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Enero 2007

Investigadores españoles descubren bacterias marinas que usan luz para crecer
 
 
Científicos del CSIC y de la Universidad de La Laguna (Tenerife) han descrito por primera vez cómo una bacteria marina obtiene energía de la luz para crecer, cuando hasta ahora se pensaba que los únicos seres vivos capaces de utilizar la luz en el mar eran las algas, a través de la fotosíntesis

Este trabajo, que se publica en el último número de la revista 'Nature' y que incluye además a varias instituciones científicas de Suecia, desvela que una bacteria marina aprovecha la luz para estimular su crecimiento gracias a una molécula (la proteorodopsina), y su presencia modificaría el flujo de carbono en la superficie del océano, según los científicos.

Uno de los firmantes del trabajo, el investigador del CSIC Carles Pedrós-Alió, que trabaja en el Instituto de Ciencias del Mar, en Barcelona, explica que "las bacterias marinas están bañadas en luz, y siendo ésta una fuente de energía tan a su alcance, no es extraño que la evolución haya favorecido microorganismos que complementen su modo de vida heterotrófico con energía de la luz"

La mayor parte de las bacterias marinas es heterotrófica (requiere materia orgánica para su crecimiento), y al igual que todos los animales, respiran oxígeno y producen dióxido de carbono.No obstante, según el científico del CSIC, "estudios moleculares recientes han detectado en algunas bacterias marinas un mecanismo alternativo de obtención de energía, a través de la luz".

"Uno de estos mecanismos se sirve de la proteorodopsina, una proteína que incluye un pigmento, el retinal, parecido al que tienen los seres humanos en la retina", precisa Pedrós-Alió.

Las bacterias marinas investigadas en este trabajo, al igual que ocurre con cualquier otro mecanismo limpio de obtención de energía, están siendo estudiadas para su aprovechamiento potencial. Del mismo modo que los paneles solares aprovechan la energía del Sol para convertirla en energía eléctrica, las proteorodopsinas, unidas a una molécula de retinal, utilizan la energía solar para convertirla en energía bioquímica.

Esta energía "extra" les proporciona mayor eficiencia de crecimiento, de forma que consumiendo la misma cantidad de materia orgánica, consiguen formar una descendencia hasta cuatro veces mayor. Como consecuencia de este proceso, una comunidad microbiana rica en estas bacterias crecería más y produciría mucha más materia orgánica en partículas a partir de la misma cantidad de sustrato, lo que proporcionaría más alimento a niveles más altos de la red trófica marina y aceleraría el ciclo de carbono, según los expertos. Estas implicaciones en el flujo de carbono en el océano afectan así a la regulación de la concentración de CO2 en la atmósfera y a los mecanismos implicados en el cambio global.
 
 
 

 

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