádiz, reconocida escuela de marinos
ilustrados.
Como potencia mundial con
territorios en América y el Pacífico, España organizó y financió
numerosos viajes con importantes resultados en cartografía y
botánica. Destaca la gran expedición de Alejandro Malaspina a
América y Oceanía, que entre 1789 y 1794 trazó derroteros y
cartografió los perfiles de las costas. También realizó estudios
de historia natural que abarcaban desde fauna y flora hasta
estudios geológicos y etnográficos.
7. EL PEQUOD:
BALLENAS Y BALLENEROS
El barco ballenero más famoso de la
historia pertenece a la ficción. El Pequod, su capitán Ahab
y la Ballena Blanca son los principales protagonistas de la novela
Moby Dick, escrita en 1851 por el norteamericano Herman
Melville.
El Pequod es un clásico
ballenero de Nantucket, de tres palos y gran capacidad de carga en
sus bodegas, destinadas a almacenar barriles de aceite de ballena.
Estaba dotado de todos los elementos necesarios para esa clase de
operaciones: aparejos para izar a bordo los trozos de ballena,
caldera para extraer el aceite y lanchas balleneras para perseguir
y arponear cetáceos. Lo que hace singular al Pequod es su
decoración con piezas procedentes de huesos de los animales que
captura, así como la pata de mandíbula de cachalote que el capitán
Ahab lleva en sustitución de la pierna que en una cacería anterior
le arrancó la Ballena Blanca.
Modelo de
ballenero americano, Charles W. Morgan (1841)
Por la información que proporciona
el narrador, se sabe que el Pequod es un barco veterano, de
casco oscuro y calafateado, que en un viaje anterior perdió los
palos durante un temporal. En uno de ellos, montados nuevos para
el siguiente viaje, clavará el capitán Ahab la onza de oro que
promete como recompensa al primero de sus tripulantes que aviste a
Moby Dick, a cuya persecución ha dedicado su vida. La obsesión de
Ahab por vengarse de la Ballena Blanca llevará al ballenero y a
sus tripulantes al desastre.
La descripción de la vida a bordo
del Pequod, los barcos con los que se cruza en su trágico
viaje y los minuciosos detalles marineros que figuran en la novela
la convirtieron, desde su aparición, en uno de los más importantes
clásicos sobre la vida en el mar. Su autor, Herman Melville,
trasladó al libro sus experiencias como marinero a bordo del
ballenero Acushnet en la década de 1840. Considerada una de
las más importantes novelas de todos los tiempos, Moby Dick
fue traducida a todas las lenguas, y de ella se han hecho seis
películas, tres series de televisión y tres obras
musicales.
Escena de caza
de la ballena en barba de ballena
Consideración pasada y actual de
la caza de ballenas.-
La consideración social sobre la
caza de ballenas ha cambiado mucho desde los tiempos en que se
publicó Moby Dick. Si antes se observaba a estos animales
como fuente de riqueza económica, las nuevas generaciones ya no
ven a la Ballena Blanca como encarnación del Mal, a la manera de
Melville, sino como animal perseguido por la avaricia y el egoísmo
de los hombres. En este sentido, a partir de los años 60 del siglo
XX, comenzó a surgir un cambio de mentalidad. Asociaciones y ONG
denunciaron actividades que han provocado la casi extinción de un
gran número de especies. Grupos ecologistas como WWF, Greenpeace o
el más radical Sea Shepherd llevan a cabo acciones espectaculares,
provocando hundimientos o averías en una decena de balleneros.
En España es obligado recordar la
actividad del Instituto Español de Oceanografía. Entre sus
cometidos figura el desarrollo de proyectos para la protección de
los océanos y el desarrollo sostenible de los recursos.
8. LA FRAGATA NUMANCIA:
EL FIN DE UN IMPERIO
La Numancia fue uno de los
barcos más modernos de su época, y también de los más importantes
en la historia de la Armada Española.
Botada en 1.863, era una fragata
acorazada de 7.402 toneladas, eslora de 96,8 m. y manga de 17,3 m.
