El
acero normal no es más que hierro al cual se le ha añadido un poco
de carbono (0,2%) durante el proceso de fundición para hacerlo mucho
más duro y tenaz.
El acero
inoxidable es una aleación de acero con distintas proporciones de
otros metales como el níquel, el cromo o el titanio. Dependiendo de
la cantidad de estos otros metales, se consiguen distintas calidades
que lo hacen más o menos inoxidable y tenaz, aunque todos se acaban
oxidando lentamente mostrando esos puntitos marrones que a veces
dejan manchas pronunciadas y que con el tiempo degenerarán en
picaduras más o menos profundas.
El acero
inoxidable más utilizado, llamado Inox 18/8 consiste en una aleación
(mezcla de metales) de 18% de cromo y 8% de níquel. Por debajo del
12% en cromo, el acero pierde su capacidad de protección a la
oxidación.
La oxidación
no es más que la combinación química del oxigeno con el hierro, de
modo que la mejor manera de protegerlo es mediante una capa que
aísle el hierro del exterior. Así ocurre con el aluminio, que al
oxidarse produce una fina pero durísima e impermeable capa de oxido
de aluminio capaz de proteger al resto del aluminio.
Esto no ocurre
con el acero normal ya que el oxido de hierro es permeable al agua,
dejando de nuevo el hierro expuesto a una nueva oxidación. En el
acero inox, es el cromo el que realmente ofrece la protección al
oxidarse y hacer una capa impermeable de oxido de cromo sobre la
superficie de la aleación.
Si por
cualquier razón se raya o deteriora la capa protectora de oxido de
cromo, ese punto se convierte en un ánodo frente al resto de la
superficie que actúa como cátodo de una mini ‘pila’ galvánica. Ya
tenemos un puntito de oxidación capaz de profundizar bajo la
superficie del acero. Lo malo es que la capa de protección de oxido
de cromo se puede estropear como consecuencia de una diferencia de
concentración de oxigeno, o por fenómenos de circulación de agua o
cambios de temperatura.
Si buscamos un
metal verdaderamente inoxidable, debemos encontrar algo que sea
totalmente inerte frente al oxigeno. Por ejemplo el titanio el cual
simplemente no reacciona con el oxigeno al igual que otros metales
nobles como el platino o el oro.
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