Habrá oído que cuidado con la electrolisis, que son más caros… Otros
le dirán que son más seguros y oceánicos, que rivalizan con ventaja
frente a la fibra… Descubramos la verdad de todo ello.
Si preguntamos a
armadores que tengan veleros de aluminio, muchos de los cuales ya
han tenido veleros de fibra, comentarán de forma unánime que son más
sólidos y por tanto seguros. ¿Pero cuánto más sólidos y a qué
precio? La pregunta está muy relacionada con el programa de
navegación que vayamos a desarrollar.
Comprobará que a
igualdad de eslora un barco en aluminio es más caro, y a pesar de
ello hay muchos armadores que prefieren con un presupuesto dado,
recortar algo la eslora para poder adquirir un velero en aluminio.
Hablamos de armadores que desean preparar un barco para dar la
vuelta al mundo o hacer navegación oceánica, no de aficionados que
salen del puerto navegando a la cala de enfrente para pasar un día
tranquilo con los amigos o su familia. Al bajar de eslora los
precios bajan de forma muy drástica. Por término medio, un 34 pies
puede costar del orden de la mitad que un 43 pies, por tanto al
elegir el tipo de construcción de un barco implica también saber
escoger la eslora más lógica a nuestra capacidad financiera.
Cuando buscamos
un barco polivalente con el que poder afrontar programas de
navegación ambiciosos, debemos decidir además del tipo de material,
el diseño del casco y su tipo de quilla, ya que ello nos puede
limitar en los fondeos o darnos mejores rendimientos en navegación.
Por ejemplo una quilla retráctil (deriva integral) permite llegar a
sitios imposibles para otros veleros o soportar una bajamar sin
problemas mientras que para otros barcos sería desastroso. A modo de
ejemplo un Ovni 365 puede quedar varado en una playa permitiendo
hacer planes muy interesantes. También podemos citar a los
magníficos Garcia de nuevo con quillas abatibles y de excelentes
prestaciones, rápidos, estables y seguros. Muy seguros. Esta es la
palabra clave cuando queremos hacer miles de millas en alta mar,
llegar a un fondeo absolutamente desconocido en donde es posible
encontrarnos con mareas, y en donde, como ocurre con muchos atolones
e islas del indo pacífico, es necesario acercarse totalmente a la
orilla para poder tener poco fondo en donde echar el ancla.
No piense que un
velero de quilla abatible es sinónimo de vela ligera para
principiantes. El García 70’’ recoge totalmente su quilla, quedando
el casco listo para arribar sobre la playa y goza de unas
prestaciones de navegación que ya quisieran otras marcas para sí
mismas.
Las
características del material
El aluminio es
ligero, excelente conductor eléctrico, del calor y del sonido. Por
todo ello los astilleros de aluminio ponen un cuidado especial en el
apartado de aislamientos. En caso contrario el barco se convertiría
en una sauna en el ecuador. Respecto a la capacidad para absorber
choques, el material es dúctil y por tanto capaz de deformarse y
abollarse sin romperse o partirse. A pesar de ello los barcos en
aluminio no son indestructibles y estrellarlos en unos arrecifes
acabará con muchas probabilidades en perdida total del velero.
Un
casco de aluminio puede repararse sin dificultad, y una vez soldado, debastado
y pulido, quedará como nuevo. Por el contrario las reparaciones en
los cascos de fibra son más delicadas ya que pueden quedar zonas sin
daños aparentes pero estructuralmente debilitadas. Pintar el
aluminio es tarea complicada, ya que requiere una cara preparación a
base de productos que dejan la superficie lista para la capa de
pintura. El aluminio soporta mal los esfuerzos excesivos y
concentrados en un mismo punto.
Los técnicos
hablan de la fatiga del material. Por ello es importante que el
diseño esté perfectamente estudiado para una distribución homogénea
de los esfuerzos y evitar puntos de estrés.
Existen un tipo
de construcción conocido como aluminio espeso (Strongall) que
consiste en soldar las chapas que forman el forro del casco sin
estructuras de refuerzo, de tal forma que es la propia forma del
casco la que actúa con características estructurales. En la práctica
el resultado es un casco con formas demasiado rectas y poco
hidrodinámicas. Como se ha comentado “el peso del acero y el precio
del aluminio; nada recomendable”.
La temida corrosión
galvánica y electrolítica
El aluminio por
si solo es totalmente inoxidable como podrá comprobar en
muchas piezas de los barcos fabricadas en este material.
Hablando con rigor lo que ocurre es que se oxida una capa
micrométrica creando un oxido a de aluminio que es muy duro y
además protege la pieza de posteriores oxidaciones. Este óxido
es el que da ese todo gris tan típico del aluminio. El
aluminio pulido y sin oxidar es tan brillante como un espejo.
La corrosión
galvánica se produce cuando juntamos dos metales distintos. Se
dice que tienen distinto potencial electroquímico, lo cual
viene a decir que cuando ponemos aluminio y otro metal juntos,
se forma una especie de pila eléctrica la cual verdaderamente
produce electricidad a cambio de consumir el metal de menor
potencial electroquímico. Frente al cobre o el acero, será el
aluminio el que se consuma, pero frente al zinc, serán estos
los que se consuman y no el aluminio. Por esta razón se
utilizan los ánodos de sacrificio de metales siempre de menor
potencial electroquímico y por tanto de “sacrificio”. Cuando
además existen corrientes eléctricas debido a fallos en un
circuito eléctrico del barco, se producirá la temida corrosión
electrolítica que puede ser muy grave pero es fácil de evitar
si somos cuidadosos con la instalación.
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Si la instalación
eléctrica es correcta, la electrolisis deja de ser un problema en
los barcos de aluminio. Pero si es cierto que debemos tener cuidado
y ser precavidos para evitar problemas que pueden ser muy graves
pero fáciles de evitar si actuamos de forma correcta. Por esta razón
los buenos constructores hacen instalaciones eléctricas totalmente
aisladas del casco de tal forma que no se usa el casco como “masa” y
los cables para el polo negativo de todos los dispositivos
instalados son cableados junto con el positivo sin aprovechar el
circuito de “tierra” que podría usarse con el casco metálico (como
por ejemplo se hace en los automóviles).
En condiciones
muy duras, navegando en aguas con témpanos de hielo, afrontando
fuertes temporales o huracanes, las ventajas de los cascos metálicos
son claras. El acastillaje va soldado y por tanto las cubiertas son
muy estancas, las jarcias aguantan mejor los brutales tirones de una
galerna, y en caso de golpes contra el fondo u objetos flotando en
mitad del océano, se producen bollos y no desgarros, por tanto la
reparación es más sencilla. El aluminio admite soluciones muy
creativas, como la de soldar en algunas zonas una especie de “doble
casco” que hará las veces de depósito de aguas y que en caso de
colisión o perforación no comprometería la seguridad del barco,
además de actuar como cámaras de flotación en caso de tener vías de
agua por otras causas.
Existen bastantes
astilleros de veleros en aluminio y la práctica totalidad de ellos
en Francia, como AFEP Marine, Alliage, Allures Yachting, Alu Marine,
Alubat, Attitude, CN Claude Philippe, CN Mercator, CNB, García,
Technimar… entre otros. Y como denominador común además del
material, los diseños con quillas abatible. No en vano estos barcos
son los 4x4 de los mares, capaces de llegar a todas partes.
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