Impulsada por una máquina de 1.000 CV que le daba una velocidad de
12 nudos, su tripulación era de 590 hombres. Sobre un casco de
madera llevaba protección de acero, e iba dotada de una artillería
moderna para su tiempo (34 cañones de 200 mm.), que utilizó
durante su viaje inaugural, cuando en 1864 fue asignada a la
escuadra del Pacífico para combatir la independencia de las nuevas
naciones hispanoamericanas.
Bajo el mando del capitán de navío
Casto Méndez Núñez, la Numancia participó en la campaña
contra Chile y Perú, interviniendo en las acciones navales de
Valparaíso y El Callao. Después regresó a la península por
Filipinas y el cabo de Buena Esperanza, siendo el primer buque
acorazado que dio la vuelta al mundo. La circunnavegación de la
Numancia duró 2 años y 7 meses. Tras ser insignia de la flota
insurrecta durante la guerra cantonal de la I República, fue
convertida en guardacostas. Dada de baja y remolcada rumbo al
desguace, naufragó el 17 de diciembre de 1916.
Ruta de la vuelta al mundo
realizada por la fragata Numancia (1865 – 1867)
Su acción más destacada tuvo lugar
en mayo de 1866 durante el combate de El Callao, cuando durante
seis horas bombardeó las baterías y fuertes costeros del puerto
peruano. En esta acción naval recibió 51 impactos de artillería,
resultando herido su comandante.
Casto Méndez
Núñez cae herido en el puente de la fragata Numancia durante el
bombardeo de El Callao
La acción de la Numancia en
la guerra del Pacífico puede considerarse el precedente de la
guerra con los Estados Unidos, que tres décadas más tarde llevaría
a España a los desastres navales del 98. Menos de un siglo después
de Trafalgar, el poder naval español se vería de nuevo aniquilado
en los combates de Cavite y Santiago de Cuba.
Combate de
Cavite
Combate de Santiago de
Cuba
9. EL NAUTILUS:
AVENTURA Y GUERRA BAJO EL MAR
El Nautilus es el submarino
más famoso en la historia del mar y la literatura. Fruto de la
imaginación de Julio Verne (1828-1905), este ingenio entonces
futurista, equipado con la más moderna tecnología y una biblioteca
extraordinaria, es refugio y arma del capitán Nemo: sabio
atormentado que, desengañado de la raza humana, dedica su vida a
la ciencia y la venganza. El Nautilus aparece por primera
vez en 20.000 leguas de viaje submarino, y el lector vuelve
a encontrarlo en La isla misteriosa.
El submarino ideado por Julio Verne
era de forma ahusada y contaba con un espolón con el que atacaba a
los barcos. Estaba propulsado por electricidad producida por
baterías de sodio (tomado del mar) y mercurio, y desarrollaba 50
nudos. Su estructura era de dos cascos separados por
compartimentos de lastre y desplazaba 1.356 toneladas. Para su
navegación contaba con una torreta de gobierno protegida por
gruesos vidrios y un reflector que iluminaba las profundidades.
Podía sumergirse a más de 15 km. de profundidad.
En España, el origen de los
submarinos se debe a los inventores Narciso Monturiol (1859) e
Isaac Peral (1888), aunque ninguno de los dos obtuvo en su época
el reconocimiento que merecía. Isaac Peral, con el submarino que
hoy se exhibe en el museo naval de Cartagena, hizo realidad el
sueño literario de Julio Verne, consiguiendo un submarino de
propulsión completamente eléctrica.
Modelo del Ictíneo, de Narciso
Monturiol
Modelo del submarino Peral
Tras la Segunda Guerra Mundial, el
submarino experimentó notables progresos técnicos. La electricidad
combinada con motores diésel fue superada por la energía atómica,
y los sumergibles fueron dotados de armas nucleares. De forma
paralela a su uso militar, se produjo un desarrollo civil de
submarinos tripulados o de control remoto para exploraciones y
rescates en misiones oceanográficas o arqueológicas.
Igual que el fantástico submarino
del capitán Nemo, la mayoría de los adelantos técnicos que Julio
Verne anunciaba en sus obras (helicóptero, velas solares, naves
espaciales, internet) son hoy una realidad. Frecuentes reediciones
de sus obras y más de cien películas y series de televisión
mantienen vivo el recuerdo del hombre que creó el Nautilus.
10. EL TITANIC.
ABANDONEN EL BARCO
El 15 de abril de 1912, dos años
antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, un titular
inconcebible presidía la primera página de los periódicos de Gran
Bretaña. El Titanic, el barco más grande y más seguro de su
época, se había hundido en su viaje inaugural tras colisionar con
un iceberg en el Océano Ártico. Menos de 700 de sus 2.200
tripulantes y pasajeros se salvaron. Aquella tragedia conmocionó a
sus contemporáneos hasta el punto de que perdura en nuestros días.
Es el naufragio más famoso de la Historia.
Foto del Titanic (Cortesía de
Fundación Titanic)
Construido en Belfast, el RMS
Titanic era propiedad de la naviera Withe Star Line. Con una
eslora de 269,2 m., manga de 28,2 m. y calado de 10m., era tan
alto desde la quilla al extremo de sus cuatro chimeneas como un
edificio de veinte pisos. Lo impulsaban dos motores de vapor que
sumaban 50.000 CV. de potencia. Su sistema de compartimentos
estancos le valió entre la prensa el desafortunado sobrenombre de
el barco “insumergible”.
La excesiva velocidad del buque, la
aparición del iceberg y una cadena de desafortunadas
circunstancias agravaron la tragedia. Había 2.200 pasajeros a
bordo y botes salvavidas sólo para 1.178 de ellos. Cuando el
primer buque de socorro llegó al lugar del naufragio, 1.500
personas habían sucumbido en las frías aguas del Ártico. Tres de
cada cuatro pasajeros de tercera clase perdieron la vida en el
naufragio, pues no se les permitió alcanzar las cubiertas
principales hasta última hora.
Hubo casos de cobardía y de heroísmo
a bordo. Muchos hombres y mujeres demostraron gran valor y
serenidad, y numerosos miembros de la tripulación cumplieron su
deber hasta el final.
Aunque el Titanic es el más
conocido, otros muchos trasatlánticos se han hundido a lo largo de
la Historia. El SS Andrea Doria pasó a la Historia como un
modelo de comportamiento de evacuación. La noche del 25 de julio
de 1956, cuando navegaba por un banco de niebla a unas 60 millas
de Islandia, fue abordado por la proa del Stockholm. De los
1.706 pasajeros que transportaba desde Génova a Nueva York, sólo
fallecieron unas 40 personas. El capitán permaneció a bordo y
trató de hundirse con el barco, hecho que finalmente impidieron
sus oficiales.
Comportamientos opuestos fueron los
protagonizados por José Piccone, capitán del Sirio, uno de
los primeros en abandonar la nave cuando se hundía en 1906. El más
reciente, el de Francesco Schettino, capitán del Costa
Concordia, crucero hundido en 2012.
11. EL BISMARCK:
DUELOS EN EL MAR
El acorazado alemán Bismarck
es el buque más conocido de la Segunda Guerra Mundial. Botado en
febrero de 1939, se hundió en mayo de 1941. Su corta historia
ocupó las portadas de todos los diarios del mundo y ha sido
llevada al cine y la televisión.
El Bismarck era el buque
insignia de la flota alemana, la Kriegsmarine. Desplazaba 51.760
toneladas, tenía una eslora de 251 m. y una manga de 36 m.,
desarrollaba 30 nudos de velocidad. Iba artillado con 8 cañones
que disparaban proyectiles de 880 kg. y 62 piezas de otros
calibres. Desde su entrada en la marina estuvo bajo el mando del
capitán de navío Ernst Lindemann. La tripulación se componía de
103 oficiales y 1.962 suboficiales y marineros, aunque en el
momento del combate final, la dotación era de 2.200 hombres.
Modelo del acorazado Bismarck
La actuación del acorazado fue breve
pero intensa. En un primer enfrentamiento con la flota británica
hizo volar al acorazado Hood. Posteriormente, alcanzado y
averiado por torpederos, luchó contra destructores que fueron
relevados por acorazados y cruceros. A pesar de los 400 impactos
artilleros recibidos, el Bismarck combatió hasta que,
arrasado, fue hundido por su tripulación. De los 2.200
tripulantes, únicamente sobrevivieron 114.
La epopeya del legendario acorazado
alcanzó mayor relevancia a partir de 1959, con la publicación de
Los últimos nueve días del Bismarck, escrito por
C.S.Forester, y adaptado al cine en la película “Hundid el
Bismarck”. El Bismarck no fue el único protagonista de
combates en el mar durante la Segunda Guerra Mundial. Antes de él,
también el acorazado alemán Graf Spee había luchado con
tres cruceros británicos en aguas del Atlántico Sur, tras lo cual
fue hundido por su tripulación en el Río de la Plata.
En la Historia de España también se
encuentran abundantes duelos navales. El más notable es el del
Glorioso, navío que en 1747 se batió en solitario con tres
formaciones británicas que sumaron un total de 12 barcos enemigos,
hizo volar a uno y sólo arrió bandera cuando estaba a punto de
hundirse con 33 muertos y 130 heridos a bordo.
Combate del navío Glorioso contra
el navío británico Darmouth
El balance durante la Guerra Civil
inscribió ejemplos notables de duelos navales. El crucero
Baleares se hundió tras un enfrentamiento con la flota
republicana en marzo de 1938, falleciendo 786 tripulantes.
Memorable fue también el combate
mantenido en 1937 frente al cabo de Machichaco por el pequeño bou
armado republicano Nabarra, de la marina auxiliar vasca, que,
pese a su inferioridad se batió hasta el fin con el crucero
Canarias, muriendo 29 de sus 49 tripulantes.
Visita de la
exposición en el Museo Naval
Módulo 1. La nave Argo.
La nave pentecóntera surcaba los mares hacia el siglo VII a. C. Se
expone un modelo que data de 1987. Está realizado en madera,
tejido y cuerda. Presenta una eslora de 170 cm. y su manga es de 55
cm. Pertenece al Museo Storico Navale di Venezia.
Módulo 2. La nao Victoria.
Modelo de la nao Victoria (siglo XVI). Este modelo, el
más grande de esta muestra, fue realizado por Joaquín Cortés,
en 1920, en madera, metal y cuerda. Tiene una eslora de 254 cm. y
manga de 98 cm. Forma parte de la colección de la Fundación
Oceanográfica de Guipúzcoa-Aquarium de Donostia, San Sebastián.
Astrolabio náutico (siglo XVI).
Pieza en bronce. Es propiedad de Su Majestad el Rey Juan
Carlos I y donado al Museo Naval de Madrid.
Módulo 3. La galera Marquesa.
Modelo de la galera Real de Don Juan de Austria (1568)
Modelo del siglo XIX, construido por Amadeo Bosch Noguera en madera,
marfil, tejido y metal. Pieza perteneciente al Museo Marítimo de
Barcelona.
Libro nº6 General de Galeras
(1651-1681). Manuscrito sobre el que se ha efectuado una muy
importante restauración. Pertenece al Archivo Naval de
Cartagena.
Módulo 4. La Hispaniola.
Planta de la Ysla y fuerza de la Tortuga, de 1654. Se trata de
un manuscrito en tinta y aguada en colores. Pertenece al
Archivo del Museo Naval de Madrid
Figura de infante de marina EOS
(Equipo Operativo de Seguridad antipiratería). El equipo
operativo y táctico de este cuerpo se compone de un caso Protek,
visor nocturno, gafas anti ventisca, salvavidas táctico, chaleco
táctico IM (Infantería de Marina), bolsillos auxiliares porta
cargadores, guantes tácticos anti corte, fusil de asalto HK G36 5,56
mm, pistola HK 9 mm y rodilleras y coderas de protección. Pertenece
a la Fuerza de Guerra Naval Especial (FUGNE), Cartagena.
Módulo 5. San Juan Nepomuceno.
Modelo de navío San Juan Nepomuceno (1766-1805).
Pieza realizada durante el período 1989-1993 por Mirko Toman
Fernández, Manuel Benavente y Miguel Ángel Romero, en madera, metal,
cuerda y textiles. Ha sido prestado para esta exposición por la
Escuela Técnica Superior de Ingenieros Navales de Madrid.
Bicornio con el que fue sepultado
Federico Gravina, capitán general de la Real Armada, 1805. Pieza
confeccionada en lana, seda, cuero, fieltro y pluma. Forma parte de
los fondos del Museo Naval de Madrid.
Vistas de dos de las cuatro
posiciones del combate de Trafalgar sacadas de las únicas copias
que, de los originales trazadas por Escaño, Mayor de la Escuadra de
Gravina, posee el jefe de la Armada Española Sr. D. Emilio Croquer,
bajo cuya dirección han sido reproducidas fielmente. Primera
posición al empezar el combate y cuarta, al acabar. 1906.
Manuscrito en tinta y aguada en colores, realizado por
Serafín Sánchez Otero y Manuel Castelo y Jiménez. Pertenece al
Archivo del Museo Naval de Madrid.
Módulo 6. Bounty.
A narrative of the mutiny on board his majesty’s
ship Bounty and the subsequent
voyage of part of the crew in the ship’s boat Tofoa, one of the
Friendly Island to Timor, a dutch settlement in the East Indies.
Se trata del original impreso en Londres, en 1790,
del diario del capitán William Bligh, publicado por George
Nicol. Este ejemplar se conserva en la Biblioteca del Museo Naval de
Madrid.
Módulo 7. El Pequod. Escena
de caza de la ballena, realizada por Eduardo Pérez Rubin sobre
una barba de ballena a pluma y tinta. Se conserva en el Museo
Naval de Madrid.
Módulo 8. La fragata Numancia.
Modelo de la fragata Numancia (1863-1912).
Segunda mitad del siglo XIX. Construido por Alfonso Betanzos
Jiménez en madera, metal e hilo. Prestado por el Museo Naval de
Cartagena para esta exposición.
Gorra y levita de Casto Méndez
Núñez, brigadier de la Real Armada, siglo XIX. Pieza
confeccionada en paño. Forma parte de los Fondos del Museo Naval de
Madrid.
Módulo 9. Nautilus.
Ejemplar de 20.000 leguas de viaje submarino. Primera
traducción al español por Vicente Guimerá/Julio Verne.
Publicado en Madrid, en 1869, por la imprenta de Tomás Rey y
Compañía. Pertenece a la colección privada de Francisco Javier Román
Huerta. El valor de esta pieza radica en que se trata de la primera
edición de la obra en un único volumen en español, ilustrado con
grabados de 1869 y publicado un año antes que en Francia.
Módulo 10. El Titanic.
Modelo del RMS Titanic (1912). Construido en 2008 por
Vicente Ballarín Noguera en madera, hilo y pintura. Forma
parte de la Colección Tierra, Mar y Aire que se encuentra en el
municipio oscense de Roda de Isabena.
Salvavidas. Siglo XX. Objeto
realizado en lona y corcho. Se trata de un prototipo de los
primeros salvavidas. Pertenece al Museo Naval de Ferrol.
Módulo 11. El Bismarck.
Modelo del acorazado Bismarck (1939-1941). Pieza
construida en 1980 por José María Martínez de Marañón y
Collado en madera y sintéticos. Prestado para esta exposición por el
Museo Naval de Ferrol.
Modelo del crucero Baleares
(1932-1938), siglo XX. Obra de Juan Colomar y Torres. Forma
parte de la colección del Museo Naval de San Fernando, en Cádiz.
Museo Naval
Paseo del Prado 5, 28014. Madrid.
Tel. (+34) 91 523 8516, 609 467 117
Fax 91 379 50 56 ohculturanaval@fn.mde.es
www.armada.mde.es/museonaval
www.fundacionmuseonaval.com http://hombresdelamar.fundacionmuseonaval.com/
@Museo_Naval www.facebook.com/FundacionMuseoNaval
Horarios de visita
De martes a domingo:
De 10:00 a 19:00 h En agosto de 10:00 a 15:00 h
Cerrado los lunes y los días 1 y 6 de
enero, 24 y 25 de diciembre.
Tarifa
Se solicita una aportación voluntaria
de 3 euros para mantenimiento del Museo.
